Nos imaginamos que no se habrán olvidado del numerito que montó el Ayuntamiento de Las Palmas con el concurso de las siete llaves, aquel que obligó a Mario Romero Mur, a Pepa Luzardo y a medio PP a jurar por la cobertura de su móvil que el pliego de bases del concurso más caro de la historia del consistorio, doce millones y medio al año, estaba bien custodiado para que nadie, ni siquiera el más íntimo amigo, pudiera tener acceso a las condiciones exigidas. Un cuento chino, como se podrán imaginar, porque tanto fuego de artificio sólo venía a querer demostrar que las cosas estaban muy bien atadas y que, para colmo, el resto de pliego de bases de los concursos municipales andan desperdigados por los despachos sin que nadie los custodie. Pues bien, empezamos a disponer de datos que auguran un otoño caliente, con recursos de reposición y todo. Y una liebre, porque siempre en estas cosas salta una liebre.