El hombre de 88 años acusado de matar a su mujer dice que ''la quería más que a nadie''
Un hombre de 88 años acusado de asesinar a su mujer el 10 de abril de 2006, tras asestarle una puñalada mortal en el corazón con un cuchillo de cocina en el domicilio de una de sus hijas en Santa Brígida (Gran Canaria), negó este miércoles los hechos y manifestó que su mujer era “una santa” y “la quería más que a nadie”. Sin embargo, sus cuatro hijas le describieron como una persona “celosa, dominante, agresiva y soberbia” a la que temían y que les sometía a “maltrato físico y psicológico” desde la infancia, además de amenazarles con “rajarlas”.
“No había matrimonio que se llevara mejor, éramos como dos muñecos juntos. Mi mujer es la mujer más santa, verdadera y milagrosa que hay en la tierra. Para mí mi mujer está después de Dios y he llegado a quererla como a mi madre”, aseguró el octogenario durante el juicio celebrado hoy en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas y donde la Fiscalía reclamó para él 23 años de cárcel por un presunto delito de asesinato y malos tratos habituales en el ámbito familiar. El procesado, de 1,40 metros de altura, entró en la Sala custodiado por la Policía Nacional, con la ayuda de dos muletas, y con problemas de audición y de vista, aunque expresó su deseo de contestar “todas las preguntas”.
“Yo no he visto quién mató a mi mujer, pero otra cosa es que alguien se quiera defender para echar la culpa a otro”, manifestó el acusado, haciendo alusión, así, a su nieto, que estaba en la vivienda cuando transcurrieron los hechos, pero, no obstante, explicó lo ocurrido y que intentó auxiliar a su abuela en cuanto ella le alertó: “me ha apuñalado”.
El procesado explicó que su matrimonio duró 56 años y vivieron en Madrid, Málaga y Gran Canaria, al tiempo que resaltó que ella era “más inteligente y guapa” que él. “Jamás en la vida la golpeé ni a ella ni a mis hijas, ni las insulté jamás. Mi mujer era la que mandaba en casa. No la eché nunca, me hubiera ido yo primero”, aseguró. Así pues, rechazó haber sometido a su esposa a un “trato degradante y vejatorio” y propinarle puñetazos o agarrarle fuertemente por el cuello“.
F.C.A. negó que tuviera intimidadas tanto a su mujer como a sus cuatro hijas, tres de las cuales, en unión de su madre, en una ocasión hace unos 20 años tuvieron que huir de la vivienda, refugiándose en casa de la otra hermana, ya que él estuvo una tarde diciendo que iba a matarlas después de que, por un incidente sin importancia, “arrojara una botella de vino contra su mujer que impactó en la pared al lograr ésta esquivarla y, arrancando una lámpara, la tirara sobre la mesa del comedor, donde se encontraban sus hijas”.
“Es falso que tirara una botella de vino, no se la habría tirado a nadie”, manifestó el hombre. Igualmente, negó haber amenazado de muerte a sus hijas porque “eran unas criaturitas”.
NIEGA HABERLA ARROJADO POR LAS ESCALERAS
Del mismo modo, negó que, tras independizarse sus hijas, agrediera a su mujer, lo que motivó que su esposa abandonara la vivienda, refugiándose en la de alguna de sus hijas y presentara demanda de divorcio en al menos dos ocasiones. Sus hijas explicaron en sus declaraciones como testigos que su madre reanudaba la convivencia con su marido ante “sus frases de arrepentimiento”, como sucedió en 2001 en su casa en Málaga en que asiéndola por el cabello, el hombre presuntamente “la arrastró por el suelo de toda la casa y la arrojó por las escaleras, llegando a perder una mata de pelo”.
La mujer, que desveló esta agresión a una de sus hijas, antes de la misma, contactó con ella y estaba recibiendo “una paliza de muerte”. “Si le hubiera agarrado por el pelo le habría faltado cuero cabelludo”, protestó el acusado, que negó que al principio de 2006, tras resultar nuevamente agredida por el acusado, la mujer huyera de él trasladándose a Palma de Mallorca, donde reside otra de sus hijas, ya que su domicilio era desconocido por aquél y esta vez con la firme decisión de divorciarse.
