ENTREVISTA

Mairena Sánchez, profesora de la UCLM: “La actividad física en la escuela es crucial para garantizar el mínimo recomendado a los jóvenes de todos los niveles socioeconómicos”

0

En Castilla-La Mancha hay varios centros de Educación Infantil y Primaria (CEIP) que presumen de ser 'MOVI', denominación que engloba a los programas de promoción de la actividad física para la prevención de la obesidad infantil que diseña y coordina Mairena Sánchez López desde el Grupo de Investigación del Centro de Estudios Sociosanitarios (CESS) de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).

El también conocido como Proyecto de Cuenca lleva desde 2004 tratando de mantener activos a más de mil niños y niñas con ejercicio físico y juegos en horario extraescolar.

Mairena Sánchez pertenece a un grupo multidisciplinar único, confeccionado por el investigador principal, Vicente Martínez Vizcaíno, director del CESS. El perfil de esta profesora de la Facultad de Educación de Ciudad Real, licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y en Magisterio de Educación Primaria, es idóneo para elaborar unos programas de intervención que tienen buena acogida en la comunidad educativa y son referente en la comunidad científica.

Desde hace quince años, trabaja de forma coordinada e innovadora junto a investigadores de ámbitos como la Sociología, Psicología, Pedagogía, Enfermería, Fisioterapia o Nutrición para tratar de hacer frente a un problema de salud tan preocupante como la obesidad infantil, combatiendo a uno de sus principales causantes, el sedentarismo.

Llevan más de una década publicando los resultados de sus investigaciones sobre los efectos en la salud infantil de un programa de actividad física extraescolar ¿En qué radica su éxito?

Creo que el abordaje multidisciplinar es lo que hace fuerte al proyecto MOVI, porque una problemática compleja como la obesidad infantil, que tiene múltiples causas, requiere estudiarse desde diversos enfoques complementarios. Otra de las fortalezas de nuestro estudio es que llevamos años tomando muestras con la misma metodología y en la misma población infantil.

Se trata, por tanto, de un estudio longitudinal –que registra lo que ha ido sucediendo a lo largo del tiempo– que nos permite confiar en que las variaciones anuales en los datos no son fruto de cambios en los métodos de muestreo. Por estos motivos creo que somos referentes en el diseño de intervenciones en entorno escolar.

En España, hay otros grupos de investigación que empiezan a hacer pequeñas intervenciones, pero ninguna es tan grande (10-20 colegios, 1.000-1.500 niños, además de sus profesores y familias), ni tiene tanta experiencia (seis ediciones), ni la compone un grupo tan diverso como el nuestro.

La mayoría de los jóvenes no cumple con los niveles de actividad física recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ¿Cómo logran la participación y la adherencia de los niños y niñas al programa?

Los niños tienen programadas tantas actividades extraescolares que acaban compitiendo unas con otras dentro del tiempo del que disponen y nosotros queremos que vengan a las nuestras lo máximo posible.

Por eso creamos unas 'recompensas' que utilizamos para que acudan y participen en las actividades, como chapas y pegatinas con nuestro logo y un mensaje positivo del tipo “hacer deporte es divertido”, imanes y calendarios con recomendaciones de actividad física, o unas camisetas para quienes vengan a más del 80% de las sesiones, que al final acabamos dando a todos.

El objetivo de estos 'premios' de poco valor material es darles un estímulo positivo, una seña de pertenencia al grupo y reforzar el hecho de que acudir a las actividades MOVI es importante.

Pero, al margen de las recompensas, la mayoría se muestra encantado de participar, presumen de “ser MOVI” entre sus amigos e incluso se enfadan si les toca ser grupo control, porque significa no hacer el programa de actividades ese año. En las encuestas de satisfacción finales el 97% dice que nunca han venido obligados y que les encanta su monitor y jugar con sus amigos. Esas son sus motivaciones reales.

Ya que su actividad extraescolar logra triunfar dentro de la gran oferta existente, ¿no se plantean ofrecerla de forma continuada, al margen de la investigación, a todo el alumnado que quiera participar?

