Gustavo A. Marrero, economista: “La visión de corto plazo de la política nos lleva a la situación actual de desigualdad en riqueza en Canarias”

Gustavo A. Marrero, catedrático de Análisis Económico en la ULL e investigador principal del estudio sobre inequidad de la riqueza en las islas.

Román Delgado

Santa Cruz de Tenerife —

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El profesor, investigador y catedrático de Análisis Económico en la ULL Gustavo A. Marrero atesora un currículo académico muy extenso. Marrero, aparte de ser el investigador principal del novedoso estudio La desigualdad en riqueza en Canarias, presentado este miércoles en la Facultad de Económicas de La Laguna, es, entre otras responsabilidades, miembro del Centro de Estudios de Desigualdad Social y Gobernanza (Cedesog), del Instituto Universitario de Desarrollo Regional de la ULL y de la red Equalitas.

Marrero, junto con otros especialistas en economía y profesores, como Clara Martínez-Toledano (del Imperial College Business School, Word Inequality Lab), Juan C. Palomino (de la Universidad Complutense de Madrid) y Dmitry Petrov (de la Universidad de Alcalá), ha sido copartícipe de ese proyecto de investigación, un trabajo inédito en Canarias, nunca antes realizado, que se ha desarrollado tras el encargo realizado desde Presidencia del Gobierno de Canarias en la legislatura anterior, con Ángel Víctor Torres de presidente (del PSOE y hoy ministro en el Ejecutivo español).

Con ese complejo estudio, que ha tenido un coste de 15.000 euros (lo que factura la ULL), se han tratado de alcanzar, como reconoce el catedrático Marrero, los siguientes objetivos: medir la desigualdad en riqueza en Canarias, completar estudios de desigualdad en renta y en pobreza, y generar una metodología que permita actualizar y seguir la desigualdad en riqueza en Canarias, algo que antes nunca había sido planteado o analizado para el territorio canario.

En esta entrevista, Gustavo A. Marrero se adentra en las claves y conclusiones de ese estudio, abordado por un equipo de cuatro profesionales, a la vez que comparte con los lectores algunas de las causas y de las consecuencias del profundo problema de desigualdad en el reparto de riqueza que se da en Canarias, un fenómeno que no es nuevo y que resulta de la combinación de gran número de factores que llevan influyendo al menos en los últimos tres decenios.

Este miércoles, 16 de octubre, redactores del estudio encargado en la legislatura pasada (2019-2023) por la Viceconsejería de la Presidencia con el objeto de analizar cómo se reparte la riqueza en Canarias han presentado en sociedad los resultados obtenidos, previa invitación, por ejemplo, de representantes de las principales instituciones públicas y de los agentes sociales. En ese equipo, está usted como investigador principal. Antes de ir al grano, quizá convenga que usted explique qué es la riqueza, cómo se suele y puede medir, y qué dificultades entraña este proceso. Por cierto, ¿cómo lo han hecho ustedes en este estudio? ¿Con qué equipo multidisciplinar han contado?

La definición de riqueza que usamos en el estudio es la de riqueza neta, la usada en el Sistema de Cuentas Nacionales. Mide el total de activos (financieros y no financieros) menos los pasivos (deudas) de todos los hogares a valor de mercado en una fecha determinada. Los activos financieros serían el efectivo existente (en cuentas corrientes), los depósitos, otros activos de renta fija (bonos, letras del tesoro...), el valor de las acciones, las participaciones en fondos de inversión, los seguros de vida o los fondos de pensiones... Por su parte, los activos no financieros se refieren al valor de los inmuebles, terrenos o al valor del negocio de los autónomos. Las deudas, en cambio, hacen referencia a créditos existentes, hipotecas o cualquier deuda que los hogares tengan con otros individuos o instituciones.

Para poder medir la desigualdad, es necesario tener de todo eso para cada individuo en una muestra representativa de los hogares canarios (y de España, para hacer las comparaciones). El manejo de datos y de supuestos que hay que hacer para conseguirlo es alto. Las bases de datos habituales disponen de información de renta (flujos), pero no de riqueza (stock). Y la manera habitual para medir la riqueza, que es compleja, consistía en hacer imputaciones acerca de lo que valdrían los activos del individuo según la renta que han generado (por ejemplo, el rendimiento que te da el fondo de inversión o tus acciones, y del valor catastral del inmueble).

