Mientras Coalición Canaria deshoja dos margaritas al mismo tiempo y decide no expulsar al alcalde de Mogán y apoyar a los que le censuran, todos ellos del mismo partido, Antonio Santana ya se mueve para tratar de asegurarse que alguien le pueda presentar a las próximas elecciones. Él dijo el viernes que si no lo querían en CC, se montaba su propio partido, que para eso es mayorcito. Pero debió pensárselo mejor y telefoneó a Lorenzo Olarte, con el que mantiene buenas relaciones desde hace mucho tiempo. Olarte lo escuchó atentamente, comprobó que es un hombre que atraviesa un mal momento, que amenaza a todo el mundo con querellas, pero no le contestó. Quedaron en volver a hablar. Olarte anda necesitado de gente que le dé cobertura en el máximo de circunscripciones. Debe sumar, y por pocos votos que saque Antonio Santana, alguno le caerá a él para el Parlamento. Lo malo es que muy pocos quieren ir en Mogán con Santana, que este martes volvió a mandarse a mudar después de firmar el correspondiente decreto nombrando alcalde a su primo, Juan Santana, del que dice cosas fabulosas. El decreto de nombramiento y el de clausura de un supermercado que autorizaron en su ausencia. Fue su única acción de gobierno de estas 48 horas de mandato, de nervioso e inquieto mandato. Olarte no descalifica a Santana, sí a Carmelo Ramírez, del que este martes dijo que ha sido “comandante, diplomático, animal que tropieza tres veces en la misma piedra y doctor: mandó a Antonio Santana a su casa y lo curó, pero con una pócima mortal en forma de moción de censura contra el alcalde del mismo grupo político”. Olarte no para, ya saben.