La Bajada de la Virgen y Luis Cobiella: 'Minué de los Aires en Re'

Inmaculada Marrero asegura que el Minué "no es solo de Luis Cobiella sino de todos"

Inmaculada Marrero

Santa Cruz de La Palma —

Minué es una música y baile francés que estuvo de moda en el siglo XVII y que, más tarde, pasó a ser una danza cortesana. Minuet, o minueto, responde además a la definición de una pequeña forma musical instrumental (no vocal) de carácter humorístico, que se integra como movimiento en una obra de mayor formato – en una sonata, suite o sinfonía – y suele tener un carácter contrastante con respecto a los movimientos anteriores o posteriores, más serios y profundos.

En mi caso, y supongo que como eco de mi formación musical, cuando escucho la palabra minuet por un lado me vienen a la cabeza Bach y Beethoven, principalmente, y por otro, supongo que en respuesta al fenómeno de aculturación, cuando escucho la palabra minué pienso Luis Cobiella.

El Minué de los Aires en Re (escrito básicamente en Re menor) es un ballet, y como tal fue pensado; quiero decir que fue diseñado para acompañar a una escena cortesana y que integra un baile. Musicalmente está construido para orquesta sinfónica, cuatro voces (soprano, mezzo, tenor y barítono-bajo), coro mixto y coro de niños, y está basado en los Aires de Lima (los de La Palma, porque Aires de Lima existen también en Gran Canaria) conocida tonada popular.

Se distinguen en él unas catorce partes con cinco pasillos. Atendiendo a su estructura, si tratásemos de explicar qué es el Minué, podríamos decir que estamos ante una obra audiovisual – como la tituló el autor en la edición de 1995 – cuya música responde a una formación no habitual, si lo comparamos con un minuet típico dieciochesco o barroco. En primer lugar, se incluye letra en voces de adultos y de niños, y una orquesta sinfónica – en el barroco y rococó la orquesta sinfónica no había nacido como tal formación y el minué es, por regla general, música instrumental; en segundo lugar, la música está basada en un tema de origen folclórico – esto es un recurso habitual de los compositores porque, en muchas ocasiones usan el acervo popular en sus obras sublimando sus manifestaciones, pero generalmente no ocurre así en los minuetos-; por último, y no por ello menos importante, se usan ritmos, giros y cadencias con bastante libertad, sin dejarse acotar en la forma meramente francesa, porque incluso prescinde en algunos números del compás de tres tiempos en el que se desarrolla normalmente la forma comentada.

Por todo ello, si miramos con ánimo de clasificación al Minué de los Aires en Re, podríamos decir que estamos ante una manifestación artística audiovisual, netamente original y por tanto, singular – pensada para La Palma por un palmero – así que, podríamos referirnos a él como el Minué de La Palma y, si fuese objeto de estudio, podríamos decir incluso el Minué en La Palma (esta misma definición podríamos adoptarla para referirnos al Minué del Santo Domingo).

Particularmente, cuando yo escucho la palabra Minué por dentro se me hace una imagen sonora y pienso: La Re- Miredoremi-la, mi- fa- Solfamiredo; escucho una melodía que es una sucesión de sonidos determinados con el ritmo y en el tono adecuados, e inmediatamente después de esta musiquilla, esta vez con su letra, oigo una canción: LaPal- ma, leja-na, leja-no jar -dín...

Creo que esto me sucede porque tengo oído absoluto y porque soy músico de profesión; por eso recuerdo los nombres de los sonidos de forma exacta e incluso podría decir sobre qué contexto armónico y textural se produce esa melodía, sus tensiones y distensiones y su serena modulación de Re menor a Fa Mayor.

Estas características técnicas son cualidades de la música que percibo, pero creo que muchos de ustedes, si piensan Minué, recordarán alguna música o músicas que aparecen en él; incluso podrán tararear alguna melodía y, tal vez, algún fragmento con letra. Sé que muchos de nosotros, bastantes, sabemos cantar lo que dicen los niños:

De la Virgen de las Nieves,

de la Virgen, liá, liá, liá, liá, liá, liá,

cantando, liá liá liá,

la canción del Minué.

Quiere decirse, que esta música que escuchamos internamente si pensamos minué, seamos músicos o no, es nuestra; la hemos hecho música de todos nosotros. Esta música no es sólo de Luis Cobiella, que la pensó y la escribió específicamente porque en 1945 lo llamaron y le encargaron incluir un nuevo número en la Bajada; esta música es de todos porque forma parte de nuestra memoria, y por ende, de nuestra vida. (Por cierto, en uno de sus ensayos dantescos, Borges afirma que Dante compuso su comedia con el fin de poder nombrar a Beatriz; o sea, que una obra excelsa puede haber tenido esa razón de ser, al menos inicial, no sólo no aminora su valor sino que incluso lo acrecienta).

