La cosa se alargó este lunes más de lo previsto. El comité ejecutivo se prolongó por espacio de tres horas, lo que provocó retraso en el pleno y la desbandada de mucha gente que tenía compromisos asumidos con anterioridad. Pero tanto tiempo dio para mucho. Por ejemplo, para constatar que esa vuelta al punto kilométrico cero va a significar -al menos en teoría- que se recompongan muchas cosas que el ciclón plateado se ha llevado por delante con los métodos que todos ustedes saben y los demás se imaginan. No está acostumbrado el hombre al funcionamiento de las asociaciones serias y democráticas, y sin querer se pasó tres o cuatro pueblos. Pero nunca es tarde cuando la cosa se coloca en su sitio. Es lo que le ocurrirá, por ejemplo, a Sergio Galván, una pieza clave de la Cámara de Comercio que andaba tan defenestrado que llegó a pedir una excedencia. No sólo no se la van a conceder sino que le devolverán los galones tan innoblemente arrancados de su guerrera. Otro que regresará a su correspondiente lugar es José Luis Peláez Castillo, que un día se levantó con la perreta de que era el portavoz de la Cámara sin percatarse de que ese estatus no existe. Y encima lo hizo para chinchar, con lo mal que se lleva esto en momentos como los actuales. Peláez Castillo ha presentado su dimisión como responsable de Comercio Exterior. No se ha admitido su renuncia a la portavocía por razones obvias: no se puede renunciar a lo que nunca se tuvo.