Los microplásticos que llegan a La Graciosa pueden llevar décadas en el mar

Gaviotas sobre las peñas en La Graciosa. Susanne Winter

EFE

Las Palmas de Gran Canaria —

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Los plásticos que las corrientes depositan en la playa del Ámbar, en el norte de la isla de La Graciosa, pueden haber estado hasta tres décadas flotando en el mar hasta haber quedado reducidos a fragmentos de escasos milímetros, según sugiere su decoloración y composición química.

Once investigadores de las universidades de Alcalá de Henares y Autónoma de Madrid publican en Marine Pollution Bulletin un estudio sobre la composición de los microplásticos que la Corriente de Canarias arrastra hasta la más septentrional de las ocho islas habitadas del archipiélago, protegida como Reserva de la Biosfera.

Sus conclusiones, que avanza este lunes el diario La Provincia, muestran que en esa playa, casi virgen, se pueden recoger hasta 103 gramos de microplásticos por metro cuadrado de arena, en su mayoría pequeños fragmentos de polietileno y polipropileno (el 90 %).

En 2017, se produjeron en el mundo 348 millones de toneladas de plástico. Y menos de la mitad se reciclan, según revelan los últimos datos disponibles de la Unión Europea, Noruega y Suiza, una zona del planeta avanzada en gestión de residuos, pero donde solo recuperaron 27,1 millones de toneladas de plástico en 2016, una cantidad que no llega al 50 por ciento de su producción de ese material.

Este trabajo, cuyos primeros firmantes son Carlos Edo y Miguel Tamayo Belda, recuerda que se ha llegado a estimar que en los océanos flotan unas 250.000 toneladas de plástico, repartidas en 5,25 billones de partículas de todo tamaño, muchas milimétricas.

El estudio se fija en 9.149 de ellas, las recogidas en la primera semana de septiembre de 2018 en la playa del Ámbar, o de Lambra, como es conocida por los habitantes de La Graciosa.

De ellas, el 87 % eran fragmentos de entre 1 y 5 milímetros producto de la rotura o degradación de piezas de mayor tamaño y el 9,4 % pequeñas bolitas conocidas en la industria como “pellets”.

La mayor parte de esos plásticos estaban compuestos por polietileno (PE, el 63 % de los fragmentos) y por polipropileno (PP, el 32 %), con una presencia minoritaria de poliestireno (PS, el 3 %). Esos tres polímeros representan el 90 % de la producción mundial de plásticos, con una densidad tan baja que flotan en el agua.

En cambio, no se encontraron entre esos más de 9.000 trocitos de plástico compuestos más densos, como el PVC o el PET, lo que sugiere que ese tipo de basura, que también llega al mar, se hunde o es ingerida por la fauna marina antes de alcanzar la costa.

Los investigadores que suscriben este trabajo resaltan que la proporción de partículas de polietileno y polipropileno que se aprecia en los residuos de esta playa del norte de La Graciosa es sensiblemente mayor a la que se fabrica en la actualidad (1,96 frente a 1,54 de PE/PP) y recuerda más a las cifras que manejaba la industria del plástico en los años ochenta y noventa (1,8 PE/PP).

Ese dato y el alto grado de decoloración que presenta la mayoría de los fragmentos recogidos (el 50 % transparentes y 22 % blancos) les lleva a sugerir que los plásticos que recogieron el año pasado en La Graciosa probablemente llevaban hasta tres décadas en el mar.

Además, subrayan que toda esa basura que depositan las mareas en La Graciosa no tiene ninguna relación con la actividad de la población local, sino que llega a las islas arrastrada por el viento y las corrientes de la circulación oceánica. 

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