La valla publicitaria contra Coalición Canaria (y mucho menos contra el PSOE) no es la única de este tipo que ha lanzado el PP en campaña. Ni será la única que sea desautorizada por la Junta Electoral. En Madrid, dónde si no, centro y espejo de las buenas artes de ese partido para esta cuestión y otras muchas, el órgano judicial que vela por una campaña limpia ya ha dictaminado que el PP tiene que firmar las vallas anónimas que ordenó colocar utilizando una fotografía de 2007 en la que se ve a Zapatero y a Tomás Gómez junto a una leyenda alusiva al número de parados que hay en España. La Ley Electoral prohíbe el anonimato en la publicidad política, por lo que ordenó al PP estampar su firma en las vallas que aún hoy pueden verse en el Metro sin el escudo de la gaviota. Son las malas artes que emplea este partido para consolidar su victoria y demostrar al electorado quién manda y cómo manda. La valla de Soria en Canarias adolece de los mismos defectos legales porque, además de rastrera y muy propia de su autor intelectual, utiliza engañosamente los símbolos de Coalición Canaria en lugar de los del PP, como obliga la ley. Pero ya sabemos que el cumplimiento de la Ley no es precisamente una de las virtudes que adornen a José Manuel Soria.