En un amplio sector del PP tinerfeño cundía este lunes la indignación y el desánimo. La indignación, por la imagen de nepotismo rancio que destila un nombramiento así, el de un perfecto desconocido que, además, no cuenta con el reconocimiento de valía alguna para asumir un puesto de relieve así en la principal plaza municipal de Coalición Canaria-ATI. Y el desánimo, porque con este lanzamiento al estrellato se confirman los peores presagios de que el PP ha apostado por la tesis B, aquella según la cual el partido piensa oponer un candidato flojo y sin perfil político al alcaldable que finalmente presente CC, bien sea Zerolo, Bermúdez o cualquier otro. Esa tesis, como saben, persigue consolidar el reparto territorial que Soria y Paulino se han hecho del poder en las dos islas capitalinas. El PP no incordia demasiado en Tenerife, y CC no hace mucho más por recuperar el terreno perdido en Gran Canaria, de modo que el actual vicepresidente pueda tener mejores expectativas en su feudo natal y natural.