La verdad es que no tuvimos tiempo ni fuerzas ayer para comentarles con sosiego las jugosas declaraciones de José Miguel Suárez Gil (siempre son jugosas y sabias sus declaraciones) sobre la decisión de la Audiencia Provincial de ratificar una sentencia por la que no se admitía su demanda de protección de su honor. Dijo este pedazo de dirigente empresarial que tal sentencia no le producía “ni frío ni calor”. Ole, que ole y olé. O sea, que le ha debajo tibio, lo que rápidamente nos ha hecho meditar (con el calor que hace) y concluir varias cosas. La primera, que la tibieza es normal por cuanto las demandas que presenta en defensa de su honor las paga la Cámara de Comercio. También puede ser que la tibieza provenga de su cada vez más confirmada teoría de que se equivoca defendiendo su honor, no porque no lo tenga, sino porque lo defiende de una manera que no es. O no debe ser. Porque si Pombriego le llamó delincuente y lo absolvieron, algo falla en el planteamiento. De Z, no de Pombriego.