Hemos observado que cuando MOVI termina –porque son proyectos con financiación pública que duran uno o dos años– los participantes lo lamentan y quieren continuar. Por eso hemos incluido los materiales y diseños de las sesiones en un e-book que ofrecemos al centro para que cuando nosotros ya no estemos puedan seguir con esas actividades.

Para ello necesitan contratar monitores que dirijan la actividad extraescolar y eso depende del dinero del que disponga el centro, pero sabemos que muchos continúan y la esencia MOVI queda en ese colegio.

El rebote adiposo es normal entre los 4 y los 6 años, pero, si se adelanta, aumenta el riesgo de sobrepeso y obesidad en el futuro

Pero no hacen exactamente lo mismo cada vez que realizan una nueva intervención, ¿cómo ha evolucionado el proyecto MOVI a lo largo de estos años?

Cada intervención MOVI se ha basado en las hipótesis sobre cantidad y tipo de actividad física necesarios para estar saludable, que han ido cambiando con los avances en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, las recomendaciones oficiales de la OMS y nuestros resultados en estudios previos.

Así, en MOVI-1 (2004-2006), nos centramos en el trabajo aeróbico, que creíamos que era lo más importante para prevenir el exceso de peso en alumnado de primaria.

Conseguimos cierta reducción de adiposidad y mejorar el perfil lipídico, pero no estábamos del todo satisfechos. Por eso, en MOVI-2 (2010), aumentamos las horas semanales incluyendo una sesión de dos horas y media el sábado para reducir el sedentarismo del fin de semana y, además, incluimos ejercicios de fuerza – usando su propio cuerpo, sin aparatos–.

La grasa disminuyó más en esta intervención y, sobre todo, redujimos el riesgo cardiometabólico al disminuir la insulina. En MOVI-KIDS (2013-2015), decidimos intervenir en la edad del rebote adiposo –4 a 6 años–, que es un pico de adiposidad normal que, si se adelanta, aumenta el riesgo de sobrepeso y obesidad en el futuro.

Además del programa extraescolar, creamos material educativo para los padres y decoramos y equipamos el patio para incentivar la actividad física en él. Sin embargo, no redujimos la adiposidad, aunque mejoramos algunos parámetros de su condición física.

Y recientemente están empleando otros métodos en sus estudios

Las tendencias más recientes nos llevaron a cambiar el foco de atención de la fuerza y el volumen de ejercicio a la intensidad del mismo. Ahora creemos que el ejercicio de alta intensidad puede tener mayores beneficios que el de moderada intensidad y en MOVI-daFit! (2017-2018) trabajamos en primaria con entrenamientos interválicos de alta intensidad – HIIT por sus siglas en inglés –, que lleva unos años de moda.

Al mismo tiempo, con MOVI-da10! (2017-2018) probamos en los pequeños de 5 y 6 años otra tendencia reciente, los descansos activos en clase para mejorar el rendimiento académico, bajo la hipótesis de que la actividad física de alta demanda cognitiva podría ayudar a reforzar contenidos curri- culares.

Después de todos estos años, ¿cuáles han sido sus resultados principales?

Curiosamente, aún no hemos conseguido reducir la prevalencia de sobrepeso y obesidad en la población de ninguno de nuestros estudios o, lo que es lo mismo, nunca hemos conseguido disminuir el Índice de Masa Corporal (IMC).

Probablemente, se deba a que el IMC es una medida de la relación entre peso y altura y, como los niños y niñas sí ganaron músculo, la relación entre ambos parámetros no se redujo porque el músculo también pesa. Sin embargo, este índice no te da información de la adiposidad, la acumulación de grasa en el cuerpo, que también es importante y que sí hemos conseguido que disminuya, modestamente, incluso en los niños con mayor IMC.

También ha habido buenos resultados a nivel cardiometabólico, con la disminución de la insulina, sobre todo en las chicas, en quienes también hemos mejorado más notablemente la forma física a nivel cardiorespiratorio. En chicos y chicas también ha mejorado la fuerza y otros componente de la forma física, además de la calidad de vida, es decir, la percepción de la salud general, física, psíquica y social. Además, hemos encontrado un efecto positivo en el rendimiento cognitivo.

¿Coinciden sus hallazgos con los de otros estudios similares?

En general, sí. Nuestros resultados indican que la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil es muy alta y las cifras son igual de alarmantes en otros estudios a nivel nacional como el ALADINO o el PASOS.

