El Club de Lectura Drago de Sataute es, como su propio nombre indica, un grupo de personas amantes de la lectura que dedica un poco de su tiempo de ocio a reunirse y comentar un libro y la vida y milagros de su autor. Hasta ahora no habían tenido ningún problema a la hora de ejercitar esa actividad, pero desde que el 5 de enero pidieron el preceptivo permiso para reunirse, han empezado a notar cosas raras. El pasado jueves, día 13, la secretaria del alcalde telefoneó a la coordinadora del club para requerirle la identidad de las personas que pensaban reunirse en ese local municipal de la calle Tenderete, así como el título de los textos a comentar. La coordinadora no daba crédito a tal petición, pero aún así escribió un correo electrónico a todos los miembros del club para que le autorizaran a facilitar sus nombres a la alcaldía, no fuera a ser que se volviera a producir una vulneración de la Ley de Protección de Datos como el llamativo hallazgo en un contenedor de unas cartas a los Reyes Magos escritas por menores del municipio. De paso, la señora aprovechó para indicar al alcalde que ese tipo de actividad debía ser iniciativa de la biblioteca municipal, como ocurre con los otros pueblos de la Isla, que se coordinan para esos menesteres con la Biblioteca Insular, y que debía ser en esa instalación, que permaneció cerrada en las vacaciones navideñas, donde se celebraran esas sesiones de fomento de la lectura.