Hervás y el Valle del Ambroz. Uno de los pueblos más auténticos y bonitos de España a los pies de la Sierra de Béjar
La Sierra de Béjar ejerce de muralla y, a la vez, punto de unión, entre las tierras de Extremadura y Castilla y León. Con alturas superiores a los 2.000 metros, este sector que marca el límite occidental de la Sierra de Gredos es uno de los complejos naturales y culturales más intensos de la Península Ibérica. Por aquí transcurre, por ejemplo, la mítica Ruta de la Plata, antigua calzada romana que comunicaba las comarcas mineras del noroeste de Hispania con las ricas tierras agrícolas del sur peninsular. Sierras que guardan verdaderas maravillas naturales como el famoso Valle del Jerte y grandes conjuntos monumentales de la talla de Plasencia, en el lado extremeño, o la propia Béjar y Barco de Ávila, ya de la vertiente castellano leonesa. Estos montes son un universo de valles y comarcas que, hasta hace bien poco, quedaban muy lejos de los principales caminos y carreteras de España: lugares míticos como Las Hurdes o el propio Jerte y sus célebres cerezos. El Río Ambroz es otro de los tesoros de la comarca. Antes de internarse en La Dehesa cacereña, es un cauce saltarín e impetuoso que forma un valle precioso cubierto de bosques en los que dominan los castaños centenarios. Y ahí está Hervás. Justo a la entrada.
Este pueblecito precioso se sitúa a pocos kilómetros de la antigua Vía de La Plata. Justo a un costado del camino que aprovecha uno de los pocos huecos transitables de estas sierras (entre los pueblos de Baños de Montemayor –dónde hay unas termas de época imperial- y Calzada de Béjar hay tramos muy bien conservados de la antigua vía romana, millarios –puntos que indicaban las distancias-, puentes y hasta una antigua fortificación de tiempos de Hispania). Aún así, su origen es mucho más reciente. En el siglo XII monjes templarios fundaron una pequeña ermita y poco después –ya en el XIII- un castillo que sirvió de germen para la futura población. Buena parte de los muros de la Iglesia de Santa María de Aguas Vivas y su recia torre campanario se edificaron sobre las piedras de la plaza fuerte templaria. Sus parapetos y arcos pueden verse en la cima de la ciudad de camino al templo que, poco a poco, se fue comiendo a la fortaleza. De la iglesia destaca su portada renacentista, una pequeña joya firmada por el cantero Simón Pereda que pone de manifiesto la prosperidad que vivió el pueblo en los siglos XIV y XV.
Justo en este momento de la historia, Hervás se convirtió en un activo centro artesanal y manufacturero gracias a la llegada de un buen contingente de familias judías que se asentaron en la zona oeste de la villa. Estas familias se instalaron en el entorno de lo que hoy es la Calle Sinagoga y crearon una de las juderías más singulares y bonitas de la vieja Sefarad. Las huellas de ese pasado que apenas duró un siglo aún están muy vivas en Hervás. Las casas de esta parte del pueblo aún conservan rastros de sus antiguos moradores a través de caracteres hebreos tallados en las piedras o los huecos de las mezuzás que aún pueden verse en los dinteles de muchas puertas (unas hendiduras dónde se depositaban versos de la Torá para proteger las casas).
El barrio judío de Hervás (que forma parte de la Red de Juderías de España) es un laberinto de callejuelas y pasadizos de gran belleza y con lugares altamente fotogénicos como La Callejilla, que dicen es la más estrecha de España, o la Travesía Rabilero, con sus antiguas casas cuajadas de macetas con flores. Este casco histórico es un tratado de arquitectura tradicional y medieval. Antes de ir hacia el Puente de la Fuente Chiquita, uno de los rincones más bonitos del pueblo, hay que visitar otros lugares como la Calle Abajo o la famosa Casa de los Cáctus (Calle Cuesta, 6), la extravagancia de un vecino que convirtió el patio de su casa en un verdadero jardín botánico. Hoy, ese pasado sefardí se mantiene en lugares como La Candela (Centiñera, 1) una dulcería especializada en recetas de repostería de aquellos tiempos. Te hablábamos antes del Puente de la Fuente Chiquita. Desde aquí podrás sacar algunas de las mejores fotos del pueblo (anda hasta el Mirador del Ambroz).
Hervás puede presumir de mucho más que su judería. En sus calles se levantan viejos palacios, casonas y hasta un convento monumental de los Trinitarios que se ha convertido en una de las hospederías más bonitas y auténticas de esta parte del país. Del convento queda la Iglesia de San Juan Bautista (Plaza Convento, 8), un sobrio edificio barroco que está bastante bueno para visitar. Pero es que hay más. Hasta tres museos, por ejemplo. El Centro de Interpretación del Ferrocarril (Paraje la Estación, sn; Tel: (+34) 927 014 715); el Museo Pérez Comendador-Leroux (Calle Asensio Neila, 5; Tel: (+34) 927 481 655), con una buena colección de esculturas y pinturas instaladas en el Palacio de los Dávila –siglo XVIII- y el Museo de la Moto y El Coche Clásico (Carretera EX 205; Tel: (+34) 927 481 206), que alberga la colección más antigua de España de motocicletas y automóviles. Antes de remontar el cauce del Ambroz aprovecha para darte un paseo hasta el Puente de Hierro por la vía verde que ocupa la antigua vía del tren (la Vía Verde de La Plata) y que es ideal para dar un paseo en bicicleta –se pueden alquilar en el pueblo-.
AMBROZ ARRIBA.- A las puertas del pueblo puedes dar un paseo por el Castañar de Hervás (acceso por CC-102), un anticipo de lo que te espera si te internas por el Valle del Ambroz. El sendero más accesible y bonito que se puede hacer desde el pueblo es llegar hasta La Chorrera, una bonita cascada que se sitúa muy cerca del nacimiento del río. Este camino de ida y vuelta (12 kilómetros en total y un desnivel de 300 metros) aprovecha, en su primer tramo, los caminos que se construyeron a finales del siglo XIX para construir el embalse del Horcajo, una infraestructura que dotó al pueblo de electricidad y posibilitó el florecimiento de una potente industria textil. La ruta atraviesa un denso bosque atlántico en el que dominan los castaños y los robles (mágico en el otoño y exuberante en primavera). Antes de llegar al salto de agua podremos visitar pozas y charcones como los de Charcas Verdes.
LOBOS EN LA GARGANTA.- Otro punto de interés para amantes de la naturaleza es el pueblo de La Garganta, dónde se ha instalado el Centro de Visitantes El Lobo (Hernán Cortés, 15; Tel: (+34) 927 464 428) un museo destinado a dar a conocer el legado natural y cultural del Lobo ibérico en estos montes. A las afueras del pueblo, junto a varios pozos de nieve, puedes ver el Corral de los Lobos, un recinto circular que servía de trampa para atrapar a estos animales. Los lobos desaparecieron de estas tierras hace ya bastantes décadas aunque hay expertos que aseguran que algunos ejemplares rondan la comarca y la vecina Sierra de Gata como avanzadilla de una reconquista que parece inminente.
Fotos bajo Licencia CC: Iñaki Queralt; Frayle; santiago lopez-pastor; neoproducciones.es
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