Queridos Reyes Magos: me gustaría pedirles...

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Queridos Reyes Magos: 

Más que pedirles regalos en este año 2021 me gustaría escribirles una carta repleta de deseos, sueños e ilusiones. Pero esta carta no está redactada en primera persona, porque no es para mí para quien la escribo, sino para mis amigos y amigas del sector de la hostelería y restauración, que tan mal lo están pasando desde que un mal bicho invadió nuestro planeta y cambió la forma que teníamos de vivir.

Me gustaría pedirles que ese bar de barrio cuya barra era el punto de encuentro para que el trabajador se tomara el café leyendo el periódico mientras mordía su bocadillo, pueda volver a ser la misma. 

Me gustaría pedirles que esa casa de comidas de las de siempre vuelva a ser el refugio de la gente que busca la complicidad entre comer bien y en poco tiempo, y el teletrabajo ya haya quedado como una opción y no como una obligación.

Me gustaría pedirles que esos restaurantes de todo tipo sigan levantando sus persianas para poder satisfacer las necesidades y gustos de sus clientes, buscando las estrellas más importantes, la de sus clientes del día a día y que ayudan a mantenerlo abierto.

Me gustaría pedirles que las terrazas de copas y el ocio nocturno puedan volver a ser parte de una sociedad que en los años 80 ya cantaba eso de que “no hay como el calor del amor en un bar”.

Me gustaría pedirles que volvieran esos congresos y ferias gastronómicas, tan criticadas por unos como alabadas por otros, pero que reunían en un mismo enclave a muchas personas que tenían un mismo objetivo común, crecer y aportar.

Me gustaría pedirles que volvieran esos viajes por toda Canarias y resto de España para seguir visitando rincones llenos de sabor por los cuatro costados.

Me gustaría pedirles que volvieran esas largas sobremesas a la sombra de un mantel o esas noches cerradas al abrigo de la última copa de vino.

Por último, me gustaría pedirles esta vez algo para mí: sueño con volver a dar los abrazos y besos perdidos a esa gente que quiero, respeto y aprecio. Aunque hemos aprendido a sonreír con la mirada, cada día tengo más claro que éramos felices y no es que no lo supiéramos, es que hoy lo estamos aprendiendo a valorar.

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