Allí permaneció un mes sin que su marido llegara a conocer su paradero, pese a las múltiples gestiones realizadas a tal fin con la Policía de Málaga y sus hijas, a las que con ánimo intimidatorio decía: “Si el barco se hunde nos hundimos todos”, frase que el acusado tildó de “chiste” y negó haber expresado.
En el mes de marzo del mismo año la mujer abandonó su escondite y se desplazó hasta la capital grancanaria para acompañar a una de sus hijas, cuyo esposo padecía una enfermedad terminal.
El acusado se presentó en el tanatorio donde era velado su yerno, de cuyo fallecimiento tuvo conocimiento por su esposa, y “pretendió, de forma insistente, besarla y tocarla, pese a que ella se negaba”, según sus hijas. “Estaba llorando y diciéndole que no podía vivir sin ella”, añadieron.
No obstante, el acusado consiguió que una de sus hijas le permitiera quedarse en su casa hasta su regreso a Málaga. Sobre las nueve de la mañana del día 10 de abril de 2006, tras salir de la casa su hija para efectuar gestiones relacionadas con la muerte de su esposo, el acusado inició una conversación en el jardín con su mujer y lloriqueaba a su nieto ante las condiciones impuestas por su abuela para retomar la relación.
''El día que falleció mi mujer fue el más terrible para mí''
El nieto escuchó instantes después cómo al preguntarle el acusado a su abuela qué normas quería imponer, ella le contestó: “Tú tu vida y yo la mía”. Durante los aproximadamente 15 minutos que su nieto estuvo fuera de casa, el acusado aprovechó para hacerse con un cuchillo de cocina, con el que, mientras conversaba con su esposa sentados en sendas sillas en el porche le asestó en el tórax una puñalada que atravesó su corazón, según la Fiscalía. Sin embargo, el procesado negó los hechos. “El día que falleció mi mujer fue el más terrible y doloroso para mí”, afirmó F.C.A., que, llorando, negó haber confesado lo sucedido en sus declaraciones judiciales.
Al regresar su nieto y escuchar los gritos de su abuela diciendo “que me ha apuñalado”, observó cómo el acusado todavía portaba el cuchillo ensangrentado en su mano, arrebatándoselo y mientras el chico intentaba auxiliar a su abuela agonizante. Un vecino le preguntó al hombre qué había hecho y éste le contestó: “la he apuñalado porque me estaba despreciando”, según el chico. Aunque la mujer fue intervenida quirúrgicamente en un hospital de la capital grancanaria falleció una hora después.
El día del suceso, el nieto notó a su abuelo “muy nervioso” aunque “lo que iba a pasar no se lo imaginaba nadie”. “Recuerdo toda la vida con problemas con él”, apostilló. En los mismos términos se expresaron las cuatro hijas del acusado, que recordaron los malos tratos desde que tienen “uso de razón”. Dijeron que él las “manipulaba” y el trato hacia todas era “vejatorio”. Su madre, ante eso, “siempre lloraba mucho”.
“Nos íbamos de casa en ocasiones porque teníamos miedo porque nos decía que nos iba a rajar a todas. A pesar de lo pequeño que es ha dado unas palizas tremendas a todo el mundo”, aseveró su hija mayor, que señaló que su madre “tenía un sentido de la responsabilidad muy grande y le daba pena por él”. “A él no se le iba la cabeza, sabía muy bien lo que hacía”, añadió, palabras que fueron confirmadas por sus otras tres hermanas.
Otra de las mujeres describió a su padre como “una persona muy distante, fría y agresiva”. “La última vez que hablé con él por teléfono me dijo que si mi madre no volvía con él iba a ocurrir una tragedia”, agregó, al tiempo que reprochó a su padre que “jamás dijo ”lo siento“, ”perdona“ ni se sintió culpable de nada”. “El miedo mayor que tenía se ha cumplido”, apuntó. Sus otras dos hijas insistieron en que “no hacía falta que sucediera nada para que él montara un follón”. “He oído gritos y le he visto espuma por la boca”, relató una de ellas.
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