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Nuestro patrimonio en los libros

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Fiel a la cita del día de mañana, nos ceñimos hoy al análisis del libro, en nuestro caso del libro que divulga nuestro patrimonio: la investigación histórica, artística o patrimonial en todas sus variantes y riqueza. Además de poseer nuestra región, en bibliotecas públicas y privadas, valiosos libros de inmenso valor patrimonial.

Y, al ver el panorama editorial nos encontramos con una región desestructurada en este campo esencial para el estímulo de la investigación y el estudio, la divulgación y el disfrute del lector.

Tomen nota los gestores del patrimonio bibliográfico regional, los diputados de Cultura de algunas diputaciones provinciales y los concejales de Cultura de no pocos ayuntamientos, ya que la ausencia de una política activa de apoyo a la investigación y la divulgación o la interrupción de iniciativas ya emprendidas es algo, desgraciadamente, harto frecuente en estas latitudes.

La Administración regional a duras penas mantiene abierta la Red de Bibliotecas y Archivos que está bajo su jurisdicción directa o con el estímulo hacia aquellos de ámbito local o particular. La última convocatoria de ayudas a la edición de libros por parte de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha es de 2004 y, solamente, atiende al fomento de la lectura, la edición de libros electrónicos y de texto para escolares. Por su parte, el Centro de Estudios de Castilla-La Mancha de la Universidad regional publica, más que nada, libros de interés local o de campos específicos.

Diputaciones como la de Cuenca y Toledo, curiosamente, hacen convocatorias a edición encauzadas a través de ayuntamientos y entidades culturales, pero las propias instituciones han dejado de realizar publicaciones, con lo que, cualquier investigación que abarque el ámbito provincial –precisamente el objeto de su administración-, queda desprotegida.

Otras diputaciones siguen manteniendo entidades que convocan ayudas y premios de investigación o editan trabajos sobre la provincia, como el Instituto de Estudios Albacetenses, el Instituto de Estudios Manchegos, la Institución Marqués de Santillana o el premio Diputación de Guadalajara.

Y en los ayuntamientos, hay de todo. Desde aquellos que siguen convocando y editando libros de investigación en el ámbito local, como lo hace meritoriamente Talavera de la Reina, a otros, como el de Toledo, que han prolongado las medidas de austeridad, que bajo excusa del periodo de crisis económica del 2009 y siguen sin convocar los Premios Ciudad de Toledo, mientras que, paradójicamente, realizan una campaña de lectura dando un bono de 20 años para todos los toledanos y toledanas de 8 años, apostando así por el titular de prensa y el populismo frente a políticas menos mediáticas pero necesarias. 

El panorama lo salvan las pequeñas editoriales que apuestan por la publicación de ensayos e investigaciones. Es el caso, entre otras, de Almud, la única editorial de ámbito regional que mantiene una edición de calidad sobre temas relacionados con la historia, el patrimonio y la creación literaria. O a nivel provincial la editorial Serendipia de Ciudad Real, Olcades y el Instituto de Estudios Conquenses, de Cuenca; Aache en Guadalajara y Cuenca --Alfonsípolis-, o Ledoria de Toledo  -lástima la desaparición este año de Ediciones Covarrubias-.

Hay que señalar la existencia de revistas de investigación que mantienen el interés investigador hacia sus áreas de atención, como las Reales Academias de Cuenca y Toledo a través de Académica y Toletum; Archivo Secreto, del Archivo Municipal de Toledo; Al-Basit y Sabuco, las dos del Instituto de Estudios Albacetenses; Cuadernos de Estudios Manchegos, del Instituto del mismo nombre, Cuadernos de Etnología de Guadalajara por la Institución Marqués de Santillana. La Revista Alfonsí, del Ateneo Artístico y Literario de Toledo, Cuaderna, del colectivo Arrabal de Talavera de la Reina, o Besana, de la Casa de Castilla-La Mancha en Madrid, Urbs-Regia o el Boletín de los Montes de Toledo que editan las asociaciones del mismo nombre. Tulaytula, de la Asociación del Toledo Islámico, o la Revista que edita la catedral de Toledo sobre esa institución, o, de carácter privado, la Revista Cuatro Calles, de la editorial Ledoria sobre el patrimonio cultural toledano o la revista Olcades, por la editorial del mismo nombre. De irregular aparición la revista Orisos de Valdepeñas. Hemos dejado en el camino Los Anales seguntinos, la revista Ábside sobre la catedral de esa localidad, la revista Campo de Calatrava de Puertollano, Anales toledanos, de la Diputación provincial de Toledo o Carpetania, del Museo de Santa Cruz.

Fuera de las instituciones o grandes poblaciones, se conocen iniciativas dispares. Alcázar de San Juan es ejemplar en este campo, edita la revista online de divulgación Salitre, y publica también la revista en papel Tesela, al igual que La Ventana Cultural, revista digital aparecida en localidad de La Solana. En la provincia de Toledo, mientras La Puebla de Montalbán mantiene regularmente la revista Crónicas, hay otras que solamente conocen los primeros números, como Calameo, de Madridejos o en la vecina Consuegra los Cuadernos de Historia y Cultura popular. Hay localidades que  multiplican las iniciativas dispersando así la atención del interesado, como es el caso de Torrijos, que conoce la revista Cañada Real de la Asociación de Amigos de la Colegiata, el Instituto de Estudios Comarcales Señorío de Entre-Ríos con la revista de ese mismo nombre o la Academia de Historia y Arte de Torrijos con sus Jornadas periódicas.

Repetimos. Más coherencia en la gestión cultural, continuidad en las políticas editoriales y, en aquellos lugares donde, por su patrimonio cultural o por la entidad de su población no lo hay, establecer de forma regular cauces de edición y difusión de su patrimonio cultural. Los medios digitales lo facilitan, sólo hace falta voluntad política para hacerlo.

Fiel a la cita del día de mañana, nos ceñimos hoy al análisis del libro, en nuestro caso del libro que divulga nuestro patrimonio: la investigación histórica, artística o patrimonial en todas sus variantes y riqueza. Además de poseer nuestra región, en bibliotecas públicas y privadas, valiosos libros de inmenso valor patrimonial.

Y, al ver el panorama editorial nos encontramos con una región desestructurada en este campo esencial para el estímulo de la investigación y el estudio, la divulgación y el disfrute del lector.