Respaldando a Hassanna en la T-4

Activistas canarios en huelga en la T-4 en apoyo a Hassanna Aalia

Federico Echanove

Madrid —

“Vale la pena luchar por esta causa cuando se conoce de cerca y en Canarias nos toca de modo especial” comenta a pocos metros de los mostradores de embarque de la T-4 de Barajas, Sara Mesa, una de los ocho activistas canarios que están en huelga de hambre en dicha terminal del Adolfo Suárez, para protestar porque el pasado día 19 el ministerio del Interior denegara el asilo político al joven saharaui Hassanna Aalia y evitar que este miércoles, cuando se cumplen los 15 días que se le han dado de prórroga, vuelva a Marruecos para cumplir cadena perpetua.

 

“Aunque la verdad es que en las primeras horas esperábamos más gente que nos apoyara”, añade Sara, “y la primera noche fue algo dura. Los altavoces no nos dejaban dormir y a primera hora vinieron varios guardias de seguridad a despertarnos argumentando que no podíamos permanecer tumbados”.

 

Varios de ellos bastante jóvenes, casi todos están vinculados a la combativa organización con sede en Canarias Saharacciones, y siete de ellos son de Tenerife. Solo uno de los cuatro hombres, Ismael Emboirio, que además es de padre saharaui, procede de Gran Canaria. y tres de ellos, Sara, César y Roberto, son además hermanos. Otra de las personas que está participando en la huelga de hambre es la militante de Sí Se puede Maruxa García Méndez- Bencomo, para quien la postura del Gobierno central es una clara muestra de “su complicidad con las violaciones de Derechos Humanos que lleva a cabo Marruecos”.

 

A la huelga de hambre se sumaron también en un principio dos chicas saharauis que les siguen apoyando y que han vuelto a hacerse presentes allí, pero que, al carecer de la nacionalidad española, aunque en algún caso está a punto de serles concedida, no han querido arriesgar dicho proceso.

 

Tanto el delegado del Frente Polisario en Madrid, Abdula Arabi, como el presidente de la Coordinadora de Asociaciones de Amigos del Sáhara, José Taboada, han pasado por el aeropuerto para respaldarles y conocer su situación y el representante saharaui en España, Bucharaya Beyun, también se ha puesto en contacto con ellos. Miembros del sindicato CGT del aeropuerto fueron los primeros en suministrarles varios garrafones de agua para hacer frente al ayuno, además de la Red madrileña de apoyo a las mujeres saharauis, y de un autodenominado Colectivo de Apoyo Mutuo de Ciudad Lineal, además de algunos miembros de las asociaciones de solidaridad con el Sáhara de la Comunidad de Madrid. 

El recuerdo de Aminatu

Y es que desde que, en implícito homenaje a Aminatu Haidar asentaron sus reales en la última planta de la terminal a primera hora de la tarde del viernes, han sido objeto de numerosas presiones desde la dirección del aeropuerto y su comisaría de Policía para que desistieran de su actitud. El jefe de seguridad del Adolfo Suárez no tardó en presentarse para amenazarles con multas de hasta 45.000 euros si se instalaban allí y posteriormente han recibido varias visitas de la Policía en las que se les ha pedido la documentación no solo a ellos sino a las personas que en ese momento circunstancialmente les acompañaban.

 

“Nos dijeron que teníamos que marcharnos porque interrumpiríamos el paso si se produjera una evacuación, pero luego hay trabajadores de AENA que nos han dicho que eso es incierto y que las zonas de evacuación están en otro lado” dice Rubén, estudiante de un máster en biodiversidad, mientras señala las tres inmensas esculturas del artista Manolo Valdés que hay en la tercera planta y bajo las cuales se cobijan junto a sus mantas y mochilas, preguntándose si si esas grandes estructuras no constituirían en cualquier caso un obstáculo si hubiera una emergencia.

