No hubo muchos lazos amarillos de protesta en la reapertura del teatro. Mucha gente esperaba que se repartieran en la puerta y algunos se quedaron con las ganas de lucirlo. Ya desde por la mañana se notaba cierta desmotivación gracias a algún que otro pelota que se dedicó incluso a afearle a Nardy Barrios que lo luciera. La que no lo llevó tampoco fue la directora de comunicación del teatro, Teresa (qué) Cruz, el origen del gesto de protesta por el enchufe de alta tensión que le proporcionó Soria. La señora Cruz llegó al teatro en compañía de su señor esposo de ella, don Luis Larry Álvarez Cardero, y aguantó el tirón hasta el momento mismo del besamanos. Y enseguida, como una exhalación, desapareció de plano para, posiblemente, dedicarse a redactar la crónica del acto para el periódico El Mundo, del que es corresponsal.