Ya en tiempos de Luis Hernández, al que algunos hacen bueno por momentos, quedó bien delimitado el lugar del puerto de Arinaga donde habría de instalarse la planta de recepción del gas, la gasificadora, que parece que se llama, donde se recibe al barco gasero que llega con el combustible. Pues bien, de repente, sin que haya habido novedad importante, o por lo menos digna de mención, ese lugar tan singular del entramado gasístico lo ha trasladado Gascan unos metros más al Sur y lo ha venido a colocar en el municipio de Santa Lucía de Tirajana. Van a alegar medidas de seguridad, como si los estuviéramos viendo, pero la verdadera razón es que al dueño de los terrenos, conocido e influyente empresario portuario, se le ha ocurrido un negocio mejor allí. Y más que mejor, más rápido, que ya se sabe que el gas va a la velocidad que marcan las torpezas mauricianas.