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Estudiantes protestan para que la Universidad de Oxford corte relaciones con Rolls-Royce y Barclays por la guerra de Gaza

Un cartel con el mensaje 'Israel ha destruido todas las universidades en Gaza' delante de la protesta en la Universidad de Oxford.

María Ramírez

Oxford (Reino Unido) —

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Un par de docenas de tiendas de campaña pueblan el césped enfangado por la lluvia delante del edificio de la Universidad de Oxford que alberga el Museo de Historia Natural y el Museo antropológico Pitt Rivers. Estudiantes y otros jóvenes charlan, dan entrevistas o escuchan algún discurso mientras avanzan por pasillos de cartones húmedos. La mayoría lleva mascarillas o pañuelos que les cubren la cara, a veces pendientes en forma de sandía.

Las protestas en Oxford en contra de la guerra de Gaza son habituales desde octubre, pero éste es el primer campamento de protesta, establecido este lunes a imitación de la Universidad de Columbia de Nueva York y en otros campus en Estados Unidos. “Ha habido protestas así antes, como en la guerra de Vietnam. Estados Unidos claramente ha inspirado esta ronda de acampadas. Hemos visto ocupaciones por Palestina. Y ahora es una táctica que empleamos también en Oxford”, dice Wren, una estudiante que acepta dar su nombre de pila y asegura estar estudiando escritura creativa. Responde a unas preguntas de elDiario.es en una esquina apartada porque no quiere que la escuche otra periodista que está cerca tomando notas y con la que no quiere hablar. Wren dice que ha estado involucrada en otras protestas contra el cambio climático antes y que ahora acampa porque la Universidad no ha dado respuesta a sus peticiones tras meses de conversaciones.

Varias decenas de personas duermen aquí desde el lunes, aunque durante el día se juntan más estudiantes y se acercan vecinos curiosos y reporteros. Está la prensa local, pero también las cámaras de Al Jazeera. El programa del “día 2” apuntado en una pizarra magnética incluye “noticias de Gaza”, una charla sobre la historia de Palestina en los años 30, “círculo poético/bienestar”, una película (“algo de Gaza”, dice una estudiante), foros (uno se llama “democracia”) y rutinas de limpieza, almuerzo y cena. Una tienda está marcada como “prensa” y otra como primeros auxilios. 

Donaciones e inversiones

Como en las universidades de Estados Unidos, quienes protestan tienen una lista de peticiones que tiene que ver sobre todo con la financiación de los centros en los que estudian.

La Universidad de Oxford acepta donaciones anónimas -de hecho, está en medio de un litigio legal para defender que siga siendo así en todos los casos-, y es poco transparente sobre sus finanzas aunque tiene un código de conducta que le impide invertir en empresas o recibir donaciones que puedan perjudicar su reputación, y cualquier dinero pasa por comisiones éticas y otros filtros financieros. 

En una carta de apoyo a los estudiantes de la acampada firmada por 170 profesores, académicos visitantes y otro personal, piden que la Universidad revise todas sus inversiones y donaciones para cortar cualquier relación con la fabricación de armas de forma “indirecta”. El punto de mira, en especial, es la empresa británica Rolls-Royce, que fabrica coches, motores de aviones y otras piezas para vehículos terrestres y aéreos, incluyendo aviones militares que también utiliza el Ejército israelí. 

Rolls-Royce, empresa filántropa para universidades en todo el Reino Unido, le donó a la Universidad de Oxford al menos 17,5 millones de libras (unos 20 millones de euros) entre 2017 y 2023, según openDemocracy, el medio especializado en transparencia que ha investigado más a fondo las donaciones a las universidades británicas. Como explica la propia compañía, Roll-Royce lleva cinco décadas financiando centros de investigación y becas en Oxford. El código de conducta de la Universidad a la hora de aceptar donaciones impide aceptar dinero que provenga de fuentes ilegales o poco transparentes y también que pueda suponer un problema de reputación para la universidad, aunque ha aceptado durante años donaciones de oligarcas rusos y de otras personas relacionadas con regímenes autoritarios. La carta pide que la Universidad publique “en detalle cualquier partida que pueda incluir inversiones en armas o otros instrumentos de guerra, como aviones”. Los profesores también piden que acceso a la biblioteca online de manera gratuita para los académicos palestinos y otra ayuda educativa en remoto para que “puedan seguir su aprendizaje”. 

Los estudiantes van más allá en sus demandas, como la cancelación de programas de estudio y relaciones con universidades en Israel y con cualquier banco que tenga inversiones en Israel o relaciones con empresas militares y de tecnología. 

Un grupo de estudiantes ya se manifestaron contra Barclays en enero delante de una oficina del centro de la ciudad. La lista de peticiones se puede leer en un cartel escrito a mano en una de las entradas del césped, y “dejar de tener cuentas en Barclays” es el punto más específico.