 

“Vamos a estar aquí como mínimo hasta el miércoles”, insiste Sara con determinación y, pese a los mareos que confiesa que ya ha empezado a notar en algún momento. Sara asimismo señala que si no pidieron previamente una autorización oficial para su protesta es porque, asesorados por abogados en Canarias, les dijeron que no era necesaria si tenía carácter pacífico y no llegaban a ser más de 20 personas, ya que el lugar en que están “es una vía pública”, pero que, posteriormente, se ha tramitado una solicitud ante la Delegación del Gobierno.

 

Y es que a esta tinerfeña de 28 años que junto a su hermano Roberto ejerce informalmente de portavoz del grupo, se le metió el gusanillo del Sáhara en 2002, cuando siendo aún una adolescente viajó a Tinduf con su instituto. En su casa acoge todos los veranos a una pequeña de los campamentos de refugiados ubicados en Argelia y el colectivo del que forma parte, Sáharacciones, alcanzó bastante notoriedad en 2010, cuando 14 de sus miembros fueron golpeados y retenidos por la policía marroquí en El Aaiun tras intervenir en una protesta callejera junto a varios saharauis. Los hechos llevarían a Sara a Nueva York para participar con una intervención, que fue muy comentada por todos los colectivos de apoyo al Sáhara, en las sesiones de la Comisión de Descolonización, uno de los organismos de la ONU que, aunque apenas tenga eco en los medios oficiales, se ocupa cada año, junto al Consejo de Seguridad, de la situación del territorio.

Gdeim Izik

Gdeim IzikPoco después, en noviembre de aquel año llegarían los hechos del campamento de Gdeim Izik, la protesta espontánea de miles de saharauis, entre los que se encontraba Hassanna Aalia, que en octubre habían plantado sus jaimas en las afueras de El Aaiun en demanda no slo del cumplimiento del Derecho Internacional en el territorio ocupado por Marruecos, sino de mejores condiciones de vida. Tras varias semanas de acampada, una madrugada aquello terminó, como popularmente se dice en España, como el rosario del aurora: con su disolución violenta por la Policía y el Ejército marroquíes. Los durísimos enfrentamientos se extendieron varios días a las calles de la ciudad y no solo participaron fuerzas uniformadas sino colonos marroquíes que emprendieron una cacería de saharauis. Se saldaron con varios muertos y decenas de detenidos.

 

A Hassana Aalia, tras permanecer varios días escondido, un tribunal civil lo condenó a cuatro meses de prisión por haber sido uno de los organizadores. Pero tras tras llegar a Bilbao en 2011, para cursar estudios relacionados con los Derechos Humanos, y entrar y salir del Sáhara varias veces, en 2013 se le notificó que había sido juzgado en rebeldía por un Tribunal Militar por los mismos hechos, junto a otras 24 personas, y condenado a cadena perpetua por haber sido uno de los organizadores del campamento.

 

Esta situación condujo a Hassana a tramitar la solicitud de asilo que el día 19 le fue sorpredentemente denegada. Desde entonces se han sucedido en toda España las muestras de solidaridad con el activista, las últimas de las cuales han sido, además de la huelga de hambre de los canarios de Barajas, una manifestación este sábado en Bilbao.

 

“Le tenemos especial cariño porque estuvo varias veces en Tenerife y lo hemos acogido en nuestras casas”, dice sobre Hassanna César Mesa, “y si tiene que volver a Marruecos sería para volver a la cárcel y ser torturado junto a sus compañeros”.

 

“Solo se trata de poner un poco en juego nuestras vidas para defender la suya”, agrega Cristina, una psicóloga en paro que también participa en la protesta y que, en su conversación con este periodista, recuerda que “España sigue siendo,según la ONU, responsable del Sáhara Occidental y de su descolonización, por lo que si esto sería grave en cualquier caso, en el de Hassanna es aún más inexplicable”.

 

Según el delegado saharaui en Madrid, Abdula Arabi, la postura del ministerio del Interior al denegar a Hassanna el asilo solo se entiende “porque las permanentes cesiones del Gobierno de España a los chantajes de Marruecos están rebasando ya todos los límites”, aunque se confía en que haya una solución gracias a las actuaciones que lleva a cabo ante los tribunales la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

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