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Qué ver en Frigiliana: el pueblo más bonito de Málaga

Esquina de las calles Real y Hernando El Darra. Este es uno de los rincones más fotografiados de Frigiliana.

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Sólo siete kilómetros separan el litoral del municipio de Nerja, en la provincia española de Málaga, de las casas blancas de Frigiliana. Del Mediterráneo a los pies de la Sierra de Tejeda en apenas un par de minutos. Abajo, Nerja. Y arriba Frigiliana. Dos de los pueblos más bonitos y famosos de la costa andaluza. La comarca de la Axarquía ocupa una buena porción de la provincia. El extremo oriental de Málaga conforma un espacio en el que predominan las alturas. Aquí, las sierras de Tejeda, Almijara y Alhama se desploman literalmente sobre la costa creando un paisaje de montañas que llegan hasta la arena de las playas. Es también una comarca histórica con unas características únicas que vienen marcadas por esas particularidades geográficas que, hasta la expansión de las comunicaciones, fueron causa de aislamiento. Y eso dota a las gentes de una gran personalidad.

Frigiliana es el resultado directo de esas condiciones ambientales, sociales e históricas. El pueblo está partido en dos. La Plaza de Las Tres Culturas sirve de frontera entre el Barrio Mudéjar, al norte, y el pueblo nuevo al sur. Barrio Mudéjar. El nombre lo dice todo. Después de la conquista cristiana del Reino de Granada, la mayor parte de la población de esta zona era de origen musulmán. Y eso siguió teniendo su reflejo en la arquitectura, los oficios artesanales, la gastronomía y las costumbres. Antes de sumergirte en el laberinto de calles blancas del casco histórico pásate por la Casa del Apero, antiguo almacén del siglo XVII que hoy alberga la sede del Museo Arqueológico de Frigiliana (Carretera del Apero, 12; Tel: (+34) 952 534 261) y otras dependencias culturales. Aquí puedes ver, entre otros restos históricos, la colección de piezas del Cerrillo de Las Sombras, una necrópolis de la Edad del Bronce en la que se encontraron numerosos ajuares.

El acceso al Barrio Mudéjar se hace a través de la Calle Real. Ahí, como vigilando la puerta de entrada al pueblo, está el Palacio de los Condes de Frigiliana (C/ Real, 2), una construcción enorme a medio camino entre la residencia palaciega y el ingenio azucarero. Hoy, aquí funciona una fábrica de miel de caña, pero aún subsisten viejas máquinas centenarios y el área residencia de los antiguos condes. Un señorío que nació tras la conquista de Málaga para controlar a los pobladores de origen islámico de la zona. Los mismos que a mediados del XVI se unieron a sus vecinos de La Alpujarra en la célebre Rebelión de los Moriscos (1568-1571). Y esa herencia queda de manifiesto apenas uno avanza un par de metros por la Calle Real. Hay una ruta marcada por pequeñas placas informativas que cuentan el papel que jugó esta localidad durante la también llamada Guerra de Las Alpujarras.

Las calles del barrio Mudéjar nos transportan de manera inmediata a las callejuelas de nuestro adorado Albaicín granadino. El pueblo se adapta en forma de arco al cerro que lo separa del cauce del mítico Río Chillar (ya te hablaremos de él después) a través de cuestas, escaleras, requiebros y veredillas que apenas dejan lo mínimo para que el sol llegue al suelo. No es éste pueblo de grandes casonas o monumentos. Lo que realmente da porte al conjunto monumental es la pervivencia de ese urbanismo morisco y una arquitectura tradicional que no deja huecos para pastiches. El único edificio de porte monumental del vecindario es la Parroquia de San Antonio de Padua (Real, 100) que según algunos conserva restos de la antigua mezquita en su torre campanario, aunque hay una inscripción que asegura que el edificio se hizo desde los cimientos en el XVII. Porque muy poco queda del antiguo Castillo nazarí de Lízar (Acceso por Calle Chorrera). 

El resto son detalles. Como la esquina de la Calle Real y Hernando El Darra; la Fuente de las Tres Culturas; la Fuente Vieja; los arcos rojos de los Reales Pósitos –antiguos graneros comunales- o el curioso Teatro Mecánico (Calle Real, 1), un kiosco de marionetas autómatas que explica algunos episodios de la historia local. Y queda caminar e ir descubriendo poco a poco los diferentes rincones del pueblo (te va a faltar memoria de la cámara para llevarte a casa las puertas, las ventanas, las rejas, los tiestos de flores, los empedrados…). Amargura, Calle Alta, Zacatín, El Garral, Callejón del Torreón, Callejón del Estanco… Hay que ir y volver. Subir y bajar. Asomarse a los miradores y mirar más allá de los tejados para entender el pueblo y su entorno. Porque hay mucho que ver a dos pasos de Frigiliana.   

El Valle del Río Chillar.- El acceso a este verdadero cañón fluvial se hace desde la vecina población de Nerja aunque pasa muy cerca del casco de Frigiliana. Dicen los malagueños que este camino es de los más bonitos y sorprendentes de toda la provincia y nos les falta razón. El sendero sólo es practicable en verano ya que hay que pasar por el cauce del río y atravesar varias pozas y te vas a mojar sí o sí. El camino total hasta la Poza de Los Patos es de 6,4 kilómetros por lo que la longitud total de esta ruta ida y vuelta es de casi 13 kilómetros. Los cahorros son el elemento geológico diferenciador de esta ruta alucinante. Estos pasos angostos de paredes verticales de mármol encajonan las aguas del río en varios puntos del recorrido creando paisajes muy bonitos. Si quieres hacer esta ruta es obligatorio contar con escarpines de agua ya que deberás caminar por agua y piedras. La excursión merece la pena.

La Cueva de Nerja (Carretera de Bajada a Playa de Maro –Nerja-; Tel: (+34) 952 529 520).- Otro clásico del levante malagueño. Esta oquedad de origen kárstico (a través de la acción del agua) es una de las cuevas más grandes de Andalucía y no sólo es una maravilla natural; también cuenta con algunas pinturas rupestres de época magdaleniense (entre 18.000 y 20.000 años de antigüedad) y ha dado algunos restos arqueológicos de gran importancia que ahora pueden verse en el Museo de Nerja (Plaza de España, 4).  Recorrer este sistema increíble de grandes salas y galerías es, literalmente, entrar en otro mundo. Las estalactitas, estalagmitas y grandes columnas crean un paisaje irreal de gran belleza. Pasar cerca de aquí y no visitar este lugar no tiene perdón.

Fotos bajo Licencia CC: Por los caminos de Málaga; Ken Yamaguchi; Son of Groucho; Johannes Schwanbeck; Franz-Josef Molitor

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