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Reflexiones a fuego lento sobre Culinary Zinema, la única sección gastronómica del mundo en un Festival de Cine Clase A

Kursaal en la 70ª edición del Festival del Cine de San Sebastián

Javier Suárez

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Hace ya dos lejanos meses que se celebró la 70ª edición del Festival de Cine de San Sebastián, que además coincidió con la 10ª edición del Culinary Zinema, sección que aúna gastronomía y cultura en sus formatos audiovisuales, pero también gastronómicos propiamente dichos gracias a la labor que ejecutan en conjunto el Festival de Cine de San Sebastián y el Basque Culinary Center.

En la cocina cada vez nos gustan más esas recetas elaboradas al “chup chup” del fuego lento, en el que vas incorporando ingredientes, los dejas reposar, retocas y preparas para que salga en su punto justo. Por eso no quise que las prisas por ser el primero o que al escribir nada más “salir del cine o del restaurante” me tapara lo que yo considero deben ser más reflexiones e historia que resultados de esta edición festivalera en sí, cosa que, dicho sea de paso, si tuviéramos que ponerle una nota sería la del sobresaliente, ya que tuvo de todo: películas y cenas que enamoraron por su talento, y otras que más bien nos hicieron pensar, pero siempre en un tono constructivo.

Centrándome en las películas destacaría una por encima de todas, The Zen Diary, del japonés Yuji Nakae, que cautivó de manera unánime a todos aquellos periodistas que nos dimos cita en el pase del filme. La historia y los fogones traspasaban la pantalla con una sensibilidad envolvente permitiéndote viajar de la mano de su protagonista por esos 12 meses de rodaje con el único objetivo del director para captar los mejores productos de cada temporada y no introducirlos a la fuerza. Sutil y elegante, Nakae conseguía que todos los elementos del filme, como son la música y sus silencios, el guión y sus intérpretes o la fotografía, se fusionaran como un plato único lleno de potencia y sabor. Uno de los filmes gastronómicos que más me han emocionado en los últimos años, sin duda alguna. Ojalá haya encontrado comprador para ser exhibida en salas o al menos que llegara a alguna de las plataformas que apuestan por este tipo de cine y para ello mi mente viaja inexorablemente a Filmin, la verdad. La cena que elaboró el chef Naouyki Haginoya, director del grupo gastronómico Nomo, consiguió que la magia vivida en la cinta traspasara la pantalla y nos llegara a la mesa. Y no es que lo diga yo, es que tuve el honor de compartir esa cena en la mesa con el equipo de la película y la emoción que sentían en cada plato les hacía vibrar. 

De La Huella puedo indicarles que pocas veces un documental centrado en un restaurante “habla menos” de gastronomía tal y como la conocemos, pero que al terminar de verlo las ganas que te entran de coger un avión, irte a Uruguay y vivir esa experiencia en vivo son únicas. En cambio, el documental Virgilio, sobre la figura del cocinero peruano Virgilio Martínez y su esposa, Pía León, viaja y transita por el lado opuesto, centrándose mucho en la forma de cocinar del que es, a día de hoy, 2º Mejor Cocinero del Mundo y Mejor Cocinero de Latinoamérica para The 50 Best. El documental no obvia la importancia que su esposa Pía León tiene en su vida, Mejor Cocinera del mundo 2021, pero como recalcó José Carlos Capel durante la cena y coloquio posterior al evento, el director, Alfred Oliveri, no supo contar ni aprovechar la grandeza que significa el trabajo que Virgilio y Pía están realizando en el restaurante MIL, dándole una nueva dimensión a una gastronomía y productos que jamás habían sido trabajados hacia fuera, trabajando con los indígenas de la zona de manera directa y proporcionándoles un nuevo medio para ganarse la vida. De lo que no cabe ninguna duda es de que Virgilio y Pía demostraron una capacidad de sacrificio y talento enorme durante la cena que desplegaron en el Basque Culinary Center, trayendo a los 60 afortunados comensales que nos dimos cita, no solo la magia de su cocina, sino lo más importante, las raíces de su país, Perú. Una noche para el recuerdo, de esas que se viven en el Culinary Zinema.

De la jornada dedicada a Hunan y su gastronomía lo más interesante a destacar es el conocer matices, sabores y olores de una cocina completamente desconocida para la gran mayoría de comensales occidentales. El equipo del Restaurante Chía, en Madrid, que proviene de dicha región, no quiso cocinar fácil y buscó la autenticidad según nos explicaron en el coloquio posterior. Eso hizo que la cena en sí resultara contradictoria por momentos, y no les voy a mentir, con algún plato como los huevos milenarios, que el que les escribe no volverá a probar en su vida. De la película Nostalgia destacaría que si bien su premisa era interesante, el desarrollo y desenlace de la misma consistió en un auténtico fiasco, siendo el título más flojo de la edición. 