Para este trabajo, en cambio, hemos tenido la fortuna de disponer de una nueva base de datos de registros administrativos, el Panel de Hogares, que une información de renta (IRPF) con el impuesto del patrimonio, lo que permite completar muchas lagunas que antes se tenían usando los procedimientos convencionales. En este sentido, estamos muy contentos con el trabajo, ya que somos los primeros en usar el Panel de Hogares para estimar la riqueza (no solo para Canarias, sino también para España). Además, hemos mejorado la metodología existente y hemos tenido la fortuna de contar con un equipo multidisciplinar de enorme nivel, con expertos internacionales en riqueza para realizar este trabajo. 

Además de mi presencia como experto en desarrollo económico, desigualdad y desigualdad de oportunidades, y como conocedor de la economía canaria, hemos contado, todo un lujo, con la profesora Clara Martínez-Toledano, del Imperial Collegue y del World Inequality Lab, una referencia mundial en estudios de desigualdad en riqueza. Hemos aplicado sus técnicas en este trabajo. También han participado Juan C. Palomino, profesor de la Universidad Complutense de Madrid e investigador de INET en la Universidad de Oxford, que es experto internacional en desigualdad en renta y en riqueza, y Dmitry Petrov, investigador de la Universidad de Alcalá de Henarés. Petrov ha sido una pieza fundamental en el proyecto investigador, al ser, además de experto en desigualdad, un gran conocedor del manejo del Panel de Hogares, que es un recurso complejo.

Bien, y ahora: ¿cuál es la idea central que se extrae de ese complejo trabajo técnico en relación con el concepto de redistribución de la riqueza entre la población isleña?

El mensaje es muy claro: Canarias está entre las regiones españolas de mayor desigualdad en riqueza en España, junto con otras como Madrid, Cataluña o Baleares. La diferencia es que estas otras tres regiones tienen niveles de PIB por habitante bastante mayores. Por lo tanto, Canarias se coloca entre las regiones con menor renta por habitante y es más desigual, tanto en renta como en riqueza. Según nuestras estimaciones, que tengo que enfatizar que son provisionales y probablemente sufrirán alguna modificación próximamente, en Canarias el 10% de los hogares que más riqueza acumulan poseen aproximadamente el 60% de la riqueza de la región (algo menos en el resto de España), mientras que el 50% que menos tiene acumula por debajo del 3-4% del total (aproximadamente el 7-8% en media en el resto de España). Algo menos del 40% de la riqueza restante la posee la clase media-alta (algo más del 40% en el resto de España). Esto conduce a que, en Canarias, el 10% que más tiene acumula entre 80 y 85 veces más riqueza que el 50% que menos tiene (esta ratio para el resto de España es aproximadamente entre 45 y 50 veces).

El estudio, como usted ya ha subrayado, concluye que Canarias está afectada, incluso profundamente, por un proceso de inequidad de riqueza que genera su economía y, en términos generales, las políticas aplicadas en las islas. ¿Cuáles son las causas de esa descompensada redistribución de recursos entre la población? ¿Las puede detallar?

La riqueza en una variable stock, como tal, es fruto de todo lo acumulado por los individuos en el pasado. Además, es una variable que tiene mucha inercia (es difícil que cambie en el tiempo). Esto hace que las causas de una alta desigualdad en la riqueza no se tengan que buscar en los últimos años, sino en las últimas décadas. La desigualdad actual es fruto, al menos, de la evolución de la economía en los últimos 30 o 40 años. Desde hace muchos años (al menos desde finales de los noventa), vemos en los datos cómo los niveles de productividad de los trabajos peor remunerados son más bajos que los de los mejor remunerados. Esto, de momento, ha generado una desigualdad en renta que se ha mantenido durante muchos años y que al final se ha reflejado en la desigualdad en riqueza. Una baja movilidad social también afecta en que la desigualdad de la riqueza sea persistente, al pasar los activos de generación en generación, siendo muy difícil revertir las diferencias.

