“El Festival Hispanoamericano de Escritores se puede utilizar para recaudar fondos de apoyo a las personas afectadas por el volcán”
¿Cómo ha vivido la erupción?
Estamos en Los Llanos, el volcán está muy cerca. Todo retumba. Estábamos con la organización del festival prácticamente lista cuando erupcionó. Hemos seguido trabajando estos días con la vista puesta en si será posible hacerlo finalmente. La información de la erupción llegó inmediatamente a México, país invitado. Y a todos lados, el lunes fue el día de gestionar las incertidumbres de los escritores. Todos se fueron poniendo en contacto para solidarizarse. Lo maravilloso, y que les agradezco, es que el sentir general era de solidaridad con la isla y con la gente de la isla (la mitad de ellos ya han estado en el festival y conocen Los Llanos de Aridane) y además me transmitieron que quedan a la espera de noticias para ver si vienen: muchos quieren venir y ayudar en lo que se pueda. Ahora tengo que hablar con todos otra vez, porque las emociones sobre esto van muy rápidas.
¿Cree que es posible su celebración?
Técnicamente no hay nada que lo impida, aunque sí se hace más difícil, más duro. Pero sería posible. El problema es que todavía es muy pronto para decidir algo así, estamos con el shock, muy tristes y enfadados, hay gente que está perdiendo sus casas y deben ser la prioridad. Es un momento muy duro para todos. Además, los medios focalizan en la tragedia y la espectacularidad del volcán. Lo espectacularizan todo. Es normal, pero nos obligan a mirar ahí y a no apartar la mirada. También tenemos que ser conscientes de que, en cuanto suceda otra cosa, se irán. El estado de ánimo de ahora mismo es contrario a que celebremos el festival, me parece. Habría que ver dentro de dos semanas. Si tuviéramos más de dos semanas por delante guardaríamos la calma, el estado de ánimo mejorará y entraremos en una fase de querer salir de esta y volver a la normalidad, incluso si el volcán sigue echando lava, pero no es el caso. Debemos decidir cuanto antes en qué vamos a estar el día 4 de octubre. Creo que nosotros tenemos que estar para sumar, para ayudar, debemos seguir adelante solo si eso es lo que quieren los responsables políticos, si comprenden que el festival es un recurso que ya está organizado (aunque sufrirá modificaciones después de esto) y que puede ser de ayuda en una situación tan especial. Si creen que no ha lugar, no seré yo quien vaya adelante.
¿En qué puede ayudar el Festival Hispanoamericano de Escritores?
México país invitado, con los autores que tenemos este año, con tantos buenos escritores, puede ser un gran ejemplo de dignidad. El año pasado, que celebrásemos el festival de manera presencial cuando todo el mundo estaba cancelando, supuso un orgullo, volvió las miradas de mucha gente hacia la isla. Esta isla es respetada por cosas de este tipo. Tendríamos a grandes escritores hablando desde Los Llanos de Aridane hacia un mundo, ahí fuera, que estaría mirándonos por el volcán y por la desgracia, pero recibiría también un mensaje de enorme dignidad. Dentro de unas semanas, los relatos duros sobre las personas que están perdiendo sus casas ya no existirán en los medios, a menos que suceda otra catástrofe todavía mayor, que esperemos que no, así que podríamos tener a personas influyentes, a personas que manejan bien la palabra y las emociones a través de la palabra, dándonos ánimos, llenándonos de orgullo, lanzando al mundo el mensaje de que, contra esta isla, no puede ni un volcán (que, en efecto, como todos sabemos, no puede, esto pasará). Los escritores, en esta situación, no vendrían a participar en una fiesta, sino a arrimar el hombro con nosotros. Creo que todo esto nos haría mejores. Y que nos haríamos mejores a ojos de los demás. La cultura es básicamente una cuestión de dignidad. La cultura dignifica. Incluso aunque no nos guste leer. Que haya libros, escritores y lectores, no es en absoluto lo mismo que no los haya. Tenemos la posibilidad de que los haya en un momento muy especial. Por los escritores que vengan no quedaría, ellos vendrían con el espíritu de estar con la gente, de ayudar en un momento malo, de solidarizarse, de ofrecer lo mejor y de lanzar por nuestros medios esa idea de solidez y coraje que nos mereceremos.
