Zoonosis: la creciente amenaza del salto de virus de animales a humanos tras romperse el equilibrio de la naturaleza

El consenso científico es que el nuevo coronavirus, detectado por primera vez en China a finales de 2019, originó en los murciélagos.

Adrián Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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La transmisión del coronavirus SARS-CoV-2 a los humanos ha causado miles de muertes y ha paralizado la economía global. El salto de un virus de animales a nuestra especie, un proceso conocido como zoonosis, no es un hecho aislado, y la destrucción del medioambiente amenaza con acelerarlo.

El consenso científico es que el nuevo coronavirus, detectado por primera vez en China a finales de 2019, originó en los murciélagos. Estos mamíferos son el reservorio del 70% de los coronavirus, incluyendo los causantes de los brotes de SARS en 2003 y el MERS en 2015. Sin embargo, que estos virus lleguen a humanos no se debe a esos animales, sino a las circunstancias a su alrededor.

“Durante la evolución de los mamíferos a lo largo de 60 o 70 millones de años y la adaptación de microorganismos a determinados grupos de animales, se ha creado un equilibrio con los microorganismos que habita”, explica José Poveda, catedrático de Sanidad Animal de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. “Los animales que hospedan a los virus, los llamados reservorios, permiten que se repliquen a pequeña escala sin que les causen enfermedad.”

Los problemas comienzan cuando ese equilibrio se rompe. La ingesta de animales exóticos, de su comercio en mercados como el de Wuhan, o de la destrucción de sus hábitats naturales, acelera el contacto del virus con otras especies que en circunstancias naturales serían ajenas a él. Además, como han explicado dos investigadores franceses en The Conversation, los ambientes biológicos diversos y sanos, al contrario de los medios influidos por la mano del hombre, tienen mecanismos de equilibrio que frenan el potencial epidémico de un virus.

Según Poveda, “el salto de un virus de animales a humanos no es fácil, puesto que tiene que haber un sitio de entrada, unos receptores específicos a través de los cuales el virus se pueda anclar a las células de un nuevo hospedador”, pero nuestras acciones incrementan las posibilidades.

En el caso del SARS-CoV-2, la proximidad con otros animales en el mercado de Wuhan puede haber sido clave para que diese el salto a los humanos. El nivel de similitud del virus con aquellos conocidos en murciélagos y las bajas concentraciones de los virus que hospedan que suelen soportar estos mamíferos indican la necesidad de un hospedador intermedio para que el virus se multiplicara y adaptara mejor a las células humanas.

En un estudio reciente, investigadores de la Universidad de Michigan descartaron a las serpientes como el huésped intermedio y se decantaron por el pangolín malayo, un mamífero en peligro de extinción similar a un oso hormiguero y muy preciado en China por su carne y las supuestas propiedades de sus escamas.

Además de los coronavirus, los animales hospedan una gran variedad de virus que pueden afectar a los humanos. Por ejemplo, la zoonosis de un lyssavirus causa la rabia y la de un favivirus causa el dengue, y esto es solo en el campo de los virus. También puede haber zoonosis de bacterias o protozoos.

Poveda alerta, por ejemplo, de la amenaza de los reservorios de fiebres hemorrágicas en roedores americanos. En países como Argentina, Uruguay y las selvas amazónicas están viéndose desplazadas de sus hábitats y han comenzado a poblar plantaciones de soja, zonas muy propensas para su expansión gracias a la abundancia de alimento y la ausencia de depredadores. En estas condiciones, el doctor asegura que es “muy probable” que se vuelvan a dar procesos epidémicos a raíz de la zoonosis.

El trabajo de los científicos estudiando el origen del coronavirus, además de preparar a la sociedad mejor para el futuro, tiene que luchar cada día contra la oleada de bulos que ha aprovechado la incertidumbre alrededor de la actual crisis sanitaria. Uno de las teorías de la conspiración más extendidas es que el virus se originó en un laboratorio chino, lo cual ha sido desmentido y denunciado por la comunidad científica como un ataque racista que “pone en peligro la colaboración internacional contra el virus”. Otra de estas rocambolescas explicaciones es que la COVID-19 está causada por las conexiones inalámbricas de 5G, lo cual ha motivado ataques contra las torres de telecomunicaciones, incluyendo una que conectaba a los pacientes de un hospital en el Reino Unido con sus familiares. Los científicos vuelven a los datos y aclaran que, aunque debemos estudiar cómo el impacto humano agrava los riesgos de la zoonosis, el virus llegó a los humanos a través de un proceso evolutivo natural.

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