Las dos orillas del Magreb

MADRID, 27 (EUROPA PRESS)

La exposición 'Magreb dos orillas' reúne el trabajo, en distintos formatos, de 13 artistas magrebíes provenientes de Marruecos, Argelia, Túnez y Europa donde se muestran los “vínculos culturales y geográficos” existentes entre las dos orillas.

Estos artistas, más anclados en la continua 'diáspora' que en el Magreb, gozan según Brahim Alaoui, comisario de la exposición, de un “nomadismo cultural” basado en el “mestizaje” y en el carácter híbrido de sus composiciones.

“Ellos pusieron las bases de un arte postcolonial tendente a anclar la creación contemporánea en la búsqueda de la identidad y la exploración de la relación con el 'otro'”.

Asimismo, Brahim Alaoui ha destacado que el trabajo de estos artistas es un “anuncio” de la más reciente actualidad y de las revueltas que se está produciendo en el mundo árabe, cuyos artistas llevan abordando los problemas de sus respectivos pueblos desde hace años.

Nadia Kaabi-Linke, Kader Attia, Fouad Bellamine, Meriem Bouderbala, Mohamed El Baz, Mounir Fatmi, Nicène Kossentini, Mehdi Meddaci, Driss Ouadahi, Chourouk Hriech, Yazid Oulab, Younes Rahmoun y Karim Ghelloussi son los trece artistas que participan en esta muestra, que se engloba dentro del proyecto del mismo nombre.

Además, la muestra pretender ser una caja de resonancia de las correspondencias geográficas y culturales entre creadores de ambas orillas del Mediterráneo, así como alimentar una dialéctica apasionante entre lo local y lo global.

Históricamente, el Magreb ha mantenido con Europa estrechas conexiones que, en el transcurso del siglo XX, se han acrecentado como resultado de la colonización y los movimientos migratorios.

El arte contemporáneo de esta región del norte de África lleva impreso el devenir de una historia marcada por las transiciones, los enfrentamientos y los diálogos artísticos entre las dos orillas del Mediterráneo, lo que le ha conferido una impronta muy particular.

Desde los años cincuenta, una primera generación de artistas magrebíes residentes, en su mayor parte, en distintas capitales europeas, regresan a sus países de origen tras promulgarse su independencia, favoreciendo así la eclosión de una marea artística postcolonial anclada en la búsqueda de la identidad. Sin embargo, con la entrada en el siglo XXI, el arte del Magreb experimenta una mutación importante, tras la gestación de una nueva corriente que se beneficia de una dinámica global basada en la interconexión.

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