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ANÁLISIS

Rebumbio político en Fuerteventura

Pleno del Cabildo de Fuerteventura.

Carlos Sosa

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Recuperar el poder a toda costa, aunque sea cediendo la presidencia a uno de los partidos minoritarios en el Cabildo de Fuerteventura. Coalición Canaria, o mejor dicho, Asamblea Majorera, su veterana pata local, vive momentos de verdadera excitación ante la posibilidad de que las instituciones que le fueron arrebatadas tras las elecciones locales de mayo de 2019 vuelvan a sus manos. La sangría de votos que reflejan las encuestas que maneja su secretario general, Mario Cabrera, y el clamor de muchos mandos intermedios necesitados de ocupar cargos públicos, están en el origen del actual rebumbio político que vive la isla después de que el presidente del Cabildo, el socialista Blas Acosta, destituyera por desleales a dos de los consejeros de su grupo de gobierno que ganaron sus actas en una coalición electoral que ya no es operativa.

Era una destitución cantada. Los consejeros Sergio Lloret y Marcelino Cerdeña venían maniobrando hacía meses en la dirección de arrebatar la presidencia del Cabildo al socialista Blas Acosta, que a su vez la consiguió en 2019 después de una moción de censura a la candidata de Coalición Canaria, Lola García, que encabezó la lista más votada aunque con el mismo número de consejeros que el PSOE. La particular conformación de los cabildos impone que se convierta automáticamente en presidente o presidenta quien encabece la candidatura más respaldada por los electores, y así García ocupó efímeramente el puesto hasta que el PSOE, Podemos y la alianza electoral entre Nueva Canarias (NC) y Asambleas Municipales de Fuerteventura (AMF) promovieron la censura con éxito.

Coalición Canaria pasó a la oposición por primera vez en más de dos décadas, lo que extendía a isla de Fuerteventura la debacle que también se dio en las demás y en la presidencia del Gobierno. Mario Cabrera y los suyos no se resignaron, y desde el primer momento promovieron operaciones tendentes a recuperar el poder. Resultaba muy duro ver cómo decenas y decenas de personas que durante tantos años vivieron al calor del poder reclamaban a su partido soluciones vitales, algunas de mera supervivencia personal, que la formación se veía incapaz de atender. 

Una de las vías elegidas se encaminó inicialmente a pactar con el PSOE regional un alambicado acuerdo que permitiera al presidente de Canarias. Ángel Víctor Torres, contar con los tres diputados de Asamblea Majorera en el Parlamento regional en los momentos más convulsos del pacto en el que se sustenta el Gobierno. A cambio, los socialistas debían sacar a Blas Acosta del Cabildo y encaminarlo a algún alto cargo de la administración autonómica. Torres no quiso oír hablar de esa posibilidad.

Eran tiempos en los que Coalición Canaria se debatía internamente sobre la candidatura del expresidente Fernando Clavijo a la secretaría general de la formación, sobre sus veleidades con Pablo Casado, y cuando se llegó a plantear un nuevo intento del pacto entre los nacionalistas y el Partido Popular con el respaldo de Nueva Canarias y la Agrupación Socialista Gomera. Una quimera que se sigue repitiendo cíclicamente en los medios de comunicación que todavía siguen el juego a Coalición Canaria.

Una presidencia casi imposible

Coalición Canaria-AM celebrará congreso insular el próximo mes de febrero y sus dirigentes necesitan presentarse ante su militancia con algo más que proyectos. Por eso se reactivó estos últimos meses la opción AMF, la que habría de convertir en presidente del Cabildo a uno de los hombres más odiados por CC en Fuerteventura, Sergio Lloret, al que el líder nacionalista, Mario Cabrera, ha dedicado siempre duros epítetos, sobre todo a partir de su paso por el Ayuntamiento de Tuineje y su sonada marcha del partido tras unas cuantas insinuaciones de corrupción.

Lloret se unió a la formación Unidos por Betancuria del alcalde de esa localidad, Marcelino Cerdeña, para allanar el camino a Coalición Canaria, y en las negociaciones exigió ser el presidente en el caso de una moción de censura que ninguno de los dos podría firmar por haberlo hecho con la que puso de presidente a Blas Acosta. La idea era que esa acción la respaldara CC, el Partido Popular, y esos dos consejeros cesados por desleales. Pero en aplicación de la ley, Lloret no podría ser presidente por no haber encabezado la lista de la plataforma electoral con la que concurrió a las elecciones. Lo hizo el líder local de Nueva Canarias, Alejandro Jorge, que tendría que renunciar a ese derecho, lo que en estos momentos descartan no solo él mismo, sino también su formación, el principal respaldo al Gobierno regional del que forma parte como vicepresidente Román Rodríguez, el líder de la formación.

