Cascos, que aprovechó la ocasión que gentilmente le brindaban los medios de comunicación, también tuvo palabras para Jesús de Polanco, dueño del imperio Prisa, al que acusó de mandar a sus muchachos y muchachas de la Ser a “perseguir” a los altos cargos del PP a ver en qué hoteles se acuestan, en qué hoteles se levantan, dónde cazan y a quién. Un desperdicio de esfuerzo para un ministro, opinamos, que en el caso concreto de Álvarez Cascos, debería emplear en morderse la lengua y dejar de andar revelando por ahí las deliberaciones del Consejo de Ministros. Sabrán ustedes que cuando un ministro jura o promete lo hace sobre la Constitución y/o la Biblia y uno de los compromisos que asume solemnemente es no revelar jamás “las deliberaciones del Consejo de Ministros”. Cascos ha fallado al juramento/promesa y ha contado lo que dijo en torno al Prestige. Una minucia que, sin embargo, aporta un nuevo dato acerca de la catadura del individuo en cuestión.