Es cierto que Soria fue un magnífico gestor de la ciudad durante sus primeros cuatro años de mandato. Hizo lo fácil, pero hizo lo que nadie hasta entonces había hecho: dignificar la ciudad, darle color, adecentarla y rematar las obras mal acabadas. Luego vino el desastre, la soberbia, los escándalos, las mayorías absolutas entendidas como totalitarismos. Y ahora que Pepa se apresta a colgarle la Medalla de Oro de la ciudad, Soria dirige un partido sumido en casos de corrupción que no han hecho otra cosa que empezar a aflorar: escándalo en la consejería de su hermano Luis, escándalo en el municipio de Telde con su mano derecha, escándalo en Santa Brígida, escándalo en el PP majorero... Y escándalo en él mismo porque todavía ansiamos que terminen por aclararse casos tan sonados como el de La Favorita. Que está vivito y coleando.