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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

El ejemplo alemán que Soria no ve

Molinos de viento situados en el polígono industrial de Arinaga, Gran Canaria.

“El Estado alemán ha invertido más de 105.000 millones de euros en su programa [Energiewende, de transición energética] y ha garantizado beneficios a quienes se muestren dispuestos a instalar paneles solares, turbinas eólicas, plantas de biogás y otras fuentes de energía renovable. El plan se financia mediante cargos adicionales en los recibos de la luz que le cuestan a cada familia alemana unos 220 euros al año. Aunque una parte de esas recargas se ha ido reduciendo porque las renovables han provocado que el precio de la electricidad en el mercado mayorista baje”. La noticia no ha aparecido en un boletín de Greenpeace, ni de WWF, ni siquiera la ha divulgado la Oficina de Acción Global del Cabildo de Lanzarote, o el alcalde de Agüimes, uno de los políticos canarios con más conocimiento en el mundo energético. La publicaba hace una semana la versión semanal internacional de The New York Times, que elogiaba de este modo la firme decisión alemana por encontrar una solución al calentamiento global haciendo una fuerte apuesta por las renovables. Y no es un futurible: a finales de este año, la República Federal de Alemania, inmensos campos de megaturbinas instalados en el mar enviarán energía limpia a los hogares del país hasta cubrir el 30% de la demanda. Es uno de los ejemplos alemanes que España se niega a adoptar tras hacer caso a su canciller, Angela Merkel, en todas las imposiciones sobre austeridad, protección de la banca y empobrecimiento de la población. Porque lo que hemos hecho aquí, exactamente desde que llegó Soria y, sobre todo, a partir del decreto 413/2014 de regulación de la actividad de energía eléctrica a partir de fuentes de energía renovables es generar un inmenso agujero de incertidumbre, de frenazo a las energías verdes y de fomento de los combustibles fósiles que no tiene parangón en ningún país civilizado.

161 recursos en el Supremo

Este último decreto del Gobierno de Mariano Rajoy, aprobado en junio pasado y publicado en el BOE al mes siguiente, ya acumula en el Tribunal Supremo más de 161 recursos por parte de grandes y medianas compañías que ven cómo se esfuman sus expectativas de negocio y, con ellas, la posibilidad de que España pueda aprovechar de manera eficiente sus innegables condiciones naturales. Soria ha preferido ignorar las posibilidades españoles y se ha empeñado en profundizar en las prospecciones petrolíferas y en el fracking, actividades estas que no garantizan en absoluto una sensible reducción de nuestra dependencia energética, ni contribuyen a la lucha contra el calentamiento global, ni son tan generadoras de puestos de trabajo como las verdes. Y, para colmo, ni siquiera ha conseguido reducir el déficit tarifario de manera que sea aceptable la renuncia a las renovables contraviniendo tendencias como la alemana. Y no es que el señor ministro no conozca las virtudes de las renovables. Durante su larga y atribulada experiencia como político en activo en Canarias conoció muy de cerca el negocio eólico, tanto directamente como por boca de su hermano Luis, al que colocó al frente de la Consejería de Industria justo en el momento en el que se tramitaba el segundo concurso eólico fallido, en 2004, aquel que acabó anulado por los tribunales por defectos administrativos y, en lo penal, con una docena de personas acusadas en los tribunales (y todavía hoy pendientes de juicio) por haber querido mamar por encima de sus posibilidades. El mismísimo Luis Soria tampoco puede alegar desconocer la potencialidad del viento en Canarias y la tecnología punta que maneja desde hace años Alemania. Porque hasta la ciudad de Magdeburgo se trasladó, aún con el concurso eólico sin haberse publicado, para conocer las turbinas de Enercon en compañía de los Esquivel y otros, interesados en aprovecharse del negocio por la vía del trato de favor, como quedó demostrado en autos. Diez años después, aquel dirigente político que mandaba sobre su hermano es ministro del ramo y ha frustrado quizás por décadas, el crecimiento español en este campo. Alemania era el ejemplo pero no le interesó verlo.

La miopía del centralismo españolista

Tensa y densa, aunque pudiera ser poco clarificadora, resultó la entrevista que este domingo por la noche le hizo al presidente de la Generalitat, Artur Mas, la periodista Ana Pastor en La Sexta. Tensa porque entrevistadora y entrevistado se enrocaron en sus posturas; densa porque Mas dijo muchas más cosas de las que de él a priori se esperaban, y poco clarificadora porque muchos –incluida la periodista- querían que el president anunciara que se rendía ante el por todo el mundo cantada suspensión de la ley catalana de consultas no refrendarias. Sí fue reveladora, sin embargo, de la cerrazón que reina en toda la España mesetaria (incluido el PSOE) a que el pueblo catalán se pueda pronunciar después de una sucesión insultante de desplantes del Gobierno central hacia Cataluña desde que Mariano Rajoy llegó a La Moncloa y comenzó a aplicar una política salvaje, irracional e involucionista de recentralización. Una postura de la que pareció contagiada Ana Pastor, más empeñada en conocer lo que ocurrirá el 9 de noviembre (si habrá o no consulta) que en entrar en el fondo de la cuestión: las soluciones para una región/nación/país cansada de desplantes centralistas. La ley de consultas populares no refrendarias y de participación ciudadana todavía no se ha declarado inconstitucional, y catedráticos expertos en la cosa ya han advertido de que al tribunal correspondiente le va a costar mucho trabajo tumbarla. Salvo que impere, como muchos barruntan, la imposición política de un tribunal mangoneado por el poder ejecutivo y no la más estricta interpretación de la Carta Magna. No se conocen hasta el momento recursos de inconstitucionalidad contra las muy similares leyes de consulta popular de Andalucía y Canarias, quizás porque Madrid cree que en esas autonomías no se planteará nunca algo similar a lo que plantea Cataluña, cuando el sentimiento de desapego crece como consecuencia del desprecio institucional que se sucede con pertinaz frecuencia. Canarias celebrará consulta en noviembre sobre las prospecciones petrolíferas y nadie se ha rasgado de momento las vestiduras más allá de las soliviantadas declaraciones de Soria y de los voceros canarios del PP, más preocupados por facilitarle el negocio a Repsol que por el sentimiento que pueda albergar la población a la que teóricamente representan.

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