Bueno, ahí lo tienen, Paulino Rivero presidente del Gobierno y Soria contándolo en Twitter tan ricamente. No se materializó ninguno de sus pronósticos porque, a pesar de sus desquiciados intentos, no hubo ni un solo diputado canario que quiera transformarse en vil Tamayo y traicionar a su partido y/o a sus votantes a cambio de un plato de lentejas. O dos. Repasando las hemerotecas de este último mes y medio nos hemos encontrado con anuncios sorianos al más puro estilo Corleone, amagando con sus conversaciones secretas con “dirigentes de CC que me han dicho que el que tiene que presidir el Gobierno soy yo”; o con aquel Gobierno por él presidido que llevaría en sus filas a “una personalidad socialista y otra nacionalista de peso”... O cuando aseguró que “hay cuatro diputados nacionalistas que tienen dudas”, o cuando distribuyó a través del gabinete de prensa del PP aquella fotografía tomada veinte días antes de las elecciones en un asador de La Palma con históricos dirigentes socialistas locales tratando de llamar a la confusión y a la duda. No hubo ni una sola fuga, ni siquiera en su partido, es cierto, como tampoco hubo más votos negativos que los del PP, porque hasta Nueva Canarias se abstuvo posiblemente para no salir retratado junto al perdedor moral de la sesión de investidura.