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Redwan Baddouh, activista social: “La mala gestión migratoria en Canarias es fruto del racismo institucional”

El activista social de Lanzarote Redwan Baddouh de 17 años. (Foto: Jazz Sandoval cedida por Redwan Baddouh).

Alicia Justo

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“Estamos luchando contra un sistema muy poderoso”, reconoce Redwan Baddouh, un precoz activista social de Arrecife, Lanzarote, quien a pesar de ese determinismo ha decidido contribuir con su tiempo a estar al lado de las personas migrantes que arriban a la costa de la Isla conejera. Con 16 años (ahora tiene 17) empezó a asesorar y a comunicarles sus derechos a las mujeres y hombres que llegaban en patera. 

La experiencia de Redwan en los movimientos sociales se remonta tiempo atrás. Empezó con 12 años a implicarse en diferentes agrupamientos vecinales, como en la Plataforma por una Vivienda Digna. Sin embargo, ha sido su experiencia cercana con las personas migrantes la que le ha dado un revulsivo a su vida. Todo empezó por un manifiesto, impulsado por unas mujeres activistas sociales, que exigía el cumplimiento de los derechos de las personas migrantes y que se envió a distintos medios y plataformas. No solo lo firmó sino que, recuerda, sintió que por coherencia debía unirse a la recién creada Red ciudadana de solidaridad con las personas migrantes de Lanzarote.

El joven activista se adentró desde ese momento, hace justamente un año, en la esfera jurídica de la realidad migratoria. Para ello empezó a indagar sobre la Ley de Extranjería y sus entresijos, a aprenderse la legislación y a consultar la jurisprudencia. Gracias a estos conocimientos y a que habla árabe, ya que sus padres son marroquíes, ha ejercido durante estos meses como intérprete de los jóvenes magrebíes, los ha acompañado a comisaría para que manifiesten su voluntad de solicitar protección internacional y los ha apoyado en otras tareas necesarias.

Los peores meses fueron de enero a junio, cuando se bloquearon las salidas de las personas migrantes en los aeropuertos canarios. Muchos se quedaron en la calle después de abandonar el recurso alojativo con la intención de marcharse a la Península, lo que desbordó la capacidad de respuesta de la pequeña red lanzaroteña. No sabía qué hacer ante esta situación que consideraba “ridícula”. Redwan añade que siempre tuvo claro que los migrantes no querían permanecer en Canarias: “Frente al discurso de que los tenían en un hotel, diría que la mayoría no quieren quedarse ni en un hotel ni en un nave ni en nada, quieren ir con sus familiares que los están esperando en otro lugar del país y que  los van a acoger”.

Estos seis meses fueron de tan alta intensidad, que en más de una ocasión sintió que su salud podría verse afectada. “Da mucha impotencia cuando estás luchando contra algo y ves que no tienen ningún apoyo, ni por parte de las instituciones públicas, ni de la justicia, ni por parte de la sociedad”, se lamenta. 

Solo un mes y medio pudo durar esa tensa calma en la ruta migratoria canaria.  El 25 de agosto varias personas desaparecieron tras el vuelco de una patera a pocas millas de la costa de Lanzarote. Este suceso supuso para el activista otro terreno trágico sobre el cual tuvo que explorar. Durante las semanas posteriores y junto a la red de Lanzarote, se encargó de buscar a los desaparecidos, cuyas familias lo llamaban y le mandaban fotos para preguntar si su pariente estaba vivo o no. Recorrió los organismos de la Isla competentes en recepción y acogida de migrantes, como el hospital de Lanzarote, Extranjería, la Cruz Roja y los centros de menores. Algunas personas fueron localizadas, pero otras no. El joven canario expresa su malestar por la inexistencia de un protocolo que dé respuesta a estas familias preocupadas por el paradero de sus hijos, maridos o hermanos. “Me parece tremendo que las familias tengan que acudir a colectivos para preguntar por un pariente. Debería existir un servicio impulsado por los organismos públicos que centralice toda esta información”, reivindica. 

“La sociedad es racista porque hay unas políticas racistas”

Este último año de experiencia ha supuesto para Redwan toparse contra una realidad desconocida para él. “Estaba convencido de que vivía en un Estado de derecho pero me he dado cuenta de que España tiene de Estado de derecho, lo que tengo yo de rubio, es decir, nada”, reprocha. Y, como ejemplo, detalla que a lo largo de estos meses no se ha respetado algo tan básico como la asistencia jurídica, ya que muchos migrantes han realizado su entrevista con las autoridades sin presencia de abogado y ni de intérprete. Para el activista, todo responde a una misma estructura: “La mala gestión migratoria en Canarias es fruto del racismo institucional”. 

Ese racismo de las altas esferas explicaría el racismo que más tarde se vive en las calles. “La sociedad es racista porque hay unas políticas racistas”, y puntualiza que este tipo de discriminación por parte la población le parece grave pero es más peligroso el que se practica desde los servicios públicos. “¿Qué podemos pedirle a la sociedad si la propia institución pública es racista?”, se pregunta. 

Para Redawan habría que empezar por cambiar las leyes, sobre todo la Ley de Extranjería que invisibiliza durante tres años a los migrantes, obligándolos a trabajar en la economía sumergida y exponiéndolos a sufrir explotación laboral. “Es todo muy contradictorio, luchamos contra la economía sumergida pero tenemos leyes que la promueven”, denuncia.

Esa contradicción de la sociedad también es visible en el discurso contra las mafias. Sostiene que la existencia de estos grupos surge por una necesidad de una parte de la población de países del sur global que no está cubierta por los estados. Ese anhelo por querer mejorar sus condiciones de vida, por alcanzar un futuro mejor. Pero, ¿por qué desean salir de sus países? Redwan ofrece la respuesta de manera tajante: “Porque entre otras cosas, nuestros países se han dedicado a expoliar sus recursos. Así lo que hacemos es tener un morro que nos lo pisamos”, subraya.

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