La portada de mañana
Acceder
Peinado multiplica los frentes del ‘caso Begoña’ sin lograr avances significativos
El miedo “sobrenatural” a que el cáncer vuelva: “Sientes que no consigues atraparlo”
OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

''No quiero que se olvide la magnitud de la tragedia''

“No quiero que se olvide la magnitud de la tragedia, como homenaje a los que no están. Lo único que pido es que se haga justicia en el sentido más amplio”.

Loreto González padeció el 20 de agosto de 2008 la experiencia más traumática de su vida. Era una de las pasajeras del vuelo JK5022 de la compañía Spanair que cubría la ruta Madrid- Gran Canaria. Viajaba con su única hija, Clara, de 23 años, y regresaba a la isla donde vive desde hace 35 años tras un corto periodo de vacaciones en su localidad natal, Monforte de Lemos.

Para Loreto, rememorar aquel fatídico miércoles es un “espanto”. La monfortina tenía previsto viajar tres días más tarde, pero cambió el pasaje para regresar a la isla con su hija, que no quería volver sola. Loreto trató de encontrar un asiento junto al de Clara, ubicado en la fila 27 del MD-82, en la zona de los motores. Pero no pudo ser. La acomodaron en la segunda fila de la aeronave.

“Hacía un calor espantoso y no funcionaba el aire acondicionado”. Loreto recuerda la profunda indignación del pasajero ubicado en la fila anterior. Se quejaba del trato recibido por parte de la compañía. El avión había vuelto al hangar tras abortar el primer intento de despegue y la monfortina escuchó voces discordantes que pedían bajarse de la aeronave.

Con el impacto del avión, Loreto salió despedida y perdió la conciencia. Cuando la recuperó, estaba postrada en el suelo. “Las asistencias sanitarias tardaron un tiempo enorme en llegar”. Loreto calcula que se demoraron en torno a los 40 minutos. “Si hubieran tardado cinco minutos más, ahora no lo estaría contando”. Loreto, médico de profesión, se autodiagnosticó un neumotórax, llamó a un facultativo de emergencias con su mano izquierda y pidió que le inyectaran en la pleura.

Perdió a su hija en el accidente

Loreto ingresó en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid “muy grave, al borde de la muerte”. Tras seis semanas en coma en la Unidad de Cuidados Intensivos, pasó a planta. “No recordaba ni quién era”. Fue entonces cuando los familiares le comunicaron la fatal noticia. El cruel designio del destino había segado la vida de su hija de forma prematura.

Las secuelas físicas que le ha dejado el accidente -requiere de la ayuda de unas muletas para caminar, tiene problemas graves en la columna, está pendiente de cirugía para recuperarse de los traumatismos craneoencefálico y torácico que sufrió-, no son nada en comparación con la herida más dolorosa, la emocional, la que un año después del trágico suceso aún se resiste a asumir.

La protección y el apoyo de sus familiares en Madrid la mantuvieron en una nube emocional de la que ahora empieza a bajar. La monfortina reconoce estar pasando los peores momentos tras su vuelta a Gran Canaria a finales de junio. Con una vida más parecida a la que tenía antes del accidente, Loreto comienza a integrar la sensación de pérdida en su interior.

Los psicólogos que la atienden le recomiendan despedirse de su hija. Loreto, que muestra una entereza digna de admiración al narrar los acontecimientos, oculta su dolor tras unas gafas de sol y se desmorona cuando se refiere a Clara. No hay consuelo que soliviante su pena. Había depositado sus planes de vida en el futuro de su hija.

Agradecida a la Sanidad Pública española

La compañía Spanair está afrontando los gastos derivados de la atención psicológica que Loreto recibe desde su salida del hospital madrileño. La monfortina presentaba uno de los cuadros más graves entre los afectados por el accidente de avión en el que perdieron la vida 154 personas.

Por su parte, Loreto sólo tiene palabras de agradecimiento para el servicio médico del Hospital Ramón y Cajal de Madrid en particular y la Sanidad Pública española en general. También muestra su gratitud hacia sus compañeros del Instituto Social de la Marina, dependiente del Ministerio de Trabajo e Inmigración, que han sido “un gran apoyo moral” para la monfortina, que permanece de baja.

En cambio, reclama “un poco más de atención” a las víctimas por parte de las autoridades políticas y exige que se depuren responsabilidades. Su percepción “como ciudadana” es que el abaratamiento de costes en las aerolíneas ha sido a costa de que “la seguridad no sea tan estricta como debía ser”.

En este sentido, Loreto cree que el accidente se debió a una “concatenación de errores”, desde el mantenimiento de la aeronave hasta la actuación del Protocolo de Emergencias, con responsabilidades subsidiarias de Spanair y las autoridades aeroportuarias, dependientes del Ministerio de Fomento.

La monfortina considera que pudieron existir “presiones” al comandante para que el avión despegara por la “huelga encubierta” de la aerolínea española. También denuncia que la aeronave estaba “a tope de carga, de combustible y de pasajeros” y el diseño de las pistas de despegue del aeropuerto de Barajas, separadas por una zona arbolada y un riachuelo en el que pudieron morir ahogados varios de los pasajeros del vuelo JK 5022.

Consuelo para los familiares

Por otra parte, Loreto, que estará presente en los homenajes que se celebrarán en Madrid y Gran Canaria, considera que los actos conmemorativos son “un consuelo para los familiares”, en los que se demuestra la solidaridad de las personas hacia los afectados, lo que les ayuda a “sobrellevar las penas”.

Etiquetas
stats