Nosotros vimos que, en los primeros diez años del muestreo, la prevalencia iba en ascenso hasta alcanzar el pico más alto en torno a 2008-2010, coincidiendo con la crisis económica y, desde ese momento, se ha observado una estabilización, e incluso se ha vuelto a los niveles de hace veinte años –en torno a un 30% de prevalencia en uno de cada tres niños de 8 a 11 años–, que siguen siendo preocupante.

Esta tendencia de freno también coincide con los datos del estudio ALADINO y con los que se hacen en otras partes del mundo, y en parte puede deberse a que cada vez se da más importancia a los hábitos de vida saludables, aunque aún no tanto como nos gustaría.

Cada vez hay menos niños en normopeso, en peso saludable, y se están desviando a los extremos de la curva de distribución

En uno de sus últimos estudios han advertido una tendencia al incremento en la prevalencia de bajo peso en la población infantil que estudian. ¿A qué se debe?

Efectivamente, el seguimiento longitudinal permitió detectar que la prevalencia de bajo peso está aumentando y coincide con otros estudios que también lo han detectado. Sobre todo aumentó en niños nacidos en torno a la crisis económica de 2008. No sabemos si fue algo puntual, por haber nacido en un momento de más pobreza y familias desempleadas, que pudo influir en su alimentación.

Otra hipótesis, que tendríamos que comprobar, es que las tendencias nutricionales contra el exceso de peso en adultos se estén proyectando en los niños y en la forma en que son alimentados.

Lo que vemos con claridad es que el pico de la curva de la distribución de frecuencias de pesos se está aplanando porque hay menos niños con normopeso o peso saludable, mientras que cada vez hay más casos con exceso y falta de peso. Nuestras intervenciones con ejercicio físico nos están permitiendo disminuir la adiposidad de los que tienen más peso, pero sin dañar a los que tienen bajo peso porque también hay ganancia muscular. 

¿Es esa la razón por la que no han recurrido al control de la dieta para regular el peso?

Cuando una persona necesita perder peso, se le suele recomendar la restricción de calorías en su dieta, pero con nuestras intervenciones queremos prevenir o mejorar la salud en general. Además, la población en la que intervenimos son niños, están en época de desarrollo y no les podemos prescribir déficit calórico.

Por eso siempre hemos optado por la actividad física, que es beneficiosa a nivel físico, pero también social, académico, psicoemocional y produce satisfacción, cosa que no ocurre con la prohibición de ciertos alimentos.

No podemos obviar que desde la infancia se nos expone a alimentos de los que luego es difícil que el cerebro se desenganche, como el azúcar. Aún así, siempre hemos medido su alimentación como variable de control. Durante el programa, sugerimos a los padres pautas saludables como comer mucha fruta y verdura, evitar los alimentos que no se pueden comer en exceso o que la bebida principal siempre sea el agua. 

La realidad es que no existe la píldora del ejercicio, que pueda comercializarse y así obtener beneficios económicos con ella, como sí sucede con la alimentación

Sin embargo, da la sensación de que tradicionalmente se han hecho más campañas de prevención de la obesidad a través de la alimentación que promocionando la actividad física

Es complicado tratar de poner en la balanza alimentación y ejercicio físico para ver cuál es más importante, porque realmente se complementan y hay que mantener el equilibrio entre ambos.

No obstante, yo también tengo esa percepción. Lo cierto es que, por un lado, las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte son más recientes que la Nutrición – solo llevamos treinta años insistiendo –.

Por otro lado, mientras nosotros consideramos que el ejercicio físico es como una 'polipíldora' por todos los beneficios que ya he mencionado, la realidad es que no existe tal píldora del ejercicio, que pueda comercializarse y así obtener beneficios económicos con ella, como sí sucede con la alimentación, que tiene detrás empresas muy potentes y lobbies que hacen mucha presión para que la alimentación se presente como la solución principal frente al sobrepeso y la obesidad.

