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Solican, un rincón en Santa Cruz de Tenerife con literatura para ayudar al prójimo

Parte de la familia que forma parte de Solican, con Luis de la Cruz, en su tienda de la capital tinerfeña

María Fernanda Suárez

Santa Cruz de Tenerife —

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En pleno centro de Santa Cruz de Tenerife, ciudad capitalina donde el ritmo no baja su intensidad desde que sale el sol hasta que se oculta, hay un lugar que encierra auténticas joyas de la literatura. Las ediciones más antiguas de grandes clásicos y títulos extraños se esconden en las estanterías y cajas de la librería Solican y la convierten en una especie de portal al pasado.

Esta librería de segunda mano fundada en 2002 por Luis de la Cruz Leal se escapa de la industria editorial de libros y recoge los ejemplares que se compran en grandes librerías y no se vuelven a leer. Pero el trabajo de este librero va más allá del fomento de la lectura, pues la distribución de libros a precios asequibles sirve para financiar la ONG que lleva junto a su esposa, Amalia Reforzo, y José Antonio Díaz.

Dio sus primeros pasos en el centro comercial Punta Larga de Candelaria, con apenas una mesa y 20 libros. Allí “me di cuenta de que a la gente le gustaba, se llevaban libros a uno o dos euros y además me traían libros para que pudiera seguir. La gente se iba contenta y agradecida porque se llevaban el libro que realmente estaban buscando a uno o dos euros. Todavía recuerdo con cariño la primera señora que me compró. Me trajo de vuelta libros intactos para que los vendiera y siguiera adelante con la iniciativa”. A medida que crecía, se estableció en un local del mercado de Nuestra Señora de África, en la capital, y hoy en día está situado en un espacio de dos plantas en el centro urbano.

Letras y recogida de alimentos para ancianos

Sus principales acciones como ONG se basan en tres o cuatro recogidas de alimentos al año para colaborar con un geriátrico de Güímar, fundado por un hombre que recogía gente de la calle y la cuidaba en su casa. Cuando consiguió los medios para establecerse, Luis de la Cruz quiso aportar su granito de arena con Solican.

“Hacemos recogida de alimentos no perecederos y pañales para adultos, y cuando la cerramos, nosotros completamos la donación con ingredientes como verduras y fruta, así como carnes de todo tipo. La más grande siempre es en Navidad”, relató este librero.

Ellos además colaboran con ACAP, una ONG que ayuda al pueblo saharaui en los campos de refugiados y todos los veranos trae a Tenerife un grupo de niños para que pasen unos meses aquí. Solican hace una campaña de recogida de medicamentos y material quirúrgico de todo tipo para que en septiembre, cuando el grupo regresa al norte de África, se distribuya al personal médico de la zona. “Pero luego hay miles de campañas silenciosas y más pequeñas que hacemos todos los días del año con las personas que vienen aquí y no tienen nada, o colaboraciones con otras organizaciones para repartir ropa de abrigo o mantas”.

La experiencia de un librero

En cuanto al público lector, De la Cruz se muestra muy optimista. “Me alegro de poder decirte que la gente sigue consumiendo libros, tanto nuevos como de segunda mano. Ahora mismo, como ves en el mostrador, hay una persona que va a llevarse al menos cinco. También abundan las familias que vienen con los niños para que escojan ellos mismos los libros que les gusten. Se llevan varios libritos y los padres se los leen antes de dormir o ellos mismos cuando quieren, y poco a poco van formando su pequeña biblioteca. También los jóvenes vienen mucho, no solo a conseguir los libros que les mandan en las instituciones académicas sino libros para ellos mismos”.

De la Cruz insistió en la importancia del formato de papel, pues considera que es una experiencia totalmente distinta y la esencia de la lectura. Según la última infografía del Observatorio del Libro del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en 2018 el 59% de la población lectora española lo sigue haciendo en papel frente al 17,7% que lee exclusivamente en digital.

Sin embargo, se mostró perfectamente consciente de las dificultades económicas que puede representar comprar las novedades literarias. Según este mismo informe, el precio medio de los libros de papel en 2018 era de 21,93 euros. “Para un sueldo de hoy, es un precio bastante elevado y entiendo que la gente dé prioridad a la compra de comida, por ejemplo”, comentó.

Hay que tener en cuenta que la edición de libros siempre ha sido muy superior a la compra real. En 2008 se produjo un pico de ejemplares editados en los últimos 20 años, llegando a 367,4 millones, mientras que las ventas eran de 240,3 millones.

Con la llegada de la crisis, se produjo una bajada significativa de las ediciones, situándose en los 226,6 millones, mientras que las ventas eran de 153,6. En los últimos años, los números han seguido bajando. No obstante, para 2018 se experimentó una pequeña remontada, con 240,2 millones de ediciones y 157,9 millones de ventas.

Si estos números se extrapolan al PIB cultural, la venta de libros supone el 33,7% y mueve 2.319,4 millones de euros en el mercado interior del país, lo que supone menos del 1% del PIB total.

Luis de la Cruz extrapoló este fenómeno también a los libros de texto, los cuales también recoge y distribuye en la librería por las mismas cantidades. “Han llegado madres desesperadas porque tienen 3 o 4 hijos y no pueden pagar los libros del colegio nuevos por sus elevados precios. En esos casos, yo se los ofrezco a uno o dos euros, en buen estado y prácticamente sin usar”, reconoce el librero.

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