Los comercios tradicionales agonizan en Triana y las franquicias proliferan
El paseo de los jóvenes que hacían vida social por la capitalina calle de Triana se comprendía entre el Puente de Palo y el Parque de San Telmo, donde la hilera de tiendas familiares de una sola planta se mostraban cerradas los domingos y a sus propietarios no se les ocurría seguir en el comercio pasadas las 20:00 horas entre semana.
Si acaso aprovechaban el día festivo para ir al cine Triana y tomar algo en su cafetería, uno de los pocos locales de restauración de la zona, a menos que se desplazaran hasta la Plaza de las Ranas para elegir sabor en la Heladería Beltrá. Así pues, durante los días laborales la calle comercial por excelencia de Las Palmas de Gran Canaria se llenaba de compradores que acudían a los comercios que sólo se podían encontrar allí. Todos pertenecían a familias canarias que ofrecían productos de ferretería, zapatería, librería y perfumería entre otros.
Los Almacenes Cuadrado con su ostentosa escalera mecánica eran anunciadores del cambio que se avecinaba y 50 años después la panorámica se ha transformado, de forma que los carteles de cadenas como Zara, Mango o Desigual ocupan la calle Mayor y brindan una oferta que bien se puede encontrar en los seis centros comerciales que se encuentran desperdigados por el municipio.
Las últimas tiendas clásicas en caer han sido las joyerías Rubí y Oscar Ernst, además de la cadena Calzados Lurueña, que prevé su cierre en marzo, haciendo las mismas maletas que años antes hicieron Quesada, Delly, Lozano y Calzados Mallorca. El presidente de la Zona Comercial Triana, José Rexachs, muestra su preocupación por el cierre de establecimientos emblemáticos, aunque dice no extrañarle, porque “es el pan nuestro de cada día”.
Una impresión semejante a la mostrada por su homólogo en la Confederación de la Pequeña y Mediana Empresa (Cecapyme), Prudencio Lorenzo, que recuerda que en el centro de Madrid y Barcelona ocurrió algo parecido y que las franquicias “van extendiéndose y destruyendo los locales de comercio tradicional”.
Para Rexachs la crisis económica y el consiguiente descenso del consumo, unido a la presión fiscal y la falta de apoyo por parte de las administraciones públicas ha desencadenado que “desgraciadamente, estamos perdiendo todo el comercio local, todo el comercio familiar y vienen en su lugar multinacionales”.
La lista de nombres canarios que han abandonado la zona es larga y deja apellidos como los de Rivero, Campos, Quesada, Machín, Castillo, Sánchez o Lozano. “Con el paso de los años han ido cerrando todas. De los emblemáticos de la zona, quedamos cinco contados con la mano” añade, en referencia a la librería que regenta, Óptica Herrera Cerpa, Arencibia y Oriente, entre otros.
Muchos de los inquilinos de los locales donde están situados los negocios tradicionales que siguen en activo mantienen un régimen de renta antigua. Un beneficio que terminará en 2015, con la caducidad de la Ley de Arrendamientos Urbanos, lo que previsiblemente hará que los alquileres se disparen. A juicio de Rexachs, éste podría ser uno de los motivos de la marcha de Lurueña.
El presidente de la Zona Comercial explica que, por otro lado, para los propietarios de los locales resulta “mucho más fácil” aceptar las ofertas que les hacen las multinacionales, que “mantener un negocio a duras penas”. Además, señala la proliferación de los establecimientos dedicados a la restauración, lo que a su juicio está haciendo que Triana pase de ofrecer comercio a ocio. “Cierra un negocio y abren cuatro restaurantes”, apostilla.
Capacidad de adaptación
Preguntada por los motivos que han llevado a la calle Mayor a cambiar su apariencia, la profesora del Departamento de Economía y Dirección de Empresas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Katiuska Cabrera, afirma que, en términos de gestión, las grandes cadenas están más preparadas para hacer frente a la demanda actual (en referencia a la amplitud de horarios, de superficie y la posibilidad de ofertar precios asequibles).
“Es un tema, quizás, de adaptarse al entorno. El pequeño comercio, que puede ser el familiar, tiene que adaptar su gestión en todos los aspectos (gestión de personal, de compra, organización del servicio) de manera que pueda satisfacer las necesidades actuales del cliente”, manifiesta.
Cabrera no descarta que, a falta de un estudio en profundidad, uno de los motivos por los que la oferta de restauración se esté incrementando y se desvíe la actividad comercial tenga que ver con la falta de aparcamiento gratuito que sí ofrecen otras superficies. Además, apunta a los problemas sucesorios que pueden surgir en el seno de los negocios familiares y su posible falta de actualización. “Se trata de encontrar nichos de mercado, competir en servicios, diferenciación, ofrecer productos específicos y exclusivos”, puntualiza.
Algo que, en su opinión, sí están haciendo los establecimientos ubicados en los aledaños de Triana, donde “proliferan una serie de negocios que ofrecen otro tipo de producto más exclusivo y son competitivos”. “Adaptarse, es la ley de la selección natural aplicada a los negocios”, sentencia.
Para Lorenzo, el pequeño comercio lleva 20 años actualizándose y el problema se encuentra en que “no podemos competir con los mismos recursos de la franquicia”. Una situación que prevé que se verá agravada con la apertura dominical de los centros comerciales prevista en la ciudad.
Tanto Lorenzo como Rexachs coinciden en que el comercio tradicional de las familias canarias está, “por desgracia”, desapareciendo poco a poco.