Si no fuera porque ella es así de entrañable sería para cabrearse. Pero, ¿quién puede tenerle en cuenta a la alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria que diga cosas como que quiere unos locales en La Gran Marina a cambio del edificio Miller? ¿Acaso alguien espera de la regidora algo brillante a estas alturas del mandato? Su peregrina idea de que sea el Gobierno quien le compense en la zona del istmo por los 3.200 metros cuadrados del Miller a ceder para la ampliación del Museo de la Ciencia tiene muchas contestaciones, y todas ellas para dejarla callada. Pero queremos que hable, que siga alegrándonos las mañanas, como si de un ufano rey David se tratara. Nadie puede compensar a nadie en La Gran Marina porque se trata de un proyecto que sólo existe en las ensoñaciones de la alcaldesa y del presidente del Cabildo. Es nulo de pleno derecho, es decir, inexistente en el ordenamiento jurídico. Un cero a la izquierda. Que pida otra cosa, a ver, por ejemplo, un viaje a Japón, que se estuvo rifando hasta la mañana de este jueves.