Viejas costumbres de fin de año

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El sol “viejo” y el sol “nuevo” lo esperaban nuestros mayores vigilantes, en las cumbres de La Palma, cada 31 de diciembre. Uno de despedida; (noche vieja) y otro de bienvenida; (año nuevo).

Antiguamente en la tarde del 31 de diciembre “un rancho de vecinos” de La Laguna (Los Llanos de Aridane), entre los que se encontraban José Pais Pérez (1850-1936), Nicolás Brito Pais (1891-1978), Juan Rodríguez Martín (1898-1975) y Vicente Cruz Simón (1897-1975), se dirigían caminando y cargados de viandas a la “hilera de le Cumbre” para allí ver los últimos rayos del sol del año y recibir los primeros del año nuevo.

Aún se recuerda el regreso de estos ranchos de alegres jóvenes, cantado por los caminos de regreso a sus casas. Puertas y ventanas se abrían a su paso, era año nuevo.

En esa noche fría en La Cumbre (Cumbre Nueva y Vieja) el tintillo no faltaba y era el momento de invocar y repetir alguna de las ricas y diversas versiones de la encomienda y oración:

San Silvestre monte mayor

guarda mi casa y mí alrededor

dentro de una caja vieja tengo una “jacha mola”

para cortarle la lengua a la puta bruja “esvergonsá”.

cuerno en frente, freno en boca

En La Palma las gentes conjugaban con esta encomienda a brujas y brujos ante la llegada de un nuevo, tenebrosos y desconocido año. El temor a lo desconocido ocupaba parte de las creencias populares.

Otros, por el contrario, o quizás recitando por lo bajito a San Silvestre, acudían al regocijo de un baile de máscaras en la Sociedad Aridane.

La joven Sociedad, fundada en 1906, ocupaba desde sus inicios un espacioso inmueble y solar anexo en la Plaza de España. Era el único lugar apropiado para realizar toda clase de actos. Los ingresos además de las cuotas de los socios procedían el alquiler de los salones y de la cuadra, de acceso público, de caballerías y ganado. En 1908 contaba con un piano alquilado, que afinado por Pedro Luis Grizziote y se utilizó, en ese mismo año, por la compañía Perellano y también por Eladio Villamubia para funciones de prestidigitación. La innovación y gran novedad de la proyección de cinematógrafo también tuvo espacio en los salones de la sociedad, que sepamos a finales de 1907 y principios de 1908 tuvieron lugar varios pases.

Ante la dependencia antieconómica del pago de alquiler del piano a José Pérez Felipe se platea la necesidad de tener música “propia”. En el mes de marzo de 1908 se reúnen un grupo de socios y manifiestan que “convencidos de la grandísima necesidad que la misma tiene para su completo desarrollo, de un medio por el cual disponga de música propia y fija ”acuerdan ofrecer la cantidad de mil pesetas para que unidad a las trescientas cincuenta que la Sociedad aportaba, adquirir “un aparato Pianola Metroestilo modelo K; siendo condiciones de este anticipo gratuito y sin interés alguno”.

La actividad cultural no cesaba, en la hoy Real Sociedad Aridane. El 30 de junio de 1908 en “una velada literario musical” Juana Tabares Díaz recitó la poesía El ave del Valle del poeta palmero Wenceslao Abreu. Con este acto se va fraguando la participación del Casino en los festejos de la Patrona y se iba consolidando la hoy conocida y centenaria Fiesta de Arte.

Por esos años la fructífera prensa de la Isla recogía crónicas de alto valor sociológico, fieles reflejos de la realidad social de aquellos años. El periódico Tierra Palmera [órgano del Partido Liberal de la Isla], el 13 de enero de 1909, conservado en la hemeroteca de la Sociedad La Cosmológica, nos describe con sumo detalle la celebración del “último día de 1908” en la Sociedad Aridane.

El artículo está firmado con el seudónimo R. Ursine, asiduo redactor de Tierra Palmera y bajo el que se ocultaba José Benítez Rodríguez. Los hermanos Benítez Rodríguez eran hijos de María del Pino Rodríguez Torres, fallecida en el naufragio del célebre vapor Príncipe de Asturias, y de Agustín Benítez Hernández. Los dos hermanos nacieron en Santa María de Guía (Gran Canaria) y les impusieron los nombres de Agustín José Gonzalo (1875-1948) y José Agustín Felipe Neri (1889-1956).

En 1909 José Benítez Rodríguez contribuyó económicamente en la suscripción popular para el pago, durante un año del director de la Banda Municipal de Música, Francisco de Sales. Un artículo de su autoría ilustra el número extraordinario (1909) “a beneficio de los pobres de Fuerteventura”, un periódico único con la cabecera Prensa Palmera. Emigró a Cuba, en 1909, dónde ejerció de escritor y periodista, contrajo matrimonio con Esther Heyman, natural de Nueva York. Colaboró, entre otros, en la revista habanera Letras.

Llegaban los festejos del último día de 1908 y la crónica de R. Ursine detalla como celebraron en la Sociedad Aridane. No fue un acto al uso actual, en aquellos años llegaba a mucho más. Realmente lo podemos calificar de una pequeña representación teatral, que ocupaba todo el salón, donde sus protagonistas fueron: Las viejas, la mascarita-sereno y las mujeres bebés. No faltó tramoya especial, el cortinaje que ocultaba cartelas.

La crónica de R. Ursine, dice; “La Sociedad Aridane, que se desvive por ser entre la legión inaceptable de sociedades de esta Isla, una de las primeras, ha celebrado un magnífico baile de máscaras noches pasadas. Fue el último día de 1908.

A las nueve de la noche, comenzó una numerosa concurrencia á llenar el salón de fiestas, y ya se empezó á notar un entusiasmo loco, pues las parejas, á la ejecución de un lento vals, que el piano salmodiaba, lanzáronse en el torbellino de aquel vals majestuoso y rítmico. A las diez y media, más o menos, un montón de “viejas” charlaban desesperadamente. Era 1908, que todavía posesionado de un torpe dominio, quería gritar, protestas de su pronto retorno al otro mundo. Y á las 12 en punto, una mascarita simpática, disfrazada de sereno, llegó al salón, anunció por medio de armoniosos grito la entrada del nuevo año, y al mismo tiempo que se alzaba unas cortinas que servían de adorno, apareciendo en una la cifra 1909, y en la otra “Feliz Año Nuevo”, y las “viejas” precipitadamente se alejaban, dieron rienda suerte á su entusiasmo un montón de hermosas señoritas de esta región, vestidas de bebés y de mujeres, ha presentido que será un buen año para este Valle, que rico y salubre censura aún algo de los que necesariamente hoy en día debe extinguirse, algo que está por demás en este siglo, y en este año de buenaventura. “Aridane”, la simpática sociedad, subió con el baile del último de diciembre, un peldaño más de la gloria“.

Así concluye la crónica.

Viejas costumbres de fin de año. Culto al sol, “nuevo” y “viejo” desde la hilera de La Cumbre, el embrujo y encomiendas a San Silvestre y la representación teatral entre el viejo año (máscaras “viejas”) y nuevo año (señoritas “bebés”), fue el último día de 1908 y el primero de 1909.

Hoy la pandemia nos obliga a otras clases de conmemoración, lo mejor quedarse en casa, del paso de la última hoja del almanaque y el estreno de uno nuevo, el 2021.

María Victoria Hernández, cronista oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane (2002), miembro de la Academia Canaria de la Lengua (2009) y de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel (2009)    

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