Cristina Tavío sigue aplicada a la dura tarea de hacerse valer, que no basta con ganar elecciones ni con ser presidenta insular del PP de Tenerife. En una formación política que dirige con ese estilo tan peculiar José Manuel Soria, además hay que estar en sintonía, impasible el ademán, prietas las filas. Eso lo hace con singular destreza Miguel Cabrera Pérez-Camacho, que ha declarado a El Día que él solo se presentará a la presidencia del PP canario en el hipotético caso de que Soria no lo haga. Y no es miedo a las consecuencias, ni siquiera miedo a perder. Es veneración al líder carismático e indiscutible. En eso de no importunar más al jefe también anda también empeñada la señora Tavío, la única presidenta insular que no ocupa un cargo de designación por el partido, de esos que llevan aparejado coche oficial y un lugar preeminente en el protocolo. Es concejala en Santa Cruz y diputada regional, pero no tiene mando de ninguna clase y tras las elecciones generales verá cómo algunos de sus más cercanos correligionarios y subordinados ascenderán en el escalafón sin que a ella le toque nada ni siquiera en la pedrea. Por eso anda moviendo sus hilos en Madrid para que, llegado el caso de que el PP gobierne (cosa que de momento solo ha puesto en duda Felipe González) al menos la nombren delegada del Gobierno en Canarias. Lo tiene difícil porque nuestras noticias apuntan a que ese puesto ya lo tiene reservado Soria para alguien que un día fue pero dejó de ser y pronto volverá a ser. Y no lo tienen ustedes muy lejos de esta sección.