En el PSOE, históricamente con menos posibles, se han ido teniendo que conformar con su ingenio propio y con el tirón que han tenido candidatos como Felipe González y Radio Futura, que también se paseó por la grada curva en años gloriosos del socialismo. Lo que no nos suena que hayan hecho nunca los socialistas es agradecer el voto a sus militantes en las elecciones internas, las primarias, que se llaman. Lo acaba de patentar Pilar Grande, que anda empeñada en ir al Congreso de los Diputados desde que Juan Carlos Alemán se lo prometió cuando la dejaron fuera de las listas a San Bartolomé de Tirajana en mayo de 2003. En su momento les contamos aquí cómo un veterano militante, convenientemente apostado a la puerta de la Agrupación Socialista de Las Palmas de Gran Canaria, repartía papeletas con los dos únicos nombres de Pilar Grande y de Juan Fernando López Aguilar el día que se decidía a quien proponer para la Carrera de San Jerónimo. El voto llevaba incluida una merienda en el cercano restaurante Nolasco, y la merienda consistía en un café con leche y un sandwich mixto. Juan Fernando López Aguilar no sólo repudia la práctica, sino que niega haber pactado nada con Grande, ni para la cremallera ni para el papeo. Casi diríamos que no le gusta como candidata lo más mínimo. Pues sí que andamos bien.