Ya es cargante la manía que tienen los políticos por constituirse personalmente en todos aquellos actos, saraos o primeras comuniones que por estas fechas se celebren en cualquier local con un aforo superior a la decena de personas. No se cortan, e incluso tratan de aparentar normalidad, como si lo hicieran todos los días después del potaje. Nardy Barrios, candidata a alcaldesa por Coalición Canaria-Compromiso-dilequesí, por ejemplo, estuvo este jueves en el Cicca, en la Alameda de Colón, para ver la obra C33, con un genial Salvador Morales. Pero ella no pudo resistir la tentación de dejar encendido su teléfono móvil que, como es menester en esta época, le sonó a poco de comenzar la obra. No se crean que se hizo la loca; no se crean tampoco que lo apagó inmediatamente previo disimulo por el descuido. No. Ella lo activó y, como si fuera lo más natural del mundo, echóse a correr como pudo pasillo arriba para atender la llamada. Debió ser larga, la muy puñetera, porque no se le volvió a ver el pelo ni a la salida. Los hay que se enrollan cantidad por el dichoso teléfono.