La caña supera al paño

La influencia exacta en los recursos marinos no se ha dado a conocer todavía, pero todo apunta a que, como ocurre en Tenerife, en La Palma, cuando el mar está bueno, los aficionados cogen más peces desde la orilla, con caña, que los profesionales con paños (redes), indica Tomás Sentís, geógrafo y técnico de la Agencia Insular del Mar.

La pesca de orilla se lleva a cabo en varias franjas concentradas del litoral de la Isla y tiene una incidencia específica en el ecosistema de esas zonas tradicionales al generar, en determinadas épocas, una sobreexplotación. En la Isla tienen licencia para pescar más de 6.000 deportistas, frente a los aproximadamente 250 profesionales que ejercen su actividad en este sector.

En La Palma, hasta ahora, la pesca deportiva desde orilla, al igual que la deportiva con embarcación, no había sido analizada, según se expone en la memoria del proyecto Marcopalma del Consorcio Insular de la Reserva Mundial de la Biosfera sobre uso, explotación y planificación sostenible de los recursos naturales marinos de la Isla, enfocado a determinar la interacción del ser humano con el medio natural.

Los resultados del trabajo de campo realizado durante semanas y sus conclusiones no han sido aún dados a conocer y, en consecuencia, no se ha difundido el efecto que produce esta “creciente actividad” sobre los recursos pesqueros.

No obstante, en la reseñada memoria del documento del Consorcio de la Biosfera, se indica que “en determinadas zonas de la Reserva Marina de Interés Pesquero se está produciendo un importante efecto llamada”.

Añade que “en los últimos años se ha hecho patente la necesidad de evaluar el impacto de esta actividad” y, al efecto, se apunta que este es el objetivo global del estudio.

En este ámbito, como propósitos particulares, plantean “determinar la composición específica de la captura extraída”, así como fijar “el volumen” de la misma por “especies”, además de precisar “tallas y peso”. Incluye igualmente identificar “el esfuerzo espacio-temporal” de la actividad, detallar las zonas sobreexplotadas y localizar las principales áreas de pesca.

En el estudio también se propone “analizar el impacto de las pesquerías en el estado de conservación y la funcionalidad de los ecosistemas litorales de la Isla”, además de “sensibilizar e implicar al colectivo en la conservación de los recursos”.

La información para el citado trabajo se ha recogido a través de entrevistas in situ con los pescadores recreativos, durante las cuales se procedió, siempre que fue posible, a la identificación y muestreo de la captura.

Las entrevistas sirvieron para conocer el perfil del pescador, el esfuerzo realizado y el promedio de capturas, así como “todos los detalles importantes de la pesca, composición de especies y tallas”.

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