Precisamente, el bajo nivel socioeconómico de las familias es uno de los determinantes de la alta prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil en España, según los estudios ALADINO y PASOS de 2019

Efectivamente, es un factor importante que también hemos tenido en cuenta en nuestros últimos estudios. Hay familias que alegan que no pueden comer tan sano como les gustaría porque algunos alimentos, como el pescado, son más caros. En nuestro país, a diferencia de otros, no hay políticas que financien o subvencionen tickets o bonos para que puedan comprar esos alimentos, mientras que la oferta de productos de bajo nivel nutricional por un euro es amplia.

Además, estas familias disponen a menudo de un tiempo mucho más limitado para dedicárselo a sus hijos, comprar productos frescos a diario, cocinarlos, etc, debido a jornadas interminables de trabajo tras las que llegan muy cansados. No se les puede pedir más.

Entonces, ¿qué pueden hacer estas familias para proteger a sus hijos e hijas del riesgo de obesidad?

En primer lugar, tienen que entender que el ejercicio físico es una herramienta de salud barata y accesible, pues basta con salir a diario a la calle a moverse o ir al parque a jugar para prevenir el exceso de peso. Por eso es importante que los padres, sin importar la condición socioeconómica, apoyen y refuercen la actividad física de sus hijos e hijas.

Sin embargo, somos conscientes de que, para los padres con pocos recursos, no es fácil apuntarlos a actividades, llevarlos y traerlos por mucho que quieran tener esa iniciativa.

Es innegable que la infancia en estas circunstancias es carne de cañón y que, por mucho que les digas que el ejercicio físico y comer sano es muy importante, carecen de recursos suficientes para cumplir con las recomendaciones diarias. Por este motivo, en mis clase en la facultad de Educación siempre intento explicar a los futuros maestros la importancia que tiene la escuela, sobre todo la escuela pública, por su capacidad de llegar a todos los niños independientemente del nivel socioeconómico. Es el único lugar en el que puedes garantizar la igualdad, ofrecer recursos para que todos sean iguales, porque cuando salen de clase ya no sabemos lo que hacen.

Por eso para mí son cruciales las intervenciones en los colegios, donde tienen la obligación de garantizar la recomendación de la OMS de realizar un mínimo de una hora de actividad física para estar saludables y prevenir ciertas enfermedades. 

¿De qué formas puede la escuela reducir la brecha en el riesgo de sobrepeso y obesidad entre escolares de contextos socioeconómicos dispares?

Ya que, por suerte, la escolarización es obligatoria, el colegio tiene que estar lleno de oportunidades para compensar estas desigualdades. Las actividades extraescolares que ofrece la escuela pública suelen ser accesibles económicamente cuando las subvencionan las Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (AMPA).

El momento del recreo también se debe aprovechar para que estén activos el máximo tiempo posible. Y el colegio también puede organizar un 'pedibús' –transporte escolar activo organizado desde el centro– que recoja a los niños en la puerta de casa para ir caminando al colegio en compañía cuando aún son pequeños para ir solos y sus padres no pueden acompañarlos.

Por supuesto, las charlas de concienciación para los padres son importantes, pero además hay que darles este tipo de facilidades y que vean que el colegio puede ser un gran aliado para velar por la salud de sus hijos.

Por otro lado, no debemos permitir que los niños pasen cinco horas sentados si queremos apartarlos del sedentarismo y, a día de hoy, los estudios indican que dentro de la escuela es donde se produce el mayor tiempo de sedentarismo y no hacemos nada por remediarlo. Solo con que se levantaran de vez en cuando tres minutos valdría para reducir el riesgo de obesidad.

Los descansos activos suponen a los maestros cambiar completamente la metodología y es comprensible que perciban barreras, pero irá cambiando a medida que ganen más competencias

Precisamente usted ha participado en el programa de descansos activos dentro de los Proyectos Escolares Saludables (PES) del plan de promoción deportiva de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

Aunque yo no he diseñado la iniciativa, estoy muy involucrada en los PES porque me encanta que en nuestra comunidad autónoma se haga un abordaje multidimensional, referente para otras comunidades, del fomento de la vida saludable en las escuelas.

La Consejería nos pidió consejo para su elaboración y creo que es la primera vez que cuentan con la universidad para elaborar políticas en el entorno desde la administración pública.

