Los últimos acontecimientos en torno a la UD Las Palmas nos han llenado de un sabor agridulce. Por un lado, produce una enorme satisfacción comprobar que todavía hay vida inteligente en ese club; o mejor dicho, hay profesionales, lo cual abre una puerta a la esperanza. Lo profesionales son, como todo el mundo sabe a estas alturas, los jugadores, que dieron el sábado una nueva muestra de que esté quien esté firmando los disparates, a ellos les encanta jugar al fútbol y agradar a la afición. Y lo hacen bien. Otra cosa es que los cerebros de Pío XII quieran ahora apuntarse el tanto de ese pundonor, y el de alinear a tanta cantera, cuestión esta loable si no fuera porque se produjo como consecuencia de otra ineptitud, la de olvidarse de inscribir a los fichajes. Pero volviendo al encefalograma plano, tenemos que referirnos necesariamente a la campaña de cargarse a la UD en la que nos metió el otro día el consejero Angulo, preocupado porque no le reímos la gracia con el Angulo Arena y otras martingalas. En los últimos días estamos asistiendo con angustia y zozobra a una extensión de esa campaña al resto de los medios de comunicación grancanarios, lo que nos quita el protagonismo que quiso darnos (entendemos que sin querer) el consejero de Cultura y Deportes del Cabildo grancanario. La campaña, o presunta campaña, ya no es de la basura puntocon que dijo Angulo, lo cual nos hace sospechar que los intentos de cargarse a la UD ?siguiendo con las sospechas angulianas- habrá que buscarlos en otro sitio.