Reuniones con la rectora

Estudiantes que acceden a hablar aseguran que han tenido reuniones presenciales y conversaciones con la rectora, Irene Tracey, y otros administradores de la Universidad, pero sus peticiones no han sido escuchadas. “Una de nuestras primeras demandas es que se publiquen las inversiones y los diferentes tipos de lazos académicos con empresas militares o de tecnología militar en Oxford. Y queremos boicotear esas relaciones porque suponen un flujo indirecto de ayuda a la maquinaria militar de Israel”, asegura una estudiante que dice tiene 24 años, es originaria de Lituania y estudia Geografía, pero prefiere no dar su nombre “por motivos de seguridad”.

Hay varios carteles que hacen referencia a las escuelas destruidas y los profesores muertos en Gaza: “Israel ha matado a 5.479 estudiantes, 261 profesores, 95 catedráticos, tres rectores”, dice un cartel, sin atribución de la fuente. El Ministerio de Educación de Gaza ha dado datos parecidos, pero no están actualizados.

Una de las peticiones de los estudiantes es que Oxford ayude a la reconstrucción de la educación en Gaza. 

La mayoría de la ayuda humanitaria para Gaza y Cisjordania ha venido hasta ahora de los gobiernos, en particular de Estados Unidos y de la UE. En el caso de la Universidad de Oxford, la ayuda es habitualmente para estudiar en el Reino Unido: se trata de una universidad “santuario”, es decir que da becas y acogida a personas desplazadas, y los estudiantes palestinos son candidatos a estas becas igual que otros refugiados. Cada college, que funciona como una entidad autónoma dentro de la Universidad, tiene su propias ayudas. El Rueben College, justo enfrente de la actual acampada, por ejemplo ofrece becas para estudiantes residentes en Israel y becas para refugiados de cualquier nacionalidad.

El Pitt Rivers

Estudiantes de las universidades de Cambridge, Liverpool y Edimburgo han desplegado pequeños campamentos en las últimas horas parecidos a este de Oxford. Son protestas, de momento, simbólicas por el número de participantes reducido. Por la estructura descentralizada de algunas de estas universidades falta un punto central de protesta. De hecho, en el caso de Oxford, el espacio elegido es uno de los pocos céspedes abiertos delante de edificios de la Universidad. 

El comunicado que han escrito los estudiantes cita la elección del lugar como símbolo del colonialismo por la presencia del museo arqueológico y etnográfico Pitt Rivers, considerado un modelo en todo el mundo por su labor de explicación, devolución de objetos y colaboración con comunidades cuyos objetos están o fueron expuestos en el museo.

“Esta es una elección simbólica porque el museo tiene muchos artefactos que han sido cogidos de las colonias del imperio británico. Y nuestra movilización por Palestina es también una movilización contra el colonialismo como fuerza mayor”, dice la alumna de 24 años de Geografía, que estudia en un edificio cercano. Nunca ha estado dentro del museo a pocos pasos. 

El Pitts Rivers está lleno de carteles que explican de modo crítico los rastros del colonialismo, la visión eurocéntrica de las descripciones originales o los nombres de los objetos y por qué ya no expone restos humanos y qué ha devuelto. La estudiante reconoce que no está “familiarizada” con esta historia, pero cree que “Oxford dice mucho y hace poco”. 

El museo, cuya entrada es gratuita, sigue abierto y funcionando con normalidad, con grupos de niños y turistas paseando tranquilos este martes. Junto a la entrada, un cartel azul y rosa de presentación que ocupa toda una pared dice que el museo “es la huella del colonialismo” y “no es un espacio neutral” y que “la historia del Pitt Rivers está ligada a la expansión y el mandato colonial del imperio británico de recoger y clasificar objetos” y que ese proceso “de ‘recogida colonial’ era a menudo desigual e incluso violento hacia los pueblos que eran colonizados”.

Los estudiantes que protestan fuera dicen que el personal del museo no ha puesto ningún problema a su acampada. 

Una portavoz del museo dice a elDiario.es que no tienen más instrucciones que remitirse al comunicado de la Universidad, que dice “ser consciente” de la concentración y “respetar el derecho a la libertad de expresión en forma de protestas pacíficas”. “Pedimos a todo el mundo que participa que lo haga con respeto, cortesía y empatía”, dice el comunicado de la Universidad, que también subraya que “no hay lugar para la intolerancia”. 

Hasta ahora, no ha habido incidentes significativos en la acampada, aunque ha habido momentos de tensión en otras protestas con insultos y rifirrafes entre estudiantes. Un estudiante fue arrestado en febrero durante una protesta en Barclays. 

A diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, donde el curso ha terminado a falta de alguna ceremonia de graduación, en Oxford el último trimestre del curso acaba de empezar y dura hasta finales de junio. 

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