''No sacamos partido a nuestra situación geográfica''
Felipe Quintero, dueño de la empresa Microdisk, nació en Venezuela en 1968. Sus padres, de origen canario, un día decidieron partir hacia el país latinoamericano en busca de mejores oportunidades. 25 años después, con dinero en el bolsillo y varias experiencias a cuestas, regresaron a Canarias. Felipe cuenta que su padre era un hombre de campo, dedicado desde pequeño a los negocios. “Mi padre desde niño se dedicó al mundo de los negocios, era una persona de campo entonces, primero intercambiando terreno, fruta, lo típico”. Una vez de vuelta en Canarias, el padre de Quintero abrió varios negocios, entre otras cosas fue propietario del famoso bar Los Tilos, y tuvo una ferretería.
El joven empresario recuerda sus inicios en el mundo empresarial, y está convencido de que nació para ello, “Yo, con apenas 8 o 9 años, hacía figuras de escayola, las pintaba y sin que nadie me dijera nada, me iba por las casas a vender las figuras de escayola a 25 pesetas. Yo siempre era uno de los niños que más dinero llevaba en el bolsillo del barrio”. Él y su hermano comenzaron a ayudar a su padre en la ferretería, aunque aclara que no todo era trabajar, que también había mucho tiempo para jugar y estudiar. Felipe está seguro de que haberse criado en ese mundo de distintos negocios emprendidos por su padre ayudaron a que él se dedicara a lo mismo.
Quintero recuerda que en su casa siempre se vivió bien, de manera holgada, sin embargo asegura que quizá porque su padre era un hombre de campo y “precisamente quizá por el sufrimiento de esta gente de campo, que llevaba grabada en su mente, siempre se vivió con austeridad y se nos enseño a vivir con austeridad”.
Fueron pasando los años, y continuando con su visión de negocios, durante la juventud, Felipe descubrió las primeras cámaras de vídeo y la fotografía. Es así que con la cámara de un amigo comenzó a registrar bodas de vecinos y conocidos, luego se dio cuenta de que necesitaba hacer algo más y fue a visitar agencias de publicidad para ofrecer sus servicios, es así que comenzó a hacer trabajos para agencias.
Cuando quiso acordar, ya era el año 1988 y le tocaba hacer el cuartel. El empresario recuerda entre risas que le tocó hacer de fotógrafo en el cuartel, así que ahí también encontró un nicho de negocio, fotografiar los actos militares como la jura de la bandera, y venderles las fotografías a los soldados. Así es que de manera astuta, una vez más, Felipe intercalaba negocios con diversión. “Mientras mis amigos iban a las discotecas y estaban ligando?que yo también lo hacía, pero utilizaba el tiempo para hacer negocio”.
Pero llegó un momento en que sacar fotografías y venderlas no fue suficiente “porque uno como que quiere ir probando cosas e ir sintiendo nuevas sensaciones y aprendiendo un poco de la vida y de las capacidades de uno mismo”. De esta manera, Felipe ingresa a trabajar en una empresa como cámara de vídeo, filmaba a los turistas que visitaban Las Palmas de Gran Canaria. Pero ese trabajo no le gustó, si bien aprendió bastante, reconoce que no era para él.
Después de trabajar tres años en aquella empresa, decidió llevar a cabo el plan que siempre había estado en su mente. Con 500.000 pesetas ahorradas, decidieron con su futura esposa postergar la entrega para la compra de un piso, y montaron Microdisk, hace 15 años ya.