Además, muchas políticas han favorecido e incentivado la acumulación de activos inmobiliarios en unos pocos (entre el 25% y el 10% de población más rica), al mismo tiempo que el endeudamiento se generalizaba en el resto de la población, limitando mucho la capacidad de acumular riqueza en este segmento. Durante muchos años consecutivos, la capacidad de ahorro (y de acumular nuevos activos, financieros y no financieros) la han tenido, mayoritariamente, los que partían de condiciones más favorables (tenían más riqueza). Entrar en mayor detalle sobre las causas es imposible con el estudio realizado. Esto requiere adentrarnos ahora en muchos detalles que sería imprudente referenciar en estos momentos. 

Una vez explicado el origen de ese proceso de inequidad, quizás quede ahora observar cómo se pueden cambiar las cosas… Pues eso: ¿qué caminos hay que seguir para corregir esa situación, siempre que los dirigentes políticos consideren que se le debe dar la vuelta, que igual hasta no es así?

Este estudio ha puesto la situación de desigualdad de la riqueza de Canarias en el mapa con una rigurosidad muy alta. Para poner las soluciones, hay que entender bien los motivos. Pero esto no ha sido el objeto del estudio. Hay que ser igual de serios y rigurosos en lo que se propone para revertir la situación, ya que muchas medidas que se nos puedan ocurrir podrían tener un efecto contrario en el largo plazo.

A los políticos hay que convencerlos de que luchar contra esta desigualdad va a favor de la movilidad intergeneracional, de la productividad y de la eficiencia económica. Altos niveles de desigualdad (en renta o en riqueza) terminan generando inmovilidad social y desigualdad de oportunidades, y existen muchos estudios, y muy rigurosos, que concluyen que esto es malo para la productividad y para el crecimiento económico, ya que, entre otros motivos, provoca que mucha inversión no se materialice y, además, que quienes la materializan no sean los más aptos para hacerlo. En definitiva, la alta desigualdad (en riqueza, especialmente) puede generar mucha inversión poco productiva.

En este sentido, aunque revertir la tendencia de la desigualdad no sea fácil y su reducción puede llevar años (más allá del ciclo político habitual de cuatro años), cambiar la tendencia y entrar en una senda de mejoría daría mucho valor a la política económica y lanzaría una gran señal al resto de España y de Europa sobre que en Canarias nos tomamos este problema en serio.

¿Se puede decir que este es un problema estructural en Canarias? Si fuera así, ¿qué papel ha desempeñado el dominio del sector turístico en la economía isleña o, si se prefiere, la estructura productiva propia de las islas en los últimos 40 o 50 años?

No disponemos de series históricas largas; por ello, no podemos decir si el problema es estructural. Pero, tal y como comenté anteriormente, al ser la riqueza el resultado de lo acumulado en las últimas décadas, sí se puede afirmar que es un problema cuyo origen viene de atrás. Nuevamente, la respuesta a esta pregunta no se encuentra en nuestro análisis ni en los datos.

El turismo es el motor principal de la economía canaria y es donde tenemos una gran ventaja comparativa. Es un sector muy intensivo en mano de obra y poco en capital, por lo que, en teoría, no tendría que generar más desigualdad que otros de similares características.

Sin embargo, en el caso de Canarias (y puede que en Baleares también), sí creo que ha afectado (de forma negativa) a la desigualdad, por dos motivos (reitero que es una opinión por otros análisis, más que por algo que salga de los análisis hechos en este estudio). Primero, los bajos niveles de productividad en general en Canarias y en el turismo en particular han mantenido los salarios reales bajos, especialmente entre la población de menor nivel de renta y riqueza (en Canarias puede ser de más del 50% de la población ocupada). Segundo, ha fomentado durante mucho tiempo una inversión constructora que sí ha generado un aumento notable en las rentas del capital, y estas sí que se han acumulado en pocas manos.

La riqueza generada durante los bums de los 80, 90 y 2000 ha permitido a sus tenedores, con posterioridad, diversificar su cartera e invertir en activos de alta rentabilidad (acciones, fondos de inversión...). Además, esta inversión realizada en ladrillo ha sido poco productiva, lo cual se traduce en que ha favorecido muy poco al resto de los sectores y trabajadores. Dicho de otra manera, esta inversión ha contribuido muy poco a que los trabajadores sean más productivos, lo que no les ha permitido generar incrementos salariales de manera sostenible.

Y, claro, ¿cuál ha sido el papel de los gobiernos, de las políticas económicas, fiscales, sociales, educativas… desplegadas en todo ese periodo?

