La COVID-19 hunde todos los registros económicos de Canarias

Obreros, con mascarillas, en su vuelta al trabajo durante el confinamiento

Toni Ferrera

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Que Canarias ha sido una de las comunidades más afectadas por la crisis económica de la pandemia no es una obviedad. El turismo, motor de casi todo en el Archipiélago, se ha resentido como ningún otro sector y aún no ha levantado cabeza. El Gobierno de Ángel Víctor Torres se enfrenta a unos meses (quizá años) de recuperación y cura en los que deberá tomar decisiones estratégicas para recuperar lo perdido. Y cambiar la tendencia de las curvas financieras que subrayan un desplome sin igual.

El presidente autonómico avisó en mayo. “[La crisis económica y social] será más dura en las Islas”. El catedrático en Economía José Luis Rivero ha vaticinado que la bandera blanca contra las consecuencias adversas de la COVID-19 llegará en 2025, y que la vacuna no será el empujón que haga girar la rueda de la riqueza. Se tardará casi un lustro porque estos golpes, dice, “tienen efectos en parámetros permanentes de la economía” y aún desapareciendo la variable que los ha producido “la crisis se mantiene en el tiempo 4 o 5 años”.

Al final son todo predicciones. El Banco Central Europeo espera que España cierre el año con una caída del PIB del 12,2%. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) también augura un descenso del 11,6%, y señala que el país tendrá que esperar como pronto a 2023 para recobrar el músculo anterior a la pandemia. En Canarias, donde el PIB se hundirá un 21,6%, las proyecciones del Ejecutivo regional prevén un rebote del 17,3% en 2021, cifra muy alta en comparación con el resto de comunidades autónomas. 

¿Y qué espera hacer el Archipiélago para cumplir sus previsiones? El Gobierno juega con la baza del Plan Reactiva Canarias, una ficha financiera de 5.740 millones de euros hasta 2023 de los cuales 1.400 corresponden al siguiente ejercicio. También han salido adelante los presupuestos para 2021 y se espera con ansias el dinero de los fondos europeos, que serán generosos con las Islas. Cualquier protección es poca mientras Bruselas advierte que la regresión económica podría desvalijar el trabajo a cuatro de cada diez canarios.

El consejero de Hacienda, Román Rodríguez, ha subrayado en varias ocasiones que las medidas para insuflar oxígeno a la economía no serán como en 2009, cuando se impuso el tijeretazo de los recortes. La hoja de ruta, el Plan Reactiva, “establece siete prioridades”: mantenimiento de los servicios públicos esenciales, refuerzo sanitario y sociosanitario, atención y apoyo a las personas vulnerables, impulso de la economía, agilización, simplificación, cooperación y coordinación en trámites administrativos, así como mantenimiento y recuperación del empleo. Este último, el gran debe del Archipiélago, cuya tasa de paso alcanzó su mejor apunte en una década en el cuarto trimestre de 2019 (18,78%). Ahora, coronavirus por delante, es alrededor de seis puntos porcentuales más alta. 

El paro ha crecido en Canarias un 14,2% con respecto al tercer trimestre de 2019. No es el peor dato a nivel nacional ni mucho menos. Hay otras regiones a las que se les ha atragantado más la pandemia y el confinamiento, como Baleares (59,2%), Cantabria (38,2%) y La Rioja (27,1%). Pero estas cifras podrían ser un espejismo. Porque que la tasa de paro no haya crecido tanto en el Archipiélago se debe, en gran parte, al amplio número de trabajadores en ERTE que registra, más de 83.000, solo superada por autonomías que la triplican en número de ocupados como Madrid, Cataluña y Andalucía. Dentro del mercado laboral ya existe miedo por que el virus pierda fuerza y la nueva ola no sea de contagios, sino de despidos.

El talón de Aquiles en Canarias, al igual que el paro juvenil, son los contratos indefinidos. Es la comunidad donde más decrece, hasta un 52,32%, la variación interanual del número de contratos indefinidos aprobados en noviembre. Y eso que los niveles de actividad y ocupación suelen repuntar durante estos meses. Todo sea por la temporada de invierno y la avalancha de turistas. El problema es que sin británicos, con las hamacas apiladas en el trastero y el núcleo económico deteriorado, las Islas no encuentran salvavidas para remontar el vuelo. 

A las Islas les queda el filón de los test de antígenos para reactivar el sector turístico y sentar las bases de la recuperación. Las pernoctaciones hoteleras, como era de esperar, han caído en un 86,28%, algo más que la media nacional (70,06%). La Consejería de Turismo asegura tenerlo todo preparado y que “más temprano que tarde” comenzarán a llenarse los centros alojativos.

El último llamamiento se produjo el pasado lunes en la Conferencia Internacional para la Recuperación del Turismo organizada en La Palma, donde el presidente Sánchez y su homólogo en Canarias pusieron el foco en la necesidad de una coordinación internacional que regule medidas más “accesibles y asequibles”. La obligación de presentar una prueba PCR ha significado un cero turístico por sus precios casi prohibitivos (más de 100 euros). Y los agentes públicos y privados ruegan por los test de antígenos, más baratos y rápidos (aunque menos eficientes en pacientes asintomáticos) para animar el sector. La actividad, como recordó Torres, que acumula el 35% del PIB canario. 

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