'Cabaret', la decadencia de una sociedad en la antesala del nazismo

Más de un millón de personas han disfrutado ya del musical Cabaret, que a partir del próximo domingo 27 ocupará durante 19 funciones el escenario del Teatro Cuyás. El espectáculo, que estuvo en Madrid más de tres años en cartelera y es el musical que cuenta con el récord de mayor permanencia en cartel de las últimas décadas, se traslada a la capital grancanaria con una cuidada y aparatosa producción, que incluye la participación sobre la escena de más de 30 personas entre músicos que tocan en directo, bailarines, cantantes y actores.

Marta Ribera, que ha actuado en otros espectáculos como Peter Pan, West side history o Grease, y Víctor Masan, que ha trabajado en producciones como A chorus line, son los cabeza de cartel de la versión española de Cabaret, cuya producción corre a cargo de la empresa Stage Entertainment, responsable del éxito de los musicales más taquilleros de los últimos años en España como La Bella y la Bestia, My Fair Lady, Mamma Mia, Cats, El Fantasma de la Ópera o Victor y Victoria.

Cabaret ha sido conceptuado como una expresión artística irrepetible, que redefine el potencial del teatro en vivo y lo posiciona como un arte del entretenimiento para ensimismar, transportar e influenciar profundamente al espectador. El musical se desarrolla en 1931 dentro del Kit Kat Klub, un night club berlinés en el que podremos sentir las sensaciones de una sociedad decadente entregada a la diversión, mientras Europa se prepara para descender a los infiernos de la antesala del nazismo.

En este conmovedor ambiente de delirio, sexo, lujuria y entretenimiento, el maestro de ceremonias (Emcee) nos presentará la Alemania nazi de la época y llevará al espectador por dos historias de amor yuxtapuestas: la de la casera y uno de sus inquilinos (un viudo judío que se niega a aceptar lo impensable), y la de los dos protagonistas de la obra, la excéntrica Sally Bowles y el joven escritor americano Cliff Bradshaw.

La trama del musical se va tejiendo con otros personajes que pasan por el famoso club berlinés, como la prostituta Fraulein Kost o el simpatizante del nazismo envuelto en negocios sucios Ernst Ludwig. La turbadora historia de Cabaret ?una conmemoración de promiscuidad, prostitución, aborto, antisemitismo y levantamiento del nazismo, como algunos la describieron-, está contada por un brillante Emcee.

Con libro y musica de John Kander, Fred Ebb y Joe Masteroff, la producción original fue dirigida por Sam Mendes, y codirigida y coreografiada por Rob Marshall (director de Chicago), mientras que la dirección musical de la versión española está dirigida por el argentino Alberto Favero, y la adaptación y dramaturgia por Jaime Azpilicueta. La dirección corresponde a BT McNicholl y la directora residente en España es Moira Chapman.

Los cimientos de esta obra datan de hace 60 años. En la versión cinematográfica de 1972 dirigida por Bob Fosse, Liza Minnelli hizo el papel de Sally, una cantante americana, enriqueciendo los números musicales, pero confundiendo el argumento. Todo, desde el corte de pelo de la Minnelli, hasta el maquillaje de Joel Grey, se convirtió en icono pop de los 70. Mientras el revival de Harold Prince en Broadway en 1987 no encontró mucha respuesta del público, quizás ensombrecido por la película, el director británico de American Beauty, Sam Mendes, reimaginó en 1993 “el embrión de un show peligroso que venía envuelto en el papel convencional de Broadway”. Lo consiguió y triunfó.

Un baile de números

Desde que fue estrenado hace cuatro años en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid, los diferentes maestros de ceremonia que han pasado por esta producción han permanecido más de 2.500 horas en su silla de maquillaje; se han colocado y suprimido más de 3.500 tatuajes en los cuerpos de los actores; se han utilizado más de cien kilos de maquillaje; se han realizado más de 80.000 cambios de vestuario durante las funciones; se han gastado más de 40.000 pilas en los micrófonos; se han cambiado más de 900 bombillas del decorado y los actores han actuado durante más de 3.000 horas.

En esta producción la banda forma parte de la escena, y los intérpretes son también protagonistas de la historia. En el inconsciente colectivo del público permanecen temas musicales inolvidables, como aquel que estableció que la vida es un cabaret sin fin, o aquel otro que hacía una auténtica tragicomedia sobre el valor del dinero en el mundo actual.

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