Una de las misiones de la política económica es corregir ineficiencias y evitar que los recursos se desvíen a inversiones poco productivas. Han de incentivar la meritocracia, promoviendo que quienes realicen la inversión monten empresas, accedan a puestos relevantes en la toma de decisiones…; sean los mejores (mayor esfuerzo y mayor talento), con independencia de su origen social o del acumulado de riqueza que se tenga. Una economía que consigue esto estaría funcionando al máximo rendimiento. Y la inversión que se generase, si bien haría más ricos a unos que a otros, todos la verían como más justa, y además generaría más efectos positivos para el resto, por lo que no veríamos tantas diferencias, probablemente. 

La política en Canarias (y en España también) de las últimas décadas no se ha regido por esos principios. La visión de corto plazo de la política (muchas veces clientelista y aplicada con mucho desconocimiento) nos ha llevado a la situación actual, que, sin ser mala (ya que no podemos decir que, en media, vivamos peor que hace 30 o 40 años), sí es muy desigual y podría ser bastante mejor. Aplicar medidas de política no es fácil, ya que genera muchos efectos indirectos de corto, medio y largo plazo que hay que intentar prever. Y hay que saber bastante de economía para poder anticipar estos efectos directos e indirectos y asesorar a los gobiernos (y que se dejen asesorar, claro).

¿Cómo visualiza este estudio a Canarias dentro del marco España, del país, y de la Unión Europea (UE) respecto al concepto central analizado: el ideal de un reparto equitativo de la riqueza? ¿Cómo estamos y dónde deberíamos estar si las políticas se hubiesen dirigido a otros fines quizá más de interés general?

Déjeme aclarar un aspecto, que es muy relevante y suele llevar a posiciones contrapuestas cuando realmente no lo están. En una economía, tiene que existir desigualdad. No existiría ningún incentivo al esfuerzo si no se permitiera la desigualdad. Esto hay que tenerlo muy claro. Lo que hay que combatir es la desigualdad de oportunidades (un concepto más genérico que el de inmovilidad social), que es aquella desigualdad ocasionada pura y exclusivamente por factores que están fuera del control de las personas, como su género, su raza, su origen social o su lugar de nacimiento. Cuando se habla de equidad, realmente se debe hablar de igualdad de oportunidades (reducir la desigualdad injusta), y no de promover una igualdad que mine el esfuerzo y el desarrollo del talento.

Conseguir la igualdad de oportunidades debería estar en el centro de la política. Si esto se consigue, estamos realmente incentivando la meritocracia y la correcta (eficiente) asignación de recursos: las inversiones las realizan los más productivos; el emprendimiento lo realiza el que más talento tiene; la educación superior y especializada la adquiere el que más se ha esforzado. Y todo esto redunda en una mayor productividad global, en un mayor crecimiento y en una menor desigualdad y mayor movilidad social.

En este sentido, España se encuentra entre los países europeos de mayor desigualdad de ingresos y de mayor desigualdad de oportunidades. Y Canarias, a su vez, entre las de mayor desigualdad y desigualdad de oportunidades dentro de España. Claramente, en España y en Canarias se han puesto medidas de crecimiento de la inversión sin tener en cuenta los principios de meritocracia (y de igualdad de oportunidades), lo que ha provocado, entre otras cosas, tener hoy mayores niveles de desigualdad (de oportunidades, sobre todo) y bajos niveles de productividad. Así tenemos que no es una cuestión de dirigir las políticas desde el inicio hacia una línea de mayor interés general; es la de dirigir las políticas a mejorar la igualdad de oportunidades, que ya esto revertirá, tarde o temprano, en la productividad global de la economía y en el interés general.

En un plano más pedagógico, ¿podría explicarnos por qué es importante el estudio y la comprensión de la desigualdad, de manera especial en Canarias? Y, en una misma línea, ¿por qué es relevante poder medir la inequidad en riqueza?