¿Le parece un gasto adecuado en este momento?
Parte del gasto ya está hecho, nosotros empezamos a preparar el festival hace 10 meses. Los pasajes estaban sacados mucho antes de la erupción, por ejemplo. Por otro lado, la inversión de La Palma es mínima en el festival, con la cifra que el Ayuntamiento o el Cabildo invierten en el festival ninguna de estas administraciones resolvería el problema de un afectado. Como sabemos, nuestra sociedad se ha organizado de tal modo que la ayuda a los afectados por esta catástrofe esté garantizada (o se pueda gestionar por medio de la política y las instituciones) y provenga de varias administraciones y fondos. Además, la mayor parte de la financiación del festival es de fuera de La Palma. En realidad, sería dinero que no meteríamos en la isla, que la isla perdería, o, más bien, desecharía, menospreciaría (que también se puede, si hay aspectos que pesan más, pero es bueno que lo sepamos y lo valoremos), y tengo que pensar especialmente en la gente que hace pequeños trabajos en el festival, muchos de ellos viven en la zona del volcán y algunos se han visto afectados. Por ese lado, me duele. Además de sufrir el volcán, se quedan sin un trabajo que tenían previsto. En cuanto a la “adecuación” del gasto, se trata de una duda moral que depende de lo que esté en el foco en ese momento, el foco cambiará enseguida. Hay razones morales completamente opuestas que serán las vigentes, las de levantarnos, las de la épica, las de salir adelante. No las de cancelar todo por respeto a las personas que lo están pasando mal (ya eso habrá pasado y esas personas estarán atendidas, lo esperamos y lo deseamos), sino las razones morales de hacer las cosas por respetarnos a nosotros mismos.
¿Qué cree que debería ser?
Creo que tenemos que hacer todo lo que se pueda hacer, llegar hasta donde se pueda. Y si no se puede, realmente, no hacerlo. Tenemos que ayudar de la manera que sabemos ayudar. Con la palabra. Tal vez podamos hacer algo distinto de lo previsto, aunque quedan tan solo dos semanas. Hay personas vinculadas al festival que lo están pasando mal debido al volcán, tenemos que intentar no fallarles. Creo que hay que estar a la altura, todos. No es una cuestión de hacer un festival. Eso es lo de menos en este momento. Lo que está previsto, junto con el volcán, puede servir para sintonizar la cultura, la literatura, con la gente. Para que la literatura, y no cualquier literatura, importe, no se pueda decir que, cuando vienen mal dadas, desaparece, no viene. Se queda lejos y callada. Esperando a que arrecie y se vuelvan a hacer ferias de vender. Así solo demostraríamos nuestra inutilidad, la inutilidad de los eventos culturales en general, o la incapacidad ante esta situación. Este festival no es un evento de venta de libros, no es comercial (aunque se vendan algunos libros), el vínculo con la cultura y con la gente es el del conocimiento. El evento se puede utilizar adecuadamente para recaudar algunos fondos para las necesidades más inmediatas de las personas que se han visto afectadas por el volcán. En volcanes y sismos, nuestros invitados mexicanos tienen mucha experiencia, en ello estamos hermanados en este momento, no solo por el festival y la literatura. Esto, en definitiva, no es una “oportunidad”, algo que hay que hacer porque se queda bien, como culturalmente se hacen tantas cosas hoy. Es que si, con todo preparado, no hacemos nada, absolutamente nada, tal vez estemos certificando que la cultura no importa, que la cultura no ayuda, que se la puede menospreciar. Es que si, teniendo el programa que tenemos y todo listo, guardamos silencio y esperamos que las cosas vengan bien dadas, sin volcán, el vacío nuestro va a sonar más que el volcán, porque ese vacío va a durar mucho más que la erupción. Por decirlo coloquialmente: luego no le vengamos a la gente con que hay que leer y con campañas de fomento de la lectura, porque los escritores no vinieron y guardaron silencio, y las instituciones culturales que lo organizaban no emplearon el potencial de escritores que tenían invitados para ayudar a la gente a sobrellevar y superar esto, y en beneficio de la isla en un momento difícil.
¿Qué cree que será?
Lo sabremos en unos días.
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