Nadie se mueve en el PP, y menos ahora que parece que el señorito, el dueño del cortijo, anuncia que está cansado, que quiere cambiar de aires y probar con la política nacional. En el PP canario saben que no se pueden torcer de momento los renglones que el líder dejará escritos cuando esa marcha se produzca, y mientras eso no llegue, todo el mundo impasible el ademán. Eso lo saben hasta los ratones colorados, por eso es extraño que el experto diputado autonómico Miguel Cabrera Pérez-Camacho haya cometido el error de enseñar la patita y decir que a él le gustaría ser presidente regional de la cosa. Enseguida le salió Soria con la guadaña, y eso que el letrado fue prudente y comedido y lanzó por delante unos cuantos piropos al líder, no fuera ser. Descartado Pérez-Camacho de las notas en la libreta de ruta de Soria, y comprobado que Cristina Tavío ha caído en desgracia de la misma manera que el anterior mirlo blanco, Ángel Llanos (y perdón por lo de mirlo) todo parece indicar que el sustituto tendrá procedencia grancanaria. Toma fuerza la teoría aquí lanzada en su día de que a Pepito Manuel le agradaría devolver el partido a las manos que a él se lo entregaron una aciaga noche de 1999.