Estos proyectos tienen un poco de recreos activos, de transporte activo, involucran a la familia... Y en todas las ediciones han contado con nosotros para la formación en descansos activos. Yo he coordinado los cursos y he impartido hasta doce de ellos con muy buena acogida, pues los maestros entienden que puede ser útil para reducir el sedentarismo y mejorar el aprendizaje del alumnado.

El problema es que les falta apoyo para implementarlos adecuadamente, porque la subvención de los PES no es muy elevada y los profesores que se involucran – que suelen ser pocos pero muy motivados – acaban sobrecargados. En el caso de los descansos activos, la mayor dificultad es que los maestros, que no están formados en Educación Física, muestran cierta reticencia a cambiar la metodología a la que están acostumbrados, porque supone enseñar de una manera en la que hay que moverse, gritar, subirse a la mesa o poner música.

Es comprensible que perciban barreras ante la falta de tiempo o la presión para impartir los contenidos del currículo, pero creo que irá cambiando a medida que ganen más competencias y no les suponga una carga prepararlos.

Y seguro que aún le queda mucho por aportar a la comunidad educativa y a la científica. ¿De qué manera tiene previsto seguir contribuyendo a la salud y el bienestar de los más pequeños?

Actualmente tenemos tres proyectos activos en mi grupo de investigación: E-MOVE, MOVI-HIIT y EU-MOVE. E-MOVE es la continuación de MOVI, en la que introduciremos una aplicación con la que los padres podrán saber el número de pasos de sus hijos gracias a las pulseras de actividad que tendrán que llevar todo el día.

También nos ayudarán a conocer su adherencia a la dieta mediterránea cumplimentando formularios. Nosotros iremos pautando objetivos que tendrán que ir cumpliendo y la aplicación les irá mandando mensajes con recordatorios y refuerzos. Empezaremos en cuanto se levanten las restricciones por la pandemia. MOVI-HIIT es un MOVI de descansos activos en forma de HIIT con los niños de 4 a 6 años con el que queremos comprobar si el ejercicio de alta intensidad en periodos cortos influye en la función ejecutiva – atención, resolución de problemas, etc – del cerebro al estimular la segregación de neurotransmisores. Para ayudar a los maestros con los descansos activos habrá una plataforma virtual que, solo con apretar un botón, mostrará en la pantalla un avatar haciendo ejercicios que los niños tendrán que imitar. Si la situación de la pandemia mejora, lo pondremos en marcha en septiembre u octubre.

Por último, somos colaboradores en el proyecto europeo EU-MOVE coordinado por la Universidad de Extremadura. Se trata de un consorcio entre cinco países para crear recursos de promoción de hábitos saludables para las escuelas y las familias. Habrá guías de transporte escolar activo, se hará una aplicación para profesores y a nosotros nos han encargado una plataforma virtual mucho mayor que la del proyecto MOVI-HIIT que se traducirá a cinco idiomas.

Vamos a terminar la entrevista sin haber mencionado el deporte…

Nuestras intervenciones extraescolares nunca se han dirigido hacia un deporte específico porque preferimos dar opciones diferentes que lleguen a los gustos de todos los niños, incluso a los que no practican deporte, que son los menos hábiles, los que tienen peor forma física, o, todavía, muchas niñas.

Por eso ofrecemos actividad física recreativa basada en juegos tradicionales, bailes o iniciación a los deportes pensando solo en jugar. Pero el deporte no me parece un problema en sí mismo, sino que depende de la manera en que se lo enseñamos a los niños. Por ejemplo, no creo que haya que hacer una especialización temprana, porque lo importante es que de pequeños adquiramos un abanico lo más amplio posible de competencias motoras a través de la práctica de actividades diversas.

Una vez puesta esa base, practicar cualquier deporte puede ser una muy buena forma de ocio saludable. Incluso el deporte en edad escolar me parece bien si se plantea adecuadamente, porque la competición, bien orientada, enseña a afrontar las victorias y las derrotas.

El verdadero error es pensar que con hacer una hora de fútbol, tenis o gimnasia y pasar el resto del día sentados vamos a evitar los riesgos del sedentarismo, porque no es así. Lo mejor para la salud es mantenerse físicamente activo la mayor parte del día y, si además dedicas algo de tiempo a trabajar la fuerza o al aprendizaje de un deporte con el que vas a adquirir más capacidades físicas, aún mejor.