Una superviviente: ''Hay responsabilidades de todos, desde la compañía hasta Fomento''
“Hay responsabilidades de todos, desde la compañía aérea hasta Fomento. Todo el mundo tiene un poquito de responsabilidad, y supongo que será el juez quién tendrá que determinar quién y cuanto le corresponde a cada uno”, dijo este martes con serena emoción sobre el accidente de Barajas, tras declarar ante el juzgado número once de Madrid que instruye la causa, una de las supervivientes, la médico del Instituto Social de la Marina residente en Las Palmas de Gran Canaria Loreto González Cabañas.
Aquella jornada fatídica, Loreto volvía a Canarias, junto a su hija de 23 años, tras pasar con ella unos días de vacaciones en Galicia, después de haber finalizado una misión en comisión de servicios en Seychelles. Pero aunque Loreto ha podido ir recuperándose en un hospital madrileño de las lesiones sufridas, con el apoyo de su madre y su hermana, ya no podrá volver con su hija a Canarias: fue una de las 154 víctimas de aquel siniestro vuelo de Spanair denominado JK5022.
Y dice que es precisamente “por la memoria de mi hija, que era una persona justa y equitativa” por lo que ahora su afan “más importante” no es otro que el de “que se averigüe lo que pasó, para que no vuelva a repetirse”. Además, recuerda que “en el mundo de hoy, los que vivimos en un archipiélago tenemos que estar subiéndonos a un avión continuamente”.
Y es que a sus 57 años esta gallega de Monforte de Lemos cree que aún hay muchas “preguntas” que hacerse sobre el accidente a las que hay que dar respuesta y, tras comparecer en silla de ruedas ante el juez Javier Pérez, hoy dejó muy claro ante la prensa que aquella mañana tuvo, desde mucho antes de la catástrofe, la percepción de que “el avión no iba bien”.
Además, sigue interrogándose cómo 21 años después de una catástrofe similar en Detroit de otro MacDonell Douglas “ha podido ocurrir lo mismo”.
En este sentido cree que pudieron existir por parte de Spanair “presiones para que saliera en cualquier circunstancia” la aeronave, pese a que estaba claro que el piloto “no era ningún inconsciente”, pues había vuelto hacia la terminal al detectar la avería de la sonda RAT de temperatura.
“Ya habíamos embarcado la primera vez con retraso” dice, “y supongo que querían que en Las Palmas de Gran Canaria tardara el menor tiempo posible” en salir para el siguiente destino que la aeronave tuviese fijado.
“Cuando hizo el segundo despegue, yo pensé que iba a abortarlo de nuevo y mi sorpresa fue que no solo no paró sino que cogió mayor velocidad”, relató hoy ante los medios de comunicación.
Pero esta especialista en medicina intensiva y de catástrofes que dice tener ya “muchas horas de vuelo” tanto en el sentido literal como profesional, y que ya sufrió un accidente aéreo en Mauritania, también quiso llamar la atención sobre otras dos cuestiones: la tardanza en llegar de las asistencias para socorrer a los heridos y si la existencia de una vaguada junto a la pista no pudo agravar las consecuencias del siniestro.
Más de 40 minutos
Sobre lo primero dice que calcula que “fueron más de 40 minutos” lo que tardaron en llegar los servicios de salavamento y que “si estoy viva es gracias a que estaba consciente. Si hubiera estado incosciente a lo mejor hubieran pasado de lado, pero pude diagnosticarme y avisar a los rescatadores con una mano”
Tenía las piernas y los tobillos fracturados, igual que uno de sus brazos, además de la cara sangrando y totalmente deshecha mientras se asfixiaba por un problema de neumotórax. Sólo recuerda que la sacaron de allí en una camilla mientras olía chamuscarse los árboles, pues pronto entraría en coma durante cerca de un mes.
En cuanto al diseño de la pista, Loreto también se pregunta si el que hubiera un desnivel de seis metros por el que cayó la aeronave tras impactar con el suelo y recorrer varios metros no pudo haber reducido el número de muertos y señala que cuando sufrió un accidente en Mauritania el avión fue frenado por unas dunas porque “la pista estaba bien diseñada”.
“Me llamó la atención que no hubiera una zona plana, con arena o grava que hubiera amortiguado un poco la caida”, dice respecto a la de la T-4, tras apuntar que la propia existencia de “una vaguada, un río y una zona arbolada” pudo ser uno de los motivos por los que las asistencias tardaran más tiempo en localizar el avión siniestrado, aunque se utilizaran bengalas de situación por los bomberos que llegaron antes.
En esta misma línea, Loreto González también cuestionó la labor de los controladores y que declararan que no vieron caer el avión, pues “si no lo vieron caer es que no lo estaban controlando”, ya que “tendría que estar en su pantalla hasta que cogiera altura”.
Loreto Mercedes González Cabañas fue llamada este martes, junto a otras siete personas que escaparon de la tragedia del avión de Spanair, por el Juez Juan Javier Pérez en la causa que sigue para determinar la existencia de responsabilidades.
De los convocados, tres excusaron su asistencia y pospusieron su testimonio por diferentes motivos. De entre los restantes, Rafael V., que sigue caminando con muletas, prefirió no hacer declaraciones. Igual que José A., que a sus 47 años perdió a su mujer y a una de sus hijas. A José le queda otra hija pequeña que escapó con vida del avión y que hoy también estaba en silla de ruedas por los pasillos del edificio de los juzgados de Plaza de Castilla.