Los Indianos llenan las calles de la capital palmera

Los Indianos comenzaban a asomar por las calles de la capital palmera desde primeras horas de la mañana de este lunes luciendo guayaberas, sombreros y tocados. A las 10:30 horas daba comienzo el primer número de este día, La Espera. En el atrio del ayuntamiento se daban cita los Indianos, al son de ritmos cubanos, para esperar a uno de los personajes más característicos de este día, la Negra Tomasa, caracterizado por el eterno e incombustible Sosó.

El dato triste de la jornada estuvo marcado por los fuertes vientos en la zona del aeropuerto que impidió la entrada de aviones después de que las compañías aéreas dispusieran de más de ocho mil plazas extras para dar cobertura a la demanda de pasajeros que reclamaban viajar a la Isla para vivir la fiesta de Los Indianos. Sin embargo, a primeras horas de la tarde algunos vuelos sí lograron entrar en la Isla.

Una fiesta que ha transcendido más allá de la Isla, incluso algunos extranjeros se dejaban ver ataviados con la indumentaria clásica y dispuestos a disfrutar de la jornada carnavalera. El número de Los Indianos tiene su origen a mediados de los años cincuenta del pasado siglo, cuando unos amigos decidieron vestirse con la indumentaria tradicional indiana para celebrar el carnaval convirtiéndose, con los años, en el número estrella del carnaval palmero.

Una fiesta que, a la hora de hacer balance, resulta siempre positiva, tal y como afirma el alcalde capitalino, Juan Ramón Felipe. “Es un carnaval tranquilo en el que todo el mundo viene a pasárselo bien” y donde no es habitual que se registren incidentes de importancia.

La ocupación hotelera se extiende más allá del centro neurálgico de la Isla y abarca a toda la geografía insular. Hoteles, apartamentos y casas rurales registran un lleno absoluto y algunos reservarán ya para la próxima edición que, como dice Juan Ramón Felipe “el que prueba siempre repite”.

Pero fue sólo hace una década, allá por 2002 ó 2003, cuando Los Indianos se popularizaron en todo el Archipiélago. Un número que trata de parodiar el regreso de los emigrantes palmeros que regresaban de Cuba. Una exageración, ya que no todos regresaban tras hacer fortuna pero con el mismo sentimiento de “aparentar”, tal y como cuenta el investigador Víctor Correa.

Una parodia en el que, poco a poco, se fue popularizando también la figura de La Negra Tomasa, para muchos la sirvienta de la familia rica que regresaba aunque, en realidad, según cuenta Víctor Correa, “representa la negra que traía el emigrante que ni era mujer, ni era viuda, ni estaba casada ni soltera” pero supuso un revuelo para la época.

Los polvos de talco son también protagonistas en La Palma pero, más concretamente de esta parodia de Los Indianos. Según cuenta Víctor Correa, tienen su origen “en un barco cargado de harina que permaneció en el muelle de Santa Cruz de la Palma durante el Carnaval. Algunos amanecieron animados por el alcohol y comenzaron a echarse harina como parte de la fiesta” dando comienzo así a la historia de los “enharinados”.

Pero también existe otra versión que apunta a los países europeos, donde el maquillaje formaba parte del juego de la seducción. En una época en la que los rostros pálidos de las mujeres eran más atractivos y signo de distinción, llegadas de Cuba, las mujeres emigrantes, las Indianas, lucían tostadas por el sol y abusaban de los polvos de maquillaje para palidecer sus rostros. De ahí, y “en el juego carnavalesco de lo flirteos, las mujeres empolvaban a los hombres que consideraban atractivos, a los que les gustaban, y cuanto más les empolvaban, era que más les gustaban”.

Se junta así una tradición histórica de la emigración palmera con la fiesta del Carnaval. Un número, una parodia del regreso de los emigrantes palmeros a Cuba que, unos con más fortuna y otros con menos, regresaban de Las Indias dispuestos a aparentar una fortuna que, en muchos casos, nunca se había logrado.

Etiquetas
stats