Les acercamos sólo una frase para que vayan haciendo boca: “Así es que arrancando la penca, la niña se adentró en el bosque con cierto chirgo, pues sabía que el rabo de perinqué y totorota del lobo, confianzudo y de mal tabefe, la espiaba para trincarla y comérsela de enyesque acompañado de una pella de gofio y plátano, dos jareas, un lebrillo de carajacas, papitas arrugadas con mojo encarnado de la puta de la madre y una botella de agua de San Roque con gas”. (¡Arsa, canario!) Es de elogiar el esfuerzo de la artista por aglutinar en tan pocas líneas tanta canariedad, y el Cabildo de gastarse los cuartos de todos en premiar ese esfuerzo. Pero ya metidos en gastos, en lugar de Caperucita Roja ya podía haberla llamado Saquito Encarnado.