La portada de mañana
Acceder
La confesión de la pareja de Ayuso desmonta las mentiras de la Comunidad de Madrid
El plan del Gobierno para indemnizar a las víctimas de abusos agita la Iglesia
Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

El viento marca el compás en la 'No celebración de la fiesta de La Rama'

Ermita de El Puerto de Las Nieves.

Silvia Álamo

Agaete —

0

Las calles no huelen a menta poleo y en las esquinas no se escuchan trompetas afinando. Al volador no le prendieron la mecha y a los papagüevos se les alargó el confinamiento. Agaete está triste y sus rameros no pueden contener las lágrimas. Es 4 de agosto y en la Villa Marinera del norte de Gran Canaria el protagonista es el viento, quizás va a la misma velocidad que en años anteriores pero el pueblo está desnudo y sus azotes se notan más que nunca. Agaetenses y visitantes resumen su dolor en tres palabras: “Es muy triste”. Aunque era un secreto a voces, el gran mazazo para el municipio norteño llegó el 15 de junio cuando su alcaldesa anunciaba la suspensión de la fiesta de La Rama -que cada año reúne a más de 30.000 personas- debido a la crisis sanitaria provocada por la COVID-19. La situación generada por la pandemia que desde hace unos meses golpea al mundo ha hecho que se suspendan todas las fiestas populares con el fin de evitar las aglomeraciones donde se puedan producir rebrotes.

Las puertas de la ermita en el Puerto de Las Nieves están cerradas a cal y canto ante la tristeza de quienes pasan a sus pies. Los más religiosos se presignan y le piden fuerzas a la virgen: “Solo le pido salud y que desaparezca todo esto para brindar el próximo año”, clamaba un histórico vecino del municipio. Hay quienes pretenden hacer de este martes un día cualquiera y caminan por la avenida como si el mundo no viviera una pandemia: “Tenemos que aceptar lo que nos viene, luchar y bailar de vez en cuando en casa para no perder el ritmo”, relata Pepe, quien en pocas palabras y con una sonrisa tímida trata de ver el lado positivo de lo que está ocurriendo. “El mundo nos da un toque de atención, vamos a descansar y aprovecharlo para pensar en lo que estamos haciendo”. Es difícil no sentir el desconsuelo este día en un pueblo donde desde muy pequeños, y antes de aprender a caminar, ya llevan las manos al cielo para sacudir la rama.

En el casco histórico de Agaete se respiraba tranquilidad, pero había más tránsito que un día normal,  el atípico día 4 que se estaba viviendo era el tema de conversación estrella. Varios agentes de policía se encargan de controlar las distancias de 1,5 metros y el uso de mascarilla, fundamentalmente a las puertas de algunos de los negocios más conocidos del pueblo. “Está todo muy tranquilo, la verdad que la noche del lunes y hoy la gente se ha comportado muy bien”, declaraba un policía municipal, una afirmación compartida por varios concejales de la Corporación municipal. “La Rama es una fiesta de cariño, de besos, abrazos y reencuentros. Es muy triste verlo así”, manifiesta el edil de Festejos, Antonio García. Reconoce que aún existe miedo a los rebrotes por lo que es muy importante seguir las recomendaciones, “vamos a coger fuerzas para el próximo año”.

En el Huerto de Las Flores Pepe Dámaso firmaba los pósters que el Ayuntamiento imprimió de su cuadro 'El Ángel de La Rama'. Acompañado de la alcaldesa del municipio, María del Carmen Rosario, recibía a las cientos de personas que se acercaban a ver al artista. “Tengan paciencia que yo no me voy de aquí”, aseguraba mientras saludaba a allegados y conocidos del pueblo que le vio nacer. No podía ocultar su alegría y, lápiz en mano, hacía una dedicatoria especial para todo el que se la pedía.

En la playa la gente disfrutaba del sol habitual en la villa marinera en esta época. En los bares y restaurantes los protagonistas eran los brindis, “por el día de La Rama”, “por estar cada día 4 en Agaete”, “por los que están y por los que faltan”, eran algunas de las dedicatorias en los choques de copas. Para muchas familias este día era muy especial y no podían dejar de reunirse, “sin bailes, sin besos y sin abrazos pero estamos juntos y es lo más importante”, asentían.

En algunas casas de la playa lucían banderines de fiestas, en otras se escuchaba la popular melodía de La Rama y de algunas hasta salió algún volador, al igual que los que se escucharon en el pueblo a las 05.00 horas -cuando tendría que empezar la Diana- y a las 10.00 de la mañana, momento en el que se da el pistoletazo de salida a La Rama.

En casa de Fernando, en el Puerto de Las Nieves, faltaban muchos miembros de su familia y amigos. Un pequeño brindis entre algunos de ellos les recordaba que era día 4 de agosto y que siempre iban a tener un motivo por el que reunirse. Lo siguiente era un baño en la playa para renovar las energías y ver la ermita, a la que algunos rameros se acercaron para engalanar sus puertas. “Ya tenemos un motivo para seguir aquí el próximo año, que será uno de los más especiales que hayamos vivido nunca”.

La tristeza y las lágrimas inundaban un pueblo que jamás olvidará el 4 de agosto de 2020 y que comienza la cuenta atrás para La Fiesta de La Rama del próximo año.

Etiquetas
stats