Alberobello: el pueblo de los icónicos trulli cónicos del sur de Italia

Trulli de Alberobello. Estas cúpulas de piedra caliza es una de las señas de identidad del sur de Italia.

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La Puglia es generosa en sorpresas. El tacón de esa bota enorme que es Italia es una de sus regiones más auténticas y pintorescas, algo que es muchísimo tratándose de un país como el trasalpino. La Puglia, al igual que sus provincias vecinas, llevó durante décadas el estigma de ser ese Sur atrasado y hasta vergonzante para la parte rica del país (de Roma para arriba). Pero en los últimos años el italiano ha redescubierto esta parte de su propio país y ha aupado algunas de sus ciudades al rango de nuevos mitos turísticos a la altura de nombres como las mismísimas Roma, Florencia o Venecia. Quizás el ejemplo más paradigmático es la cercana Matera, ese espacio detenido en el tiempo del que ya hemos hablado en alguna ocasión. Pues Alberobello es otro de esos lugares que salen en todas y cada una de las guías del sur italiano como punto de obligada visita. Y todos gracias a una curiosa técnica de construcción que culmina las casas blanquísimas con conos altísimos de piedra caliza que forman cúpulas de aspecto surrealista. Estas casas típicas de la zona se llaman trullo (en singular) y pueden verse en otras poblaciones cercanas. Pero en Alberobello, estas simpáticas construcciones forman un conjunto monumental único.

El trullo es la consecuencia de dos particularidades de la zona: la abundancia de roca caliza y la picaresca de los habitantes de esta parte del país. Esta técnica de construcción, que en sus inicios era la superposición de piedras calizas planas en capas sin argamasa –de ahí esas falsas cúpulas en forma de cono- se extendió durante el siglo XV debido a los impuestos del Reino de Nápoles a las ciudades del sur. Gracias a las particularidades de los trulli (en plural), los campesinos eran capaces de montar y desmontar sus casas en pocas horas. A través de señales, los habitantes de estos pueblos podían adelantarse a los recaudadores de impuestos y desmontar sus villas que quedaban reducidas a montones de piedra sin forma. En el siglo XVIII, Alberobello fue nombrada ciudad real bajo la protección de la corona y los trulli empezaron a ser ya no sólo residencias permanentes: se convirtieron en una verdadera obra de arte. Hoy, esta ciudad patrimonio mundial de la UNESCO se identifica con su herencia de forma magistral y la muchas de las construcciones modernas se hace respetando esta tradición. Incluyendo la costumbre de dibujar cruces y otros símbolos en las cúpulas con ceniza de cal: según dicen, estos dibujos protegen las casas del mal de ojo y otros malos rollos por el estilo.

Qué ver en Alberobello.- La ciudad es pequeña y puede visitarse en media jornada sin demasiadas prisas. Los conjuntos de trulli se encuentran formando tres de los barrios tradicionales de la ciudad: Rione Monti y Aia Piccola, en la zona sur, y San Cosme y Damián en la norte. El acceso a los dos primeros se hace desde el Largo Martellotta, una calle que divide en dos el centro histórico de la localidad. No es mala idea empezar subiendo hasta la Terraza del Belvedere Santa Lucia y dejarse asombrar por el panorama que ofrecen los casi mil trulli de Rione Monti. Las calles empedradas de este barrio son una invitación al asombro permanente. Es la zona más auténtica desde el punto de vista arquitectónico, pero también la que ha sido tomada de manera furibunda por el negocio del turismo. Aquí hay que pasear sin rumbo yendo y viniendo sin temor a pasar cuatro o cinco veces por el mismo sitio e ir descubriendo los hitos que se encuentran en los rincones del laberinto: el Trullo Siamés (Via Monte Pasubio, 6); la Iglesia de San Antonio de Padua (Plaza Antonio Lippolis Canonico, 16), que también es un trullo pero de proporciones monumentales o los conjuntos divinos de casas que, literalmente, se amontonan unas sobre otras en las calles con más encantos de esta parte del pueblo: Monte Nero, Monte Pasubio, Monte Sabotino y Francesco Lippolis. Como te decíamos, en Rioni Monti hay que ir y venir y sólo salir hacia el Largo Martellota por la Via Monte San Michele cuando tengas la seguridad de que ya lo has visto todo.

Aia Piccola, ya lo dice su nombre, es mucho más pequeña que su vecina. Aquí se amontonan otros 400 trulli formando otro conjunto de enorme belleza que, a diferencia de Rione Monti, no está tan tomado por la industria del turismo: hay tiendas de recuerdos y hoteles, pero muchas de las casas de esta parte de la ciudad son viviendas por lo que uno se puede hacer más a la idea de la apariencia de Alberobello antes de que llegaran las hordas de turistas en chanclas. Aquí, por ejemplo, se encuentra la Casa del Doctor Pellozza (Piazza Maggio; Tel: (+39) 380 411 1273), un trullo que se ha convertido en el Museo del Territorio, institución que hace un recorrido por la historia local y la arquitectura tradicional de la zona. También cerca de aquí está el Museo del Aceite de Oliva (Via G. Verdi, 6) que no es que sea gran cosa, pero está vinculado a una de las actividades económicas más importantes de la zona. No hay más que salir de las callejuelas de Alberobello para ver la cantidad de olivos que hay por todas partes. Según dicen, la cantidad de estos árboles en la región se debe a la promiscuidad de sus gentes. Cuando alguien pecaba de esta guisa, la penitencia incluía plantar un olivo. Otra costumbre curiosa es la de los pitos de cerámica. Al principio tenían forma de gallo (y los tradicionales aún lo tienen) pero también los hay de otras mil formas y hasta satíricos que ridiculizan a personalidades y celebridades locales y foráneas.

Un poco apartado del centro monumental está otro de los hitos de la ciudad. El Trullo Sovrano (Piazza Sacramento, 10; Tel: (+39) 080 432 6030). Este edificio de finales del XVIII es el único de su tipología con dos pisos y en la actualidad alberga un museo que pivota sobre la propia figura del trullo y su significado en la cultura de la zona. Esta construcción singular sirvió de vivienda a la familia de un importante miembro de la iglesia local. El conjunto arquitectónico, que engloba una docena de trulli se articula en torno al cono principal, que alcanza una altura de 14 metros. Aquí mismo puedes echarle un vistazo a la mastodóntica Basílica de San Cosme y San Damián (Piazza Antonio Curri, sn; Tel: (+39) 080 432 1021), un templo de estilo neoclásico que sobresale por su tamaño entre un pequeño conjunto de casas tradicionales que forman el tercer barrio del pueblo (igual de bonito e interesante pero más pequeño que Rione Monti y Aia Piccola). En esta zona también hay rincones muy pintorescos en callejones como Via Mameli o las inmediaciones de Via Olmo.

Fotos bajo Licencia CC: Güldem Üstün; Irene Grassi; Mr. Theklan; Alfonso Minervino; Luke Barrett; Jon Gudorf Photography

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