Pero todo Culinary Zinema tiene un comienzo y aunque de la cena no puedo hablar en primera persona porque no estuve allí, me consta que los comensales que acudieron disfrutaron a lo grande. Se viajó a Japón para contar la historia del Restaurante MIBU, un templo para los amantes de la cocina nipona vista a través de los ojos de varios de los cocineros más importantes del mundo, entre los que se encontraban Ferrán Adriá, el cual habló de alguien que no fuera él por primera vez en muchísimo tiempo; José Andrés, que narró alguna anécdota tremendamente divertida; mientras que Oriol Castro o Albert Raurich, que se encargó de la cena homenaje, destilaban respeto por los cuatro costados. Pero quien más me sorprendió e incluso diría que me emocionó verlo hablar fue a Andoni Luis Aduritz, porque los que tenemos la fortuna de conocerlo pudimos apreciar el auténtico amor y pasión que siente por el matrimonio Ishida. Pocas veces he escuchado a Andoni tan a corazón abierto hablar así de otro colega de profesión. Este documental MIBU, la luna en un plato debería ser estudiado como ejemplo de cómo ensalzar la figura de quien se quiere homenajear sin caer en el autobombo del que se excede en este tipo de cintas, un documental que, al igual que The Zen Diary, debería tener la suerte de poderse ver en España, vale muy mucho la pena.

Pero ahora voy a detenerme en reflexiones compartidas con José Luis Rebordinos y Lucía Olaciregui, responsables por parte del Festival de Cine de San Sebastián de la sección Culinary Zinema durante un mini break celebrado en el LABe Restaurante del Basque Culinary Center en la 5ª plata del Edificio Tabakalera, una de las sedes del propio festival. “Estamos muy contentos con la trayectoria que ha tenido y que tiene la sección del Culinary Zinema, pero nos cuesta muchísimo encontrar cintas de ficción de temática gastronómica con una calidad especial para ser proyectadas aquí, no nos conformamos con cosas menores”, empezaba diciéndome José Luis Rebordinos, que, recordemos, es el director del festival en sí. Lucía apostillaba, pero a la vez contenta porque “este año hemos tenido la fortuna de encontrar un documental como el de Mibu, que se sale de los parámetros habituales en ese tipo de trabajos o la película The Zen Diary, que me consta ha gustado muchísimo en su primer pase. Ya el año pasado tuvimos Delicious, que se convirtió en un éxito sorpresa en salas y que está teniendo una larga vida en plataformas”. 

José Luis nos contó: “Estuve tentado de llevarme The Zen Diary a otra sección más potente porque es un título que merecería tener distribución y comprador en España, pero no hubiera sido justo para Culinary” y, ante eso, tocamos el punto de reflexión que llevaba yo tiempo trabajando en mi cabeza, como hacer que la sección tuviera más relevancia oficial, a lo que respondieron ambos: “No es fácil pero está claro que algo tenemos que hacer y vamos a hacerlo, seguro. La sección Culinary Zinema tiene su público, que llena los aforos y las cenas en cuestión de horas según salen las entradas a la venta, pero está claro que queda fuera del resumen general que hace la prensa al no tener ningún tipo de galardón oficial. Hace años tuvimos un premio dedicada a ella pero se dejó de hacer, pero puedes ponerlo bien claro, el Festival de Cine está firmemente comprometido con el Culinary, nos hemos quedado como el único Festival de Cine Clase A del mundo con una sección similar y trabajaremos para incrementar la calidad y repercusión de los filmes, tal y como el Basque Culinary ha conseguido con las cenas, donde cada año se sigue subiendo peldaños y consiguiendo hits que parecen imposible de superar”. 

Para terminar quiero compartir algunas reflexiones que mantuve en una conversación con Joxe Mari Aizega, director del Basque Culinary Center, el otro pilar fundamental del Culinary Zinema. “Para nosotros en el Basque estas jornadas son muy especiales porque tenemos la oportunidad de que los jóvenes aprendan con grandes cocineros y cocineras que vienen de toda España y los rincones más recónditos del mundo, trabajar con producto que únicamente tenemos estos días y cocinar cada noche para 60 personas en un evento que ya ha cogido alma propia en el festival pero también para la sociedad donostiarra”. 

Entrando en profundidad sobre cómo se coordinan ambos equipos, Joxe Mari no tiene dudas al respecto: “Esa es la gran clave del éxito del Culinary Zinema, los equipos del Basque y del Festival, porque sin ellos nada de lo que empezó como un te imaginas que entre Rebordinos y yo hubiera llegado a buen puerto. A día de hoy no es que metamos a 60 personas en cada cena, es que podríamos doblarlas si tuviéramos espacio y seguiríamos llenándolo en cuestión de horas. Eso es algo que Rebordinos sí me insiste todos los años, en que tenemos que ampliar aforo, pero yo prefiero que sigamos con esta capacidad para seguir con la excelencia que mantenemos hasta hoy”. Como conclusión, centrándonos en el Culinary, Aizega afirma con rotundidad que “toca seguir trabajando de la mano con Rebordinos y nuestros equipos. Nos hemos quedado como la única sección gastronómica dentro de un festival de cine de clase A y estando en San Sebastián, eso hay que defenderlo con orgullo. Desde el Basque siempre hemos abogado por una enseñanza multidisciplinar y este es uno de los ejemplos reales más claros de ella por lo que cuento y sueño conque al Culinary Zinema le queda una larguísima vida por delante, muchos platos que cocinar y muchas películas que ver”. Y ojalá que nosotros lo podamos ver y contar. 

Si están pensando en acudir al Festival de Cine de San Sebastián en 2023 o si bien desean darse alguna escapada durante el año desde Canarias a una de las ciudades más bonitas del mundo, no olviden que gracias a BINTER lo tenemos mucho más fácil, ya que vuela directo a la ciudad donostiarra y sus aproximaciones son tan maravillosas como los días que se disfrutan en San Sebastián, la ciudad que fusiona la gastronomía y la cultura en una misma seña identitaria.

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