Las negociaciones estaban tan avanzadas cuando Blas Acosta destituyó a Lloret y a Cerdeña que el primero ya había evacuado consultas legales con el secretario general del Cabildo para encontrar una solución legal que le permitiera ser el candidato a la presidencia. La respuesta que obtuvo fue que bastaría un escrito de Alejandro Jorge renunciando a su candidatura para que prosperara su deseo.

En cualquier caso, ni Lloret ni Cerdeña pueden firmar una moción de censura, lo que obligaría a que el segundo se vea obligado a abandonar su acta de consejero para dar paso a la siguiente persona en la lista, la parlamentaria regional Sandra Domínguez, de AMF, que tendría las manos libres para apoyar la iniciativa, lo que se da por seguro. Pero Marcelino Cerdeña no dará el paso hasta tener la garantía de que el próximo presidente del Cabildo será su compañero de aventura Sergio Lloret, lo que es imposible de determinar en estos momentos.

Pero hay más obstáculos en el camino. El Partido Popular de Fuerteventura se niega a participar en un apaño de ese tipo: apoyar una moción de censura junto a Coalición Canaria para hacer presidente a una persona tan conflictiva como Sergio Lloret. Su líder local, Claudio Gutiérrez, ha eludido confirmar tal posición a este periódico, remitiéndose a las decisiones que tomen las direcciones del PP de la isla y de la región. La presidenta regional, Australia Navarro, en su línea de apoyar cualquier acción institucional de Coalición Canaria, ya ha manifestado a sus compañeros majoreros su predisposición a la moción de censura, pero todavía no hay una decisión tomada. Sobre todo porque los números siguen fallando.

El PP majorero, por el contrario, se inclina hacia un acuerdo con el Partido Socialista de Blas Acosta, al que ha dado la razón en este conflicto con sus dos consejeros irradiados. La suma de los consejeros del PSOE y los populares requeriría de solo un voto más, que lo proporcionaría el representante de Nueva Canarias, Alejandro Jorge, que hasta el momento se ha mantenido leal al presidente de la Corporación. De la ecuación saltaría Podemos, que forma parte del gobierno insular con sus dos representantes. Su incompatibilidad con el PP le obligaría a pasar a la oposición.

Mientras, Coalición Canaria mueve todos sus resortes pero guarda silencio en público: “El diálogo hay que tenerlo abierto incluso si está en la oposición. Tenemos la mano tendida. En Fuerteventura las cosas corren rápido”, declaró a este periódico el líder local de Coalición Canaria, Mario Cabrera, quien sostiene que está pendiente de que alguien le dé una explicación de lo ocurrido en el último pleno de la Corporación, informa Toni Ferrera.

La crisis que estalló el pasado 22 de diciembre con la ausencia de Lloret y Cerdeña en el pleno más decisivo del año, el de la aprobación de los presupuestos para 2021, se va apaciguando por momentos. No solo porque a día de hoy no está garantizado el éxito de una moción de censura en el Cabildo de la isla, sino también porque los tambores de guerra que amenazaban con remover los gobiernos municipales de la capital, Puerto del Rosario, y plazas tan influyentes como Pájara o Tuineje, podrían dejar de sonar en breve ante la imposibilidad de que salgan las cuentas y haya mayorías suficientes para que Coalición Canaria vuelva a ser la fuerza dominante en Fuerteventura.

En Puerto del Rosario tendrían que cruzarse variables tales como que las dos concejalas que concurrieron con Ciudadanos respalden la revuelta; o que lo haga el polémico concejal José Juan Herrera junto a  la exdirigente del PP insular Águeda Montelongo o el concejal de Nueva Canarias hasta conseguir dos votos imprescindibles; que en Tuineje la alcaldesa del PP eche del gobierno al PSOE para dar entrada a CC, y que en Pájara el alcalde de AMF prefiera a los siete concejales nacionalistas en vez de los del PSOE con los que gobierna. Todo ello, claro, en el caso de que Sergio Lloret consiga su propósito de ser presidente en un gobierno insular con siete consejeros de Coalición Canaria y cuatro del PP. 

Un rebumbio.

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