Decir que el Minué de los Aires en Re puede ‘abortar’ los trabajos de otros creadores emergentes con obras de estreno – supongo que se podrían incluir en esta afirmación cualquiera de los otros tres minués de Luis Cobiella – sería como decir que si las orquestas programan sinfonías de Beethoven o ballets de Tchaikovsky pueden impedir que nuevos músicos realicen sinfonías o ballets.

Considerando que cualquiera puede crear una música – perdón – que cualquiera que sepa, podría crear una música (sea o no músico profesional) no hay nada ni nadie que hoy en día pueda reprimir la creación, ya sea musical o de cualquier índole artística.

Considerándome dentro del gremio de músicos, puedo decir que mis compañeros compositores no están normalmente haciendo minués, no tienen ese interés por razones del todo lógicas y evidentes: no es un baile del momento, no se podría interpretar en cualquier momento y, sobre todo, no está dentro de nuestro contexto cotidiano que los jóvenes dancen a ritmo de minué.

Los compositores hacen otro tipo de músicas y para otros fines; para el cine, por ejemplo, o para un concurso específico donde se pide una pieza de estreno con o sin funcionalidad. Generalmente, las nuevas creaciones son piezas de pequeño formato porque las de gran formato no se colocan fácilmente en los circuitos interpretativos. Normalmente, no son piezas tonales, es decir, que no usan como lenguaje musical el código por todos fácilmente entendible. Lamentablemente, los compositores tampoco viven de “hacer sus músicas” sino que compaginan la creación con la docencia o con el ejercicio de profesiones ajenas a la música.

Por tanto, ¿se puede confrontar el hecho de que existan o no nuevas creaciones musicales, de cualquier tipo, con que se programe el Minué de los Aires en Re los Miércoles de la Semana Grande?

Yo digo que no, absolutamente, no.

Meritoria aclaración: las músicas de Tchaikosky o Beethoven perviven porque son buenas y se sigue haciendo el ballet – con escena o en versión concierto, fórmula útil para poner en valor la creación – porque existen esas buenas músicas; y no por hacerlas sonar se coarta la producción creativa de compositores contemporáneos.

Estimados todos, el Minué ya ES porque está dentro de nosotros: porque lo recordamos, porque podemos tararearlo, porque si pensamos en él escuchamos internamente algo de él.

Hacer buena música no se impone. La buena música surge y nace generalmente, como no podría ser de otro modo, del trabajo de buenos músicos.

Es absolutamente necesaria la evolución y el progreso artístico de las sociedades, pero el cambio es sólo loable si mejora lo que nos precede y si se produce sin enterrar el legado de artistas extraordinarios (léase extraordinario como fuera de lo común). Los grandes creadores son y han sido la razón por la que las sociedades han crecido, crecen y crecerán: aquellos individuos que forman parte de ellas y ponen la pica delante de todos; y los demás, detrás vamos.

Es un deber y a la vez un derecho de todos, conservar, guardar y hacer guardar celosamente los trabajos artísticos de los que SON; de aquellos cuyos trabajos trascienden porque son realmente buenos, trabajos que tienen reconocimiento dentro y fuera de la isla y que, sólo por su bondad han trascendido.

Amigos, compañeros, y personas responsables que ejercen la gestión de la cultura: tienen ustedes también este deber que es tan importante como el de intentar crear contextos en los que se pueda dar la nueva creación. No se pueden hacer compositores buenos o grandes escultores, o excelsos pintores o escritores, eso sucede, sin más; la creación simplemente es y se manifiesta y sólo si cumple un cierto número de criterios será mala o buena.

Hay cuatro Minués, páginas singulares y originales creadas para un número importante de la Bajada, y esos SON. Los más conocidos son los dos últimos, los más jóvenes: el Minué de los Aires en Re y el Minué del Santo Domingo.

Quizás alguno de ellos o todos ellos se deban convertir en la banda sonora de la escena bailable, constituyéndose así en la música que sucede el Miércoles de la Semana Grande en cada lustro, mientras los jóvenes danzan (incluso podrían sucederse alternativamente con el encomiable fin de conservarlos).

Dicho de otro modo ¿se le va a ocurrir a alguien que no se toque la polka de Enanos, por si surge otra polka de nuevos creadores? ¿o se va a encargar una nueva?.

Por calidad, por derecho y, sobre todo, por entrañable identificación con el alma de la Isla y de la Fiesta, el Minué de los Aires se ganó el derecho de permanencia en el programa lustral.

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