Aquí podría estar más de un día hablando. Pero creo que ya he mencionado aspectos relevantes. Altos niveles de desigualdad (en riqueza, especialmente) provoca divisiones sociales y un aumento de las tensiones políticas que dificulta la implementación de políticas buenas para la sociedad en general y se tiende a favorecer a los extremos. También aumenta la inmovilidad social y la desigualdad de oportunidades, lo que provoca malas asignaciones del talento y de la actividad empresarial (entre otros) y conduce a una baja productividad y a ineficiencias económicas. Por lo tanto, cuando se tiene un aspecto muy importante que puede tener efectos muy relevantes en la economía, lo primero que hay que hacer es medirlo bien. Si no tenemos buenas mediciones, no sabemos si tenemos o no la enfermedad, y esto es lo primero que tenemos que saber.

Por lo tanto, medir bien la desigualdad en riqueza implica poder hacer seguimiento de los efectos de determinadas medidas de política, de entender las causas y las consecuencias, de saber si el grado de la enfermedad es alto, bajo, está mejorando o está empeorando. Es igual de relevante medir bien estos aspectos en economía que tener medidas de la efectividad de un medicamento o de una vacuna en medicina.

Si tenemos sistematizado un procedimiento de medición y tenemos información de diferentes colectivos de individuos, podemos medir y evaluar acciones concretas. También, si nos compararnos con otras regiones españolas, podemos ir evaluando de manera relativa e ir modificando y adoptando nuestras políticas. Además, permite identificar qué rango de colectivos son los que ofrecen mayor diferencial en riqueza respecto a otros, y por lo tanto a quiénes hemos de dirigir las políticas. Todos esto es complicado de ejecutar, pero se puede realizar y, sobre todo, puede ayudar a dirigir y monitorizar mucho mejor la política económica de un país y de una región. 

¿El estudio que se ha presentado refleja o saca a relucir desigualdad de resultados dentro de Canarias?

Por supuesto. La riqueza, como he comentado, no es más que el resultado de lo acumulado (en forma de activos) durante muchos años. Y lo que se puede acumular depende en gran medida de los resultados que se van obteniendo a lo largo de la vida (en educación, salarios, rentas, salud...). Todo está conectado. No se conciben unos niveles tan altos de desigualdad en riqueza sin que haya habido, durante mucho tiempo, niveles altos de desigualdad en otros resultados.

Y sobre esto mismo: ¿qué relación se puede dar entre la desigualdad de oportunidades en Canarias y la desigualdad de resultados?

Ya comenté anteriormente que realmente es muy relevante distinguir entre desigualdad de resultados y desigualdad de oportunidades. Para nada es lo mismo, y lo que realmente queremos mantener en niveles bajos es la de oportunidades. Lo que pasa es que la desigualdad (total) ha de estar controlada en niveles aceptables (esto depende de cada momento y región), ya que altos niveles de desigualdad (ya sea de esfuerzo o de oportunidades) promueven la aparición, tarde o temprano, de grupos de poder que favorecen la desigualdad de oportunidades. Esta relación positiva entre desigualdad (total) de resultados y de oportunidades (o de inmovilidad social) es lo que se conoce en la literatura como la Curva del gran Gatsby, popularizada en Estados Unidos durante el mandato de Barack Obama.

¿Ha habido buena implicación de las administraciones públicas, sobre todo del Gobierno de Canarias, en lo que concierne a facilitar el acceso a los datos o registros necesarios para el análisis más completo posible?

La fuente de información ideal para hacer un estudio como este puede ser de una encuesta financiera de las familias, como la que realiza el Banco de España, pero a nivel de Canarias. O disponer de los registros administrativos de todos los declarantes del IRPF (y del patrimonio e impuestos de sucesiones y donaciones) en Canarias. Una muestra representativa de los registros administrativos, debidamente anonimizados, debería estar disponible para al menos la comunidad científica en Canarias y en España. Esto ya es así en muchos países del mundo, y deberíamos tender a ello en el corto plazo.

En este caso, se hicieron varios intentos por obtener esos datos, y no fue posible. La falta de personal y el paso de responsabilidades entre la Hacienda canaria y el Instituto de Estudios Fiscales empantanaron la situación. 

Ante esa falta de colaboración de algunos servicios públicos de la Administración autonómica, ¿cómo se procedió para paliar tal déficit y evitar que el trabajo cojeara?

Menos mal que finalmente apareció la alternativa del Panel de Hogares, que, actualmente, es la mejor base de datos de que disponemos para hacer este tipo de estudios. Pero una buena encuesta financiera a familias (representativa en Canarias) y disponer de los registros administrativos de IRPF al menos habría ayudado a afinar la medición de algunos aspectos relevantes. 

¿Es esta entrega de resultados solo la primera del proyecto porque este va a tener continuidad?

El proyecto va a tener continuidad. Ya estamos buscando fuentes de financiación en convocatorias competitivas nacionales e internacionales para que esto sea así. Por ejemplo, acabamos de solicitar un proyecto a la Fundación CajaCanarias. No solo se hará para Canarias, sino que la idea es hacerlo para todas las regiones españolas y crear una metodología que permita actualizar las series anualmente y hacer un seguimiento a la desigualdad en riqueza en España (desde el Cedesog nos fijaremos mucho en Canarias, por supuesto). Estamos intentando que los resultados se vean en lugares de tanto prestigio como el Center for Economic Policy (de Esade) o el Word Inequality Lab, que dirige el prestigioso Thomas Piketty y del que la investigadora del equipo Clara Martínez-Toledano es miembro.

¿Considera que Canarias carece de perfiles especializados en ciencias sociales y tratamiento de datos? ¿En qué medida másteres universitarios como el de la Universidad de La Laguna (ULL) sobre Análisis Aplicado para las Ciencias Sociales (MUAAC) pueden contribuir a corregir ese déficit?

Sí, la carencia es grande. Los estudios en ciencias sociales, durante mucho tiempo, se han realizado con modelos cualitativos, modelos teóricos sencillos o con técnicas estadísticas básicas usando bases de datos muy agregadas y limitadas. En pocos años (menos de 10 años), el mundo del dato y las técnicas estadísticas que se pueden aplicar en ciencias sociales han cambiado radicalmente. Las posibilidades para realizar análisis, mediciones, estudios de relaciones, evaluaciones de políticas, etcétera, en el ámbito de las ciencias sociales ha crecido enormemente.

En Canarias, además, el Istac está haciendo un gran trabajo al poner a disposición de la comunidad científica una serie de datos masivos para hacer estudios muy detallados sobre empleo, inflación, turismo, educación, pobreza... En este nuevo contexto, cada vez son más las posibilidades de aplicar técnicas de inteligencia artificial y de big data al campo de las ciencias sociales, junto con el uso de técnicas multivariantes para estudiar relaciones complejas entre variables sociales y económicas.

El máster que usted menciona persigue cubrir la deficiencia en formación que existe para los egresados en Económicas, Empresa, Turismo, Sociología, Trabajo Social, etcétera, en técnicas de análisis de datos en el campo de las ciencias sociales, aunque también son bienvenidos los egresados con formación en estadística, ingenieros informáticos, matemáticos… que quieran aprender a hacer aplicaciones en ciencias sociales.

¿Esa necesidad de profesionales tan específicos, bien preparados, también se debe trasladar a las administraciones públicas, entre ellas la autonómica?

Por supuesto. Desde mi punto de vista es muy necesario. En toda la administración pública es necesario que entren personas con capacitaciones en el análisis de datos y estudio de relaciones y evaluación de políticas públicas. Y no considero que sea una formación específica.

Usted es miembro del Centro de Estudios de Desigualdad Social y Gobernanza de la ULL, del que durante varios años fue su director. ¿Qué papel ha jugado esta entidad en el conocimiento de la desigualdad y la pobreza en Canarias y qué estudios ya han realizado al respecto?

El Cedesog lleva desde su fundación muy activo en la generación de estudios de calidad sobre desigualdad en renta, salarial, desigualdad de oportunidades, pobreza, desigualdad en rendimiento educativo... Faltaba este de desigualdad en riqueza, que no se había hecho dada su complejidad. También desde el Cedesog se han abordado informes y estudios relacionados con desigualdad en rendimiento académico y fuimos muy activos durante la crisis de la covid-19 al estudiar los efectos del cierre escolar en el rendimiento educativo en Canarias. 

Ya antes de la fundación del centro, sus actuales miembros habían hecho aportaciones muy relevantes al campo del conocimiento de la desigualdad, no solo en Canarias, sino también en España y a nivel europeo y de Estados Unidos, por ejemplo. Todos los estudios realizados usan técnicas rigurosas y muchos de los resultados han sido después publicados en revistas académicas de prestigio internacional. Nuestros estudios siempre intentan usar bases de datos novedosas y usar las técnicas estadísticas más relevantes.

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