No parece que sea casual que Soria pretenda mandar a La Gomera a una mujer con los escrúpulos muy por debajo del nivel del mar, donde crecen y arañan los sebadales, aquellos cuyo valor ambiental trató de minimizar de aquella manera tan grotesca haciendo los coros a Cristina Tavío, la presidenta insular del PP en Tenerife, partido en el que ahora parece integrarse de manera cómoda y con coche oficial. La Gomera es una plaza muy apetecible para José Manuel Soria porque allí ejerce de virrey un socialista cuya mayorías absolutas consecutivas no parecen estar aún en peligro. El líder del PP y ahora ministro lo ha intentado de todas las maneras, incluso fichando al que fuera mano derecha de Casimiro Curbelo, Javier Trujillo, vicepresidente del Cabildo hasta que le estalló en la cara un feo caso de corrupción urbanística al haberse beneficiado supuestamente de decisiones propias para hacer pingües negocios. Trujillo quedó sin empleo al abandonar el PSOE y al perder toda opción electoral con el PP, de ahí que ahora se baraje su nombramiento como asesor del subdelegado del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife o, de manera más improbable, de